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Conductores de Nueva York hablan de los pros y contras de Uber

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Conductores de Nueva York hablan de los pros y contras de Uber
El taxista Jatinder Singh manejando su taxi en Nueva York el 21 de julio de 2015. Singh tenía un taxi amarillo y decidió cambiarse a Uber, pero seis meses después regresó al amarillo ya que consideró que había demasiados choferes. ( AP/FRANK FRANKLIN II)

NUEVA YORK. En una húmeda tarde de verano, una mujer parada en una esquina en el centro de Manhattan estira el brazo para pedir un taxi público pero de vez en cuando observa su teléfono, posiblemente buscando también un vehículo de Uber.

“Va a subirse al que llegue primero”, dice Jatinder Singh, un conductor de taxis amarillos que la veía.

Mientras los usuarios en la ciudad de Nueva York tienen cada vez más opciones para trasladarse con la existencia de servicios que permiten llamar taxis privados a través de aplicaciones en los smartphones y los legisladores buscan formas de regular la floreciente industria, los conductores están atrapados en medio.

En cuatro años, Uber, que permite llamar y pagar los viajes con tarjeta desde un teléfono móvil, ha crecido casi de la nada a ser un servicio con más de 26.000 choferes, uniéndose a los 13.437 taxis que ya había en la ciudad.

Algunos taxistas tradicionales dicen que la llegada de Uber les ha costado hasta 30% de su ingreso.

Los conductores de Uber también se han quejado de que las calles atestadas los están perjudicando, algo que cuestiona la empresa, la cual busca colocar 10.000 choferes más para finales de año. El plan alarmó a los legisladores locales, quienes respondieron con un plan para limitar el número de vehículos en las calles a cambio de datos de los viajes para estudiar el caso.

Quienes están detrás del volante tienen opiniones diversas.

“En tres años ya no habrá taxis en las calles de la ciudad de Nueva York”, dice Michael Keflom, quien maneja su taxi camioneta amarilla, una Mercedes. El conductor de origen africano tiene 48 años, llegó a la ciudad a finales de la década de 1980 y llevaba 26 años trabajando por temporadas en un taxi amarillo.

Keflom ahora trata de convencer a sus amigos taxistas que se unan a Uber por la flexibilidad, ya que pueden usar su propio vehículo y trabajar cuando quieren.

Liang Wang lleva casi un año en Uber y eligió la empresa porque el horario de los taxis amarillos era muy rígido. Ahora trabaja cinco o seis días a la semana en horarios que se acomoden a su familia.

Noureddine Benbedda es dueño de un taxi amarillo y solía ganar 700 dólares a la semana después de pagar por el estacionamiento y la renta del permiso para conducir. Ahora gana 500 si tiene suerte. “Mi familia es la que sufre”, dice.

Mohammad Sultan está en el mismo caso que Benbedda. Con 59 años de edad y 27 como taxista, dice que sus ingresos han caído a 200 dólares semanales desde que llegó Uber.

Jatinder Singh ha estado con ambos bandos. Tenía un taxi amarillo y decidió pintarlo de negro para cambiarse a Uber, pero seis meses después regresó al amarillo, pues consideró que había demasiados choferes y poco dinero.

“Hay conductores que ahora están sufriendo porque quieren regresar pero no pueden porque compraron un carro nuevo... Un amigo compró un Hyundai Sonata híbrido y está atrapado durante al menos cinco años hasta que termine de pagar el carro”.

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