Arzobispado celebra misa crismal con la presencia de decenas de sacerdotes
Parroquias reciben los santos óleos que se utilizarán durante el año
La Arquidiócesis de Santo Domingo celebró la tradicional misa crismal en la Catedral Primada de América, donde decenas de sacerdotes renovaron sus promesas y fueron bendecidos y entregados los santos óleos a las distintas parroquias.
La celebración estuvo encabezada por el arzobispo metropolitano de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria, el obispo auxiliar, monseñor Benito Ángeles y otros dignatarios de la Iglesia católica. Estuvieron presentes, además, decenas de feligreses de las distintas iglesias que llevaron los santos óleos hasta sus parroquias.
Además, estuvieron presentes religiosas de distintas congregaciones, quienes realizan labores en la arquidiócesis.
En la homilía, monseñor Ozoria destacó la importancia de la celebración para la vida de la Iglesia católica y la participación de la feligresía.
"El Señor quiere que nosotros lo representemos, quiere que nosotros seamos sus discípulos misioneros y eso es lo que hacemos en nuestra comunidad, en la Arquidiócesis eso es lo que hacemos con el pueblo de Dios", dijo.
Llamó a los sacerdotes a reflexionar sobre la oración y a trabajar el tema en las comunidades y dio gracias a Dios porque mucha gente está tomando en serio esa temática y se está trabajando en la parte de la oración en las comunidades.
"Jesús como orante, de quien nosotros somos sus colaboradores, de quien nosotros somos sus misioneros, él se nos presenta como modelo de oración en el evangelio de los Evangelios, muchas veces lo vemos orando, como cada vez que va a ser una obra importante dedica tiempo a la oración para su ministerio pastoral; dedica tiempo, saca tiempo para la oración", manifestó.
Dijo que los ministros de la oración deben ser un ejemplo para el pueblo porque la gente ora y saca tiempo y oye las orientaciones de los sacerdotes, pero también la gente quiere ver que sus ministros, sus pastores, dedican tiempo a la oración, y agregó que dedicar tiempo para la oración significa tener a Dios, a Jesús, como lo supremo, como el norte.