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Herramientas para utilizar una comunicación inclusiva correcta sobre discapacidad

Claves para comunicar sobre discapacidad desde un enfoque de derechos

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Herramientas para utilizar una comunicación inclusiva correcta sobre discapacidad
La discapacidad no define a una persona y es importante que eso se refleje cuando se escribe sobre ella.

¿Sabías que el lenguaje no inclusivo de algunos medios de comunicación puede condicionar nuestro pensamiento? De ahí que la guía Del mutante a la persona: claves para comunicar sobre discapacidad desde un enfoque de derechos, escrita por José Beltrán, busque una comunicación más inclusiva en las historias que incluyen o tratan sobre personas con discapacidad. Su “intención final es que, indistintamente de que se trate de un trabajo periodístico o corporativo, el valor de la persona supere las etiquetas’’.

No es poco común escuchar una historia sobre una persona con discapacidad haciendo una actividad cotidiana, pero ésta suele ser tildada de superhéroe por la simple razón de que las personas con discapacidad despiertan altos niveles de admiración de las personas a su alrededor precisamente por su discapacidad. Este “morbo de la emoción en lo que se interpreta como tragedia” capitaliza sobre un grupo de personas al cosificarlos para beneficio de otros. El hecho de tener una discapacidad no debe otorgarle a una persona un grado de heroísmo. De la misma manera, felicitar o aplaudir a una persona con discapacidad por lograr actividades del día a día solo manifiesta las bajas expectativas que la sociedad tiene para las personas con discapacidades físicas, cognitivas o sensoriales y resalta la diferencia de trato que reciben.

“Si la construcción de héroes deshumaniza a quienes viven con discapacidad, la reducción a objeto de piedad, caridad o solidaridad es el extremo opuesto, aunque parte del mismo principio: la discapacidad es una tragedia que convierte en drama la vida de quien la padece”, dice la guía.

Habiendo resaltado por qué la narrativa de héroe es dañina para las personas con discapacidad, ya que las cosifican para generar un sentido de inspiración dentro de otras personas, también es importante notar que la narrativa del desvalido es igualmente dañina pues también cosifica a las personas con discapacidad, esta vez con intención de generar solidaridad dentro del grupo de personas que recibe esta narrativa. Sin embargo, esto solo sirve para anular la condición de persona de la persona con discapacidad ya que al perpetuar la narrativa del desvalido quienes están a su alrededor verán a una persona con discapacidad como objeto de pena, no como una persona superando las barreras que vienen con su discapacidad.

Es fácil percibir mucha perplejidad en el lenguaje cuando se habla de una discapacidad. Referirse a personas sin discapacidades como normales, decir “persona con capacidades diferentes” en lugar de persona discapacitada, o incluso preguntar cómo una persona con discapacidad prefiere ser llamada son dudas vistas comúnmente que son perjudiciales para la comunidad de personas discapacitadas. Todos estos conceptos erróneos tienen respuestas bastante sencillas. Al referirse a una persona sin discapacidad como normal se implica que una persona con discapacidad es anormal, es decir que la capacitación de una persona decide sobre sus derechos y su ser si es normal o no. Con el siguiente ejemplo pasa algo distinto, al usar capacidades diferentes, en lugar de simplemente decir discapacidad, implica capacidades fuera de lo normal. Al contrario, una persona con discapacidad visual utiliza herramientas y tecnología de apoyo para manejar actividades cotidianas, por lo que sus capacidades son tan ordinarias como las de una persona vidente. También es importante notar que, como la mayoría, una persona con discapacidad probablemente prefiere ser llamada por su nombre antes que nada.

El uso de diminutivos al tratar a una persona con discapacidad es algo que se debe tener en mente. Al ver la diferencia de trato entre “Señor, por favor firme en la línea para comenzar el proceso de la aplicación para el préstamo” y “Ay, mi vida, ven yo te ayudo. Pon tu dedito aquí para que firmes y empecemos el proceso” es fácil de entender porque no se debe tratar a nadie como en el segundo ejemplo. José Beltrán lanza una pregunta en este caso: “¿Mi trato sería distinto si se tratara de una persona sin discapacidad? Si la respuesta es sí, entonces puede que convenga revisar lo que dices o escribes; tal vez haya un modo de aportar a la construcción de un relato social basado en la participación igualitaria de todas las personas”.

La guía hace hincapié en el caso de El fraude de la Lotería. Este fue, en pocas palabras, un caso de fraude en el cual participó Miguel Mejía, entre otras personas. Este evento impulsó un estudio sobre el reportaje alrededor del caso, que encontró que el foco del caso no fue Miguel Mejía, sino su discapacidad visual, refiriéndose a él como no vidente un total de 92 veces en el cuerpo de las noticias de los cinco periódicos más notorios del país, mientras que su nombre solo es mencionado un total de 47 veces.

Aparte del hecho de que no cambia lo sucedido si tiene o no discapacidad visual, y apartando también el hecho de que en ninguna circunstancia se debe referir a alguien por su discapacidad antes de su persona, tampoco es apropiado dirigirse a una persona con discapacidad como no vidente. El autor pone el ejemplo de que a un hombre no le dirías ‘el no mujer’, porque hay una palabra para eso: hombre. De la misma manera, no debemos referirnos a una persona con discapacidad visual como no vidente, pues “define a la persona en función a la capacidad que no posee”.

Es importante notar que la guía “Del mutante a la persona: claves para comunicar sobre discapacidad desde un enfoque de derechos” no busca desalentar a los medios comunicativos de crear publicaciones que incluyan a las personas con discapacidades, sino que estas publicaciones abarquen a todos de la misma manera y ayuden a desarmar los paradigmas alrededor de las discapacidades en vez de ayudar a crearlos.

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