Crecer hacia la Mancomunidad de Santo Domingo

SANTO DOMINGO. El Distrito Nacional tiene la urgencia de aprovechar sus espacios y mejorar los servicios. Rodeado y sin lugar hacia dónde crecer (con excepción del mar), está obligado a ser más eficiente.

Quien gobierna la ciudad tiene la presión de los intereses creados. Vecinos a los que no les interesan las altas torres; empresarios que encuentran beneficios en construcciones verticales; los capitaleños quieren calles cada vez más aptas para los vehículos; también más lugares de aparcamiento; quieren montar bicicleta en la ciudad; pero también más aceras; menos cableado aéreo, más y mejores servicios soterrados...

Y surgen nuevas demandas. Los capitaleños necesitan proteger a los animales de la calle, por lo que exigen la creación de al menos un albergue municipal como una obligación de la Ley de Protección Animal y Tenencia Responsable; pero no quieren “perreras” cerca de sus hogares. Quieren lugares al aire libre dónde recrearse; espacios culturales; mejoras de los escenarios deportivos y musicales; pero no quieren ninguna de las molestias que ocasionan: mayormente ruido y visitantes indeseables.

Desean recogida de basura nocturna; pero no unidades de transferencia de residuos sólidos que emanan hedores, generan tránsito pesado de camiones y atraen alimañas y enfermedades. Anhelan una costa del mar Caribe limpia, pero se olvidan de la basura que desciende por el río Ozama. Para crear una ciudad más limpia, se necesita que el medio millón de ciudadanos que entra y sale de la capital desde la provincia de Santo Domingo, piense igual que el capitaleño.

Si se quiere cubrir estas demandas, el alcalde David Collado y los demás deberán mirar hacia la Mancomunidad de Santo Domingo. Y posiblemente, en el caso de Collado, aspirar a liderarla. La actual situación de los servicios en el Gran Santo Domingo confirma que las políticas individualistas de la ciudad han fracasado.

El párrafo II del Artículo 72 de la Ley 176-07, indica que los ayuntamientos y las mancomunidades pueden crear empresas de capital público o mixto para los propósitos de la mancomunidad, en cuyo capital accionario participan en función de sus aportes, pudiendo incorporar tributos del sector privado, cuando se considere que el mismo pueda realizar contribuciones significativas de carácter financiero o de tecnologías.

Durante la alcaldía de Roberto Salcedo en el Distrito Nacional se intentó trasladar la basura en horas de la noche hacia Duquesa, pero al vertedero no le era rentable, porque no había suficiente cantidad para el costo de la operación.

Lo ayuntamientos, con excepción de las funerarias municipales, no comparten las iniciativas que han sido relativamente exitosas. Los bomberos del Distrito Nacional tienen un bote para disparar agua hacia los barrios a la margen del río Ozama, pero ¿quién más los tiene?; y son cuatro los cabildos que comparten el río Ozama e Isabela.

Se supone que la Mancomunidad de Santo Domingo es la empresa coordinada entre las alcaldías del Distrito Nacional, de impulsar los temas en los que coinciden intereses.

El Distrito Nacional debe encabezar la búsqueda de soluciones comunes para la disposición final de sus desechos, para la creación de nuevos espacios masivos de ocio y recreación; y para cumplir esas aspiraciones propias de ciudadanos con mayor nivel adquisitivo, que ocurre en el Distrito Nacional.

Pese a que la Mancomunidad debe ser la vía, el pasado 4 de agosto la dirección ejecutiva de la mancomunidad realizó un evento para reunir a los entonces alcaldes electos del Distrito Nacional, la provincia Santo Domingo y el municipio Haina con el tema de la carretera Circunvalación de Santo Domingo como tema. Solo asistieron el alcalde de Pedro Brand, Ramón Pascual Gómez; el de Santo Domingo Oeste, Francisco Peña; y el de Boca Chica, Radhamés Castro. Los demás: el de la Capital, los de Santo Domingo Norte, Este, Haina, Guerra y Los Alcarrizos no enviaron representantes.

Ojalá que las ausencias no sea un reflejo de indiferencia por parte de los alcaldes.