La brujería en el mercado Modelo: una estructura de la dictadura
Es el mercado más grande del Distrito Nacional y cada vez hay más presencia de curanderos, brujos y productos que prometen enamorar, curar o traer buena suerte
El mercado Modelo, ubicado en la avenida Mella, fue levantado bajo las órdenes de Rafael Leónidas Trujillo en 1942 y fue diseñado por el arquitecto Henry Gazón Bona. Surgió durante la oscuridad de la dictadura. Ahora, más de ocho décadas después, sigue teniendo oscuridad, pero de otro tipo: Supersticiones y brujería.
Su estructura, ya desgastada, necesita de una remodelación. La luz entra por sus ventanas en vertical e ilumina un entorno mágico. Durante muchos años, ha sido el centro del comercio en el Distrito Nacional. Un lugar en el que mucha gente aprovecha para pasar la mañana y comprar.
Desde ropa hasta comida, pasando por pinturas y plantas. Sin embargo, poco a poco se ha ido llenando de productos de dudable eficacia que caen en un vacío entre el catolicismo y la brujería. El mercado Modelo se ha llenado de colonias, líquidos y supuestos brujos que garantizan enamorar, hacerte rico o tener buena suerte.
También hay curanderos que dicen sanar sinusitis o paperas, entre otras cosas. Allí, la presencia del denominado "pequeño Haití" tiene su influencia.
El mercado Modelo esconde unos pasillos oscuros y solitarios. Caminos estrechos donde el agua de la lluvia se cuela y moja los suelos.
Allí, Diario Libre llega hasta Rodolfo, que a cambio de unos pesos, promete tirar las cartas y leer el futuro. El sitio es pequeño y el techo de hojalata. Tan solo caben dos personas sentadas.
Un altar lleno de velas adorna la parte principal de la pequeña estancia. El agua de la lluvia, sin embargo, se cuela por los agujeros de las paredes.
El curandero Rodolfo se sienta en una silla de plástico. Parece que sabe lo que hace, aunque desde fuera, para un espectador que no conoce la mística de las cartas, parecen movimientos aleatorios. Alarga los brazos y agarra un cristal cuadrado de un metro de largo por un metro de ancho. Lo coloca encima de sus rodillas formando una mesa. Luego, como si de un ritual se tratara, saca una baraja de cartas desgastada que seguramente algún día se mojó por la lluvia. Las cartas son frágiles, quizá como las profecías que promete dar.
Es entonces cuando Rodolfo empieza a tirar las cartas encima del cristal. "Dinero, dinero, cama caliente, cama caliente, amor, dinero, amor, cama caliente...". Con cada descubrimiento de carta, Rodolfo muestra una expresión distinta. Con algunas muestra alivio, con otras frunce el ceño. Finalmente, cuando ya ha mostrado todas las cartas, saca la última y la pone a un lado. El seis de espadas. "Traición", dice Rodolfo. "Ha salido traición, esa chica te va a traicionar", determina.
Su rostro es serio. Cualquiera diría que no se toma esa profecía a la ligera. En verdad, quizá lo hace. Las cartas lo han dicho. Finalmente, le damos las gracias a Rodolfo en medio de ese día lluvioso. Cuando salimos de la choza, le damos las gracias y hacemos un ademán de irnos. Pero a Rodolfo no se le olvida una cosa: el dinero. "500 pesos", dice. Le pagamos por el servicio. Por haber adivinado lo del "dinero, dinero, cama caliente y traición".
Rodolfo se queda allí, esperando a otro cliente mientras la lluvia se cuela por las paredes de esa pequeña estancia recubierta de hojalata.
El mercado Modelo de Santo Domingo esconde unos pasillos laberínticos en los que uno puede perderse entre creencias poco fiables y curanderos que prometen leer tu futuro. Una realidad que recuerda a los rituales africanos y los de Haití.