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Vida y familia
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De nuclear a padres solteros: así son las familias contemporáneas

La tendencia de niños que se crían sin los dos padres va en aumento en América Latina

De nuclear a padres solteros: así son las familias contemporáneas
Francisco Mejía junto a sus hijos Steven, Carmen y Bryant. (DIARIO LIBRE/PEDRO BAZIL)

Esta historia es parte del especial “Las familias dominicanas ahora” de Diario Libre, realizado por Mariela Mejía, Wander Santana, Pedro Sánchez y Rossanna Figueroa.

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Francisco Mejía tiene 12 de sus 44 años de edad criando a sus tres hijos como padre soltero. “(Al principio) eso fue muy difícil, primero porque no sabía cocinar, y las primeras habichuelas, arroces, las primeras sopas, se me salaban, se me quemaban; la leche se me botaba”, recuerda con voz entrecortada.

Mejía representa a uno de los distintos tipos de familias que existen en la República Dominicana que van más allá de la tradicional composición nuclear (padre-madre-hijos), que ha cedido de su porcentaje representativo a otras integraciones generadas por la evolución de la sociedad contemporánea.

En sus primeros años como padre soltero, en ese entonces de niños pequeños, Mejía tuvo que adaptarse a levantarse a las 4:30 de la mañana a hacer el desayuno, organizar la ropa para vestirlos y prepararlos para encaminarlos al centro donde los cuidaban mientras él trabajaba; darles seguimiento durante el día, recogerlos caída la tarde, prepararles la cena y terminar las tareas escolares.

“Hacer un símil de imitar una mujer es muy difícil, en el sentido de la maternidad, porque ustedes (las mujeres) nacen con la gracia de algunas aptitudes multiplicarlas más que nosotros”, dice Mejía. “Ese sentido que no es físico, sino que es más mental y hasta intuitivo, yo tuve que cosecharlo”.

Estudios sobre las relaciones familiares destacan que los cambios en las sociedades contemporáneas han generado una reducción en el predominio de la familia nuclear y que emerjan nuevos modos de relaciones de pareja y de familia.

La familia monoparental representa aproximadamente el 13 % del universo de hogares en la región, dado que la mujer en la función de proveedora principal y cabeza o jefa de hogar, es una tendencia en América Latina.

En la República Dominicana, la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar 2018), encontró un 39.8 % de mujeres jefas de hogar.

El caso de Mejía entra dentro del porcentaje de hombres jefes de hogar sin una mujer como pareja. De un total de 38,548 hogares encuestados, la Enhogar 2018 calculó que el 17.7 % estaba dirigido por hombres separados de una unión libre y por 5.3 % solteros.

Mejía y la madre de sus hijos comenzaron a tener problemas de convivencia que degeneraron en violencia verbal y física. Tras siete años de unión libre, él se fue a vivir con sus padres. Al poco tiempo, para que las necesidades básicas de los menores estuvieran mejor cubiertas, ambos acordaron que él se quedara con la custodia de los dos varones (entonces de 5 y 4 años) y la abuela materna con la de la niña de 2 años. Cinco años después, el padre asumió la crianza de los tres que ya hoy tienen 17, 16 y 14 años.

El informe Pulso Social de América Latina y el Caribe 2016, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ya ha advertido que, en toda la región, los padrones esenciales de los niños respecto a la estructura de la familia están cambiando en “formas sorprendentes”. Destaca un “pronunciado declive” en el porcentaje de niños viviendo en hogares con dos padres.

La sicóloga y terapeuta familiar Luz María Reyna observa que los niños, cuando uno de los padres no está, “viven en abandono” por parte de quien falta.

“Hay una disfuncionalidad cuando el rol de papá y el rol de mamá no se ejerce”, dice Reyna. “Ahora bien, cualquiera que ejerce el rol, incluso de tutor, y lo hace de manera adecuada, asumiendo que a ese niño le falta ese vínculo con papá o con mamá, y puede trabajar en que sea ejercido de manera saludable, entonces va a a ser un niño o una niña sano”.

El estudio del BID precisa que los niños que conviven con dos padres en el hogar probablemente se beneficiarán de ingresos familiares más altos y pueden tener acceso a recursos adicionales tales como la educación de los padres y actividades supervisadas.

“Muchos niños que habitan en hogares de un solo padre reciben insumos financieros, emocionales y educativos de padres en otros hogares. No obstante, varios estudios revelan que tener a padres que cohabitan con sus hijos tiene un efecto favorable en los resultados de los niños”, agrega el estudio.

En la República Dominicana se han identificado hogares de los tipos nuclear, unipersonal, extendido y compuesto.

Hace un tiempo, el doctor Pedro Savage fue más amplio en el enfoque y definió los siguientes 10 tipos de familias dominicanas que los sicólogos aun toman de referencia.

El Observatorio de Políticas Sociales y Desarrollo de la Vicepresidencia de la República destaca que en 1950, la República Dominicana tenía una tasa de 7.5 hijos por mujer y en 2015 era de 2.4.

“En ese sentido, el país también atraviesa lo que se denomina una transición demográfica, que se caracteriza por el aumento en las separaciones conyugales, el aumento en las uniones consensuales, la diversificación de las formas de co-residencia y el retraso de la unión conyugal (con o sin matrimonio) y de la fecundidad”, indica el Observatorio en un boletín.

Destaca, además, que están cambiando los patrones de crianza y la manera de desplegar el “rol de padres”. También, que cuando se estudian por territorio, se observan valores y rituales de familia muy distintos entre las zonas rurales y urbanas.

“En los estratos pobres, las familias suelen operar en la espontaneidad, sin agenda determinada; predominan las estrategias de supervivencia. Se administra menos el tiempo y la supervisión de los niños; en la lógica y dinámica del barrio marginado o en la zona rural no es frecuente planificar ‘actividades extracurriculares’”, agrega.

Mejía, quien viven en el barrio el Café de Herrera de Santo Domingo Oeste, cuenta que se auxilia de libros, publicaciones sicológicas que encuentra en internet y con relacionados de su entorno para orientarse sobre situaciones que se le presentan en la crianza de sus hijos. Además, asegura que en la escuela estos han recibido orientación sicológica del personal que allí trabaja.

La sicóloga Reyna aconseja que quienes sean criados sin uno de los padres reciban terapia cuando tengan una edad adecuada para entender esta consejería.

“Ese niño, esa niña, aunque haga todo lo posible por ser funcional, necesita obligatoriamente terapia para poder tener funcionalidad como ser humano y como padre o madre en el futuro”, recomienda.

Por su experiencia, Mejía concluye que, en una familia dirigida por un padre soltero, el hombre no debe hablar de forma negativa a sus hijos sobre su madre. También, debe tratar de mantener una comunicación efectiva con la madre ausente o la abuela materna, ser ejemplo para los hijos y procurar una buena educación en el hogar.

En los últimos seis años, su madre se ha adherido a la familia y lo ayuda en la casa. “Ya cuando mami vino, yo pasé el Niágara en bicicleta”, dice.

Actualmente, Mejía, quien estudió Contabilidad, tiene un año desempleado y la familia se sustenta de la renta de dos viviendas. Ahora, con la pandemia, recibe un subsidio del Gobierno y ha tenido dificultad para conseguir los medicamentos que necesita su hija para tratarse un problema en la glándula pituitaria.

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Editora de Economía y docente de periodismo. Se ha especializado en periodismo de investigación, multimedia y de datos.