¿Por qué vemos ojos de color azul si no existen?
Los colores son la forma en la que los ojos interpretan la luz que llega hasta ellos
A diferencia de los comunes ojos marrones, los ojos azules no contienen ningún pigmento para que sean de ese color: se trata de un efecto de dispersión de la luz, como el que aparece en el cielo o el mar, por lo que estos realmente no son de color azul como parece a simple vista
EL COLOR ES LUZ
Realmente, los colores son la forma en la que los ojos interpretan la luz que llega hasta ellos, procedente de los diferentes objetos que los rodean. Es por esta razón que los colores, son simplemente luz. Los diferentes tonos que se pueden apreciar se deben a la cantidad de luz que absorban o reflejen los objetos que se encuentren alrededor.
La luz está compuesta por un conjunto de longitudes de onda y cada una es identificada con un color: las longitudes de onda más grandes son las rojas, naranjas o amarillas; mientras que las más cortas se identifican con los tonos azules y morados. Por esto, cuando la luz alcanza un objeto, reflejará algunas de las ondas dependiendo del material del que este hecho; lo que refleje, entonces, llega a los ojos, el cerebro lo traduce a longitud de onda por un color y se relaciona ese tono con el del objeto cercano, mientras que las que absorba, no colaborarán a la asignación de la tonalidad.
LOS OJOS AZULES NO EXISTEN
Los ojos no poseen ningún pigmento azul que los haga de ese color, sino que el tono azulado se debe únicamente al comportamiento del iris: absorbe las longitudes de onda largas de la luz, dejando reflejarse las tonalidades que se relacionan con el color azul. Este, no es el caso de los marrones, donde la melanina (sustancia también relacionada con el color moreno del pelo o de la piel) se sitúa en el iris, tiñéndolo directamente de castaño.
El iris, es el responsable de darle el color al ojo humano. Se compone de dos capas principales: el epitelio pigmentario y el estroma. La primera, el epitelio, contiene, para casi todas las personas, una cierta cantidad de melanina, es decir, de pigmento marrón. Por eso, el protagonista en este aspecto de la tonalidad es la segunda capa, el estroma, compuesto por una serie de fibras superpuestas y un gran número de células especializadas.
Cuando el estroma carece de pigmento, las fibras se dispersan a lo largo de toda la zona, lo que conlleva que absorban las longitudes de ondas largas, reflejando las cortas, es decir, los tonos azules, dotando los ojos de ese color a la vista de otras personas. Sin embargo, cuando el estroma posee melanina, se combina con la de la parte trasera para cubrir el iris y pigmentarlo de marrón.
¿QUÉ PASA CON LOS OJOS VERDES?
Los ojos verdes son una mezcla curiosa de ambos casos. Para que se dé esa tonalidad la cantidad de melanina en el estroma debe ser poca y estar acompañada de un pigmento marrón muy claro llamado lipocromo. Así, la falta de melanina provocaría un tono azul, debido a la reflexión de la luz, pero la aparición del lipocromo se combinaría para dar lugar a los tonos verdes.
Otro caso curioso es el de los bebés, pues en su primer año de vida es normal que presenten los ojos de colores azulados, aunque posteriormente se les tornen marrones. Esto es debido a que, al nacer, no hay demasiada melanina y es, justamente, durante el primer año de vida cuando este pigmento se va acumulando, oscureciendo el iris de los infantes.
Sin embargo, tanto los tonos azules como los verdes pueden variar a lo largo del tiempo. Esto es lógico si tenemos en cuenta que son colores basados en la forma en la que se refleja la luz, por lo que, dependiendo de las condiciones lumínicas, es posible que adopten unas variantes u otras.