Los haitianos se atrincheran en una posición de consenso sobre la crisis del río Masacre
La experiencia diplomática dominicana en los últimos años indica que las simpatías internacionales están del lado haitiano
Pese a la situación de ingobernabilidad, miseria rampante y violencia, los haitianos han logrado atrincherarse en una posición cada vez más consensuada sobre lo que entiende es su derecho a utilizar las aguas transfronterizas del río Masacre, que nace y desemboca en territorio dominicano.
En una sorprendente identificación en torno al tema, autoridades, pueblo común, la élite académica y el gobierno de facto han plantado cara a la República Dominicana y hecho caso omiso a las advertencias y medidas del lado oriental de la frontera.
Más que disminuir, las diferencias se han enraizado y el gobierno dominicano enfrenta una situación posible de mutar en un conflicto intrarregional del que, dadas las características de pobreza y alienación de Haití de cara a la comunidad global, difícilmente República Dominicana salga bien parada. De antemano y así lo indica la experiencia diplomática dominicana en los últimos años, las simpatías internacionales están del lado haitiano.
Aparte de las posiciones públicas del gobierno haitiano, el profesor Maismy-Mary Fleurant, de la Universidad Pública del Nordeste establecida en Fort Liberté, es quien mejor ha explicado la posición de su país a la luz del derecho internacional.
En un enjundioso artículo aparecido a AlterPresse hace pocos días, el académico argumenta que “desde la perspectiva del derecho internacional y los tratados bilaterales existentes, Haití tiene todo el derecho a utilizar un recurso hídrico compartido. Solo debe garantizar la equidad y no causar daños al curso de agua”.
Luego señala: “La República Dominicana, que protesta por la construcción de la obra en Pittobert, siempre ha gestionado de manera unilateral y abusiva el río Masacre. Hasta la fecha, la parte dominicana ha construido 11 obras, incluidos dos acueductos en Castellar-Loma de Cabrera y Dajabón, dos presas en Cabeza de Caballo y Los Miches, y cinco canales de riego en Juan Calvo, La Aduana, Los Veteranos, El Coco y Don Pedro. Este uso es un claro ejemplo de falta de respeto a los principios generales del derecho internacional fluvial en el uso y la gestión de los ríos transfronterizos”.
No obstante, el profesor Fleurant entiende que “el camino que debe priorizarse en esta crisis es el de una consulta abierta entre Haití y la República Dominicana para garantizar sus intereses dentro del absoluto respeto de su soberanía”.
Plantea varias posibilidades para llegar a un acuerdo, entre ellas un arbitraje internacional y el establecimiento de un marco legal bilateral para la gestión y uso de cursos de agua transfronterizo.
En un país signado por la violencia, sin un gobierno estable y al borde de una intervención armada multinacional, las diferencias con la República Dominicana sobre las aguas de un río, por demás diezmadas por los abusos ambientales, han logrado unificar a mansos y cimarrones.