En las entrañas del teatro Agua y Luz, el tesoro nacional abandonado
El teatro Agua y Luz, que es patrimonio nacional, ha sido marginado por los gobiernos
Una vez fue un sitio en el que se hacían espectáculos. Costó dos millones de pesos y era considerado una joya arquitectónica en la República Dominicana. El teatro Agua y Luz era un hermoso espacio abierto en el que el sonido, la música y el agua cayendo a raudales formaban un ambiente mágico. En 1988 fue declarado patrimonio nacional.
Era un sitio de culto, espectáculo y diversión. Escenario de presentaciones de revistas y reuniones de gente importante. Sin embargo, hoy en día es un teatro en el que no hay agua ni luz.
Un teatro sin agua y sin luz
Por fuera, el teatro sigue siendo imponente. Aunque está venido a menos, con sus paredes desgastadas y las ventanas tapadas, conserva su aspecto majestuoso. Sus paredes piden a gritos que alguien las rescate, poco a poco se van manchando de negro y la pintura se despega a trozos.
Un militar vigila en el exterior para que nadie entre. Algo paradójico, pues un teatro se construye para acoger a gente, no para ahuyentarla. Y aún más este, que fue construido por orden de Trujillo tras un viaje a Barcelona que le inspiró.
El interior del teatro Agua y Luz es la definición de abandono. Cuando vemos películas apocalípticas en las que las ciudades son abandonadas por las personas, estamos viendo este teatro, el que está al lado del Malecón. Desde allí no se escuchan las olas del mar, pero se siente esa brisa y olor del agua salada.
En el interior, la naturaleza le ganó el terreno a la arquitectura hace ya un tiempo. La explanada en la que abundaban fuentes de agua se ha convertido en un pequeño bosque verde, en el que las plantas se van abriendo camino poco a poco entre las paredes de cemento.
La huella del vandalismo
Lo que más impacta del teatro Agua y Luz es el interior, donde antes había escaleras bien iluminadas y pasillos de glamour en los que caminaba gente bien arreglada.
Todo eso se ha perdido. El ambiente en el interior es oscuro y solitario. Ya no parece un teatro, nada indica que alguna vez lo fuera. Las paredes están garabateadas y el suelo lleno de basura. Hay zapatos, camisetas desgastadas, botellas de plástico, paquetes de cigarrillos y todo tipo de desechos. En la primera planta, una agenda con fecha de 2020 coge polvo en el suelo.
El teatro ha sido, durante años, escenario de vandalismo y refugio para personas sin hogar. Esto, sin duda, ha dado lugar a un desgaste más pronunciado.
Desde arriba se ve el mar
Aunque parezca un lugar apocalíptico y abandonado por la humanidad, el teatro sigue teniendo un lugar privilegiado en Santo Domingo. Desde el piso más alto se ve la ciudad y el mar. Las vistas del Malecón son estupendas, privilegiadas.
Eso es algo que ningún tipo de vandalismo ni ningún gobierno que mire a otro lado podrá cambiar: es un lugar desde el que se puede ver el agua del mar y la luz del día. Vale la pena intentar rescatarlo, como propone el presidente Luis Abinader, y sacarlo del lío legal en que se encuentra.
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