Rechazo y lucha contra la ocupación haitiana
Enfrentando la invasión | A pocos meses de que Haití asumiera el gobierno de la isla, nacieron los primeros movimientos separatistas
El rechazo a la invasión haitiana no tardó en florecer. Tempranamente, en junio de 1822, gente de Monte Cristi estableció contacto con el gobernador de Cuba al que le solicitó “auxilios para separarse de los negros y mulatos” que los gobernaban, según pudo comprobar en archivos de esa nación el historiador caribeño José L. Franco.
El gobierno actuó con rapidez para impedir que hubiese una sublevación en Samaná, donde en 1822 se hacían planes para enfrentar a la invasión de Boyer con el apoyo de una escuadra francesa que llegaría desde Martinica y de algunas tropas españolas procedentes de Puerto Rico.
Todo el que pudo huir de Santo Domingo lo hizo durante esta primera etapa de la invasión haitiana. No era la primera vez que los residentes en la parte este de la isla abandonaban el territorio en masa, ya que después de la firma del Tratado de Basilea en 1795, con la entrada a la parte oriental de Toussaint Louverture, se había producido un éxodo de la población hacia Puerto Rico, Venezuela y otros dominios españoles.
Posteriormente, tras la entrada de Jean-Pierre Boyer a la parte este con su ejército, en 1824 estalló la llamada revolución de Los Alcarrizos, la más importante de las sublevaciones ocurridas entonces, que fue denunciada y sofocada rápidamente. En consecuencia, cuatro personas fueron condenadas a muerte por la insurrección.
El movimiento subversivo más importante, contra la ocupación, sale de las propias filas haitianas: La Reforma.
Las desavenencias en el seno del gobierno haitiano por la labor de algunos diputados desafectos al régimen y la represión a que fue sometido el cuerpo legislativo en general, y los diputados opositores en particular, solo dejaron abierta la vía de la revolución contra el gobierno de Boyer.
Los opositores al régimen de Boyer en Haití se organizaron en una “Sociedad de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, dirigida por Hérard Dumesle, que promovía banquetes con charlas y discursos en los que se enaltecían las ideas liberales y la necesidad de reformar el estado haitiano.
En septiembre de 1842, la Sociedad lanzó un manifiesto en el que atacaban el absolutismo de Boyer y se designo al general Charles Rivière-Hérard como comandante del movimiento. El golpe fue dado el 27 de enero de 1843, en Praslin, en la finca de Herard y apoyado por la juventud de Santo Domingo en marzo de ese año. El gobierno de Boyer cayó el 14 de marzo y con él finalizaron veinticinco años de dictadura. Asumió la presidencia Hérard, proclamado el 4 de abril de ese año.
El triunfo del movimiento haitiano desataría las fuerzas contenidas de los dominicanos, ya organizados desde 1838 en la Trinitaria.
La revolución de Los Alcarrizos
En los primeros años de la ocupación haitiana, hubo iniciativas separatistas en el territorio de la parte este de la isla, pero el que más impacto causó por la severidad de las sanciones que se aplicaron a quienes pretendían iniciar un proceso de separación de Haití y retornar a la protección del reino de España fue la Revolución de Los Alcarrizos.
Los líderes de la asonada ocurrida el 8 de marzo de 1824 fueron Baltazar de Nova y Antonino González. Otros participantes eran: el Presbítero Pedro González, cura de Los Alcarrizos, de donde tomó nombre la conspiración; Lázaro Núñez y José María de Altagracia, capitanes de la guardia nacional; Facundo de Medina, Lico Andújar, Dr. Juan Vicente Moscoso, quien había tomado parte en el movimiento emancipador del 1821 (la Independencia Efímera), y Juan Jimenes (padre de Manuel Jimenes, quien sería el segundo Presidente del país entre 1848 y 1849), quien se comprometió a reunir personas de las cercanías del poblado de San Carlos (en la actualidad, barrio de Santo Domingo).
La primera reunión formal de la trama se realizó el 24 de enero de 1824, en la casa del Padre Pedro González, en Los Alcarrizos. La segunda reunión tuvo efecto el domingo 15 de febrero, en San Carlos, cerca de la gallera. Esta conspiración fue denunciada al General Jerome Maxime Borgellá, gobernador de la parte este.
Según José Gabriel García, la derrota se debió a “una imprudencia que cometió Baltazar de Nova, quien adelantándose a la hora del pronunciamiento, reunió en las inmediaciones de San Carlos una partida de hombres de los campos, causando la alarma de las autoridades y excitando el furor del general Jérôme-Maximilien Borgella, quien salió con doscientos hombres a dispersar y perseguir a los amotinados, de los cuales unos huyeron y otros cayeron prisioneros”.
Los insurrectos capturados fueron sometidos a juicio y condenados a muerte. Ejecutaron a Juan Jiménez, Lázaro Núñez, Facundo Medina y José María Altagracia. El padre González, Juan Serra y otros fueron desterrados a la parte haitiana, pero lograron escapar Baltazar de Nova y Antonio González. El primero se embarcó hacia Venezuela y el segundo se ocultó en el Cibao, mientras persistió la dominación.
- MEDIDAS TRAS OCUPACIÓN
Con la dominación haitiana se inició la toma de medidas que afectaban la propiedad de la tierra y que perjudicaron, particularmente a la iglesia católica, que era uno de los principales propietarios de terrenos en la parte este. Luego vinieron las que impedían el uso del castellano en los actos oficiales, las relativas al uso de las tierras comuneras que crearon numerosas riñas y disgustos, el servicio militar obligatorio y la prohibición del juego de gallos, la más importante actividad recreativa en los pueblos y campos. El objetivo era que la parte este asimilara la cultura y tradiciones haitianas.
- ESCLAVITUD Y LAS TIERRAS
Por otra parte, la ocupación haitiana tuvo logros formidables. La desaparición de la esclavitud que nunca fue tan gravosa en la antigua colonia española como en la parte occidental de la isla, es un logro de primera categoría y los descendientes de los antiguos esclavos valoraron altamente esta conquista. También la nueva distribución de la tierra por la aplicación del código rural haitiano, aprobado en 1826, es otro aspecto positivo de la dominación de Haití en el territorio oriental de isla, así como los intentos del gobierno de Boyer por lograr el desarrollo de una agricultura de plantación que aumentara la productividad de la tierra.