La noche que “un diluvio” colapsó al Gran Santo Domingo
Seis muertes, tres desaparecidos, daños a la propiedad, qué cantidad de agua cayó
La tarde del viernes, como de costumbre, Carmen salió de su trabajo a la 6:00 de la tarde, con la idea de que, aunque llovía, estaría en su casa antes de las 8:00 para hacer la cena y dormir a su bebé.
El colapso de la ciudad ese día, producto de una lluvia inusual que muchos entendidos en cuestiones climáticas dicen no haber visto en 40 años, trastornó sus planes y el de miles de habitantes del Gran Santo Domingo que quedaron atrapados en medio del torrencial que, como un cisne negro, sorprendió a toda la capital.
Los videos y testimonios en las redes sociales, en el sistema de mensajería telefónica o en llamadas en línea, revelaban un panorama que más de uno compara con el diluvio al que sobrevivió el personaje bíblico Noé. Se estima una precipitación de unos 236 milímetros de lluvia en algunos puntos del Gran Santo Domingo.
Vehículos de todo tipo se veían ahogados en calles y parqueos, gente que nadando tuvo que abandonar sus vehículos para evitar perecer en ellos, kilométricos tapones en varias avenidas que extendieron a seis horas trayectos que se recorren en media hora.
A la fecha, las autoridades han reportado la muerte de seis personas y la desaparición de otras tres, a las que buscan en ríos y cañadas bajo la premisa de que pudieron ser arrastradas por las corrientes en plena vía.
El COE informó que uno de los fallecidos fue un hombre que intentó salvar su carro anegado y quedó atrapado debajo del vehículo; a otro le cayó una pared encima, otros dos habrían sido arrastrados ante la crecida de una cañada, en Arroyo Hondo. Esta fue una de varias cañadas desbordadas, provocando que viviendas, apartamentos, centros comerciales, universidades, además de los vehículos, resultaran con graves daños y pérdidas todavía invaluables. También se interrumpió el servicio de electricidad en varios sectores.
En medio del dramático suceso, que puso en evidencia las grandes carencias urbanas del Gran Santo Domingo, salió a flote el enojo de la población por la falta de información sobre lo que iba a ocurrir, por los cúmulos de basura, por la falta de limpieza de imbornales y por el precario drenaje pluvia, factores que se combinaron e hicieron de la noche del viernes, una de las más caóticas en la historia de la capital.
Lo que nadie leyó
La publicación en la red social Twitter data del jueves 3 de noviembre, a las 10:18 minutos de la noche, en la cuenta de la Oficina Nacional de Meteorología (Onamet): “Mañana y el sábado, principalmente después del mediodía; aguaceros moderados a fuertes con tormentas eléctricas y ráfagas en varias provincias de las regiones noreste, sureste, (incluyendo el GSD), el suroeste y la Cordillera C, debido a una vaguada y una onda tropical.”
Al día siguiente, en su boletín de las 11:00 de la mañana, el Centro de Operaciones de Emergencia (CEO) ponía 19 provincias en alerta, una de ellas: Montecristi, en Rojo, mientras las demás estaban en verde, incluido el Gran Santo Domingo.
Para las 2:00 de la tarde, un nuevo boletín del COE, incrementaba la alerta en once de esas provincias (incluido el Gran Santo Domingo) a amarillo, un nivel que se declara cuando “la tendencia ascendente del desarrollo del evento implica situaciones inminentes de riesgo y situaciones severas de emergencia”.
Ya a las 5:00 de la tarde de ese mismo viernes empezaron a caer las torrenciales lluvias que se mantuvieron por unas tres horas.
“La lluvia caída en tres horas en la Estación Central, Los Mameyes 70mms, la lluvia media mensual de noviembre 132.5mm”, publicaba en su Twitter esa misma noche, la directora de Onamet, Gloria Ceballos. La publicación coincidía con el prolongado momento en que miles y miles de ciudadanos se veían impedidos de avanzar hacia sus hogares por el gran taponamiento que siguió a las inundaciones reportadas en varios puntos de la ciudad. El tuit de Ceballos tuvo más interacciones que el de Onamet, del día anterior, pero en muchos de los comentarios se leen quejas por lo que para algunos fue una falta de las autoridades por no advertir lo que sucedería.