Picada por una medusa: la historia de Michelle Guillon
La triatleta tuvo un encuentro casi mortal en Boca Chica
La mañana del 13 de agosto de este año, la triatleta Michelle Guillon se adentraba en las aguas, junto a unos compañeros, del parque nacional submarino La Caleta en Boca Chica. Eran las 7 de la mañana y Michelle describe el entorno como hermoso. Habían decido practicar natación en mar abierto ya que por motivos de la pandemia no hay piscinas disponibles. Al poco tiempo de entrar al agua, sintieron cierta comezón en diferentes partes del cuerpo, pero no consideraron necesario abandonar la práctica.
Momentos más tarde, a unos 200 metros de la orilla, un compañero de Michelle, Juan Carlos, sintió un ardor en el pecho. Michelle y sus amigas ríen minimizando la situación, mientras Juan Carlos decide regresar rápidamente a la orilla por la molestia que sentía. Minutos después el grupo decide regresar, Michelle va al frente cuando a unos 50 metros de la orilla todo cambió súbitamente.
Michelle se enredaba en los tentáculos de una Fragata portuguesa, Physalia physalis, que aunque muchos la definen como una medusa, lo es solo de apariencia. No es un solo animal. En realidad es una colonia de organismos que, en perfecta simbiosis, se divide el trabajo para flotar, detectar y capturar presas para hacer la digestión. Debajo de una especie de vela (Bolsa de gas) y el cuerpo se encuentran varios tentáculos que pueden alcanzar hasta 20 metros de largo, en donde se encuentran pequeñas cápsulas con veneno (nematocistos) y que utilizan para capturar a sus presas, paralizándolas con una potente toxina proteínica.
Las células urticantes en forma de clavos, llamadas nematocistos, pueden penetrar en la piel de los humanos y dentro de ella se revientan provocando un gran dolor con consecuencias neurotóxicas, citotóxicas y cardiotóxicas, produciendo un dolor muy intenso y, en algunos casos documentados, la muerte por reacción alérgica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la incluyó en el listado de “especies peligrosas” para la salud humana e invertebrados venenosos en las Guías para Ambientes Seguros en Aguas Recreacionales. En enero de 2020, la Oficina de Preparación y Gestión de Desastres (ODPM en inglés) de Trinidad y Tobago confirmó la presencia masiva de ejemplares de Carabela portuguesa en las playas de Manzanilla y Mayaro.
A partir del encuentro con la medusa, Michelle iniciaría una carrera por salvar su vida, que la llevaría a pasar varios días en cuidados intensivos. Casi dos semanas después del encuentro, sufre las secuelas físicas y psicológicas del incidente pero enfatiza, con lagrimas en los ojos y con la voz quebrada que la medusa no la atacó, simplemente se encontraron en un mismo punto por accidente.
Siente deseos de volver a la Caleta, posiblemente en busca de respuestas, pero cree que todavía no es el momento.
Diario Libre conversó con Michelle por video conferencia sobre su terrible experiencia de la cual se siente dichosa de haber sobrevivido.
El nombre de carabela hace alusión a la forma en que se desplazan en el océano. Poseen una especie de vela gelatinosa de hasta 30 centímetros llena de gas, que es empujada por el viento y las corrientes.
Estos animales marinos habitan las aguas tropicales de todo el mundo y no se desplazan en grupos.
En caso de ver una carabela portuguesa lo mejor es alejarse rápidamente observando donde se encuentran los tentáculos y de tener contacto con ellos, lo primero que debe aplicarse es amoníaco o alcohol sobre la piel afectada y buscar atención médica para evitar complicaciones.