Un estilo de vida saludable ayuda a prevenir el Alzheimer
Los que tienen una alta susceptibilidad genética y además deficientes cuidados de salud son tres veces más propensos a sufrir de demencia senil
Un estilo de vida saludable puede prevenir el mal de Alzheimer y otros tipos de demencia senil aun cuando haya propensión genética hacia ese tipo de enfermedades, halló un estudio.
Los que tienen una alta susceptibilidad genética y además deficientes cuidados de salud son tres veces más propensos a sufrir de demencia senil comparado con quienes tienen poca susceptibilidad genética y hábitos saludables, dice el estudio publicado el domingo.
Independientemente de la herencia genética que lleve una persona, una buena dieta, hacer ejercicio, escaso consumo de alcohol y no fumar alejan las posibilidades de sufrir demencia senil.
“Considero que estas son buenas noticias”, expresó John Haaga del Instituto Nacional de Geriatría de Estados Unidos, uno de los patrocinadores del estudio. “Nadie puede garantizar que esta terrible enfermedad no ocurrirá”, pero es posible inclinar la balanza hacia la salud si uno tiene buenos hábitos de vida, comentó.
Los resultados fueron exhibidos en la Conferencia Internacional sobre el Mal de Alzheimer en Los Ángeles, y publicados en la revista especializada Journal of the American Medical Association.
50 millones de afectados
Unas 50 millones de personas sufren de demencia senil y el mal de Alzheimer es el tipo más común. La incidencia siempre depende de una combinación de predisposición genética y estilo de vida, pero hasta el mundo científico no había tendido los datos necesarios para determinar cuál es la influencia de cada parte.
Un estudio afín halló hace unos años que un estilo de vida saludable podría compensar por una predisposición genética hacia las enfermedades cardíacas. Ahora ha quedado demostrado que lo mismo se cumple para la demencia.
La doctora Elzbieta Kuzma y sus colegas en la Escuela de Medicina de la Universidad de Exeter en Inglaterra usaron el banco de datos “UK Biobank” para analizar a 200.000 personas mayores de 60 años que no tenían síntomas de demencia. Se les clasificó según su predisposición genética a la demencia senil, y según sus hábitos de vida.
Después de ocho años de análisis, 1,8% de los que tenían una alta predisposición genética y malos hábitos de vida tenían demencia senil, comparado con 0,6% de los que tenían una baja susceptibilidad genética y buenos hábitos de salud.
Entre los que portaban un mayor riesgo, poco más del 1% con buenos hábitos de salud desarrollaron la enfermedad, comparado con 2% de quienes tenían malos hábitos de salud.
El estudio, sin embargo, contiene un defecto importante: la base de datos sólo contenía información de mutaciones genéticas de personas de ascendencia europea, por lo cual se desconoce si la tendencia se repite entre grupos de otro origen étnico.