El mar sin humanos
Reef Check analiza el efecto de la pandemia en las aguas costeras dominicanas
La pandemia por el Covid-19 ofreció una oportunidad sin precedentes. Ya se tenía un estudio de calidad de agua, en varios puntos del país, realizado en 2016 por la Autoridad Nacional para Asuntos Marítimos de la República Dominicana (ANAMAR). Con este informe se ha podido comparar cómo la cuarentena ha afectado la calidad del agua.
Reef Check se estableció en la República Dominicana en 2004 bajo la dirección del doctor Rubén Torres y el apoyo de una junta de directores. Juntos, han llenado un espacio muy importante en materia de conservación de los recursos marinos costeros de la República Dominicana por el rápido crecimiento la industria del turismo.
Nuestra isla y los seres humanos
Nuestra isla ha sido destacada como uno de los principales destinos turísticos de la región. Estamos acostumbrados a ver nuestras hermosas playas de arena blanca y agua turquesa siendo disfrutadas por millones de personas que nos visitan anualmente. La industria turística activa la economía local y beneficia directa e indirectamente a muchos dominicanos y extranjeros residentes, y como tal, es considerada un eje central de la economía de la Republica Dominicana y otros países del mundo.
Pero la vida isleña no era así antes., la isla conocida como La Española tiene sus orígenes en el período Cretácico de la Era Mesozoica, sin embargo, los registros arqueológicos indican que la isla de La Española fue habitada por humanos apenas alrededor del año 4,000 A. C. por indígenas que emigraron desde América Central y América del Sur, esta isla estuvo se mantuvo miles de años Sin Humanos. Más tarde, como todos sabemos bien la historia, otra oleada significativa de habitantes, ahora provenientes de Europa llegaron a La Española en 1492 como todos sabemos bien la historia. La primera de las dos oleadas de humanos resultó en un aumento gradual de la población humana, a medida que los indígenas, se hacía a la mar con sus canoas, tocando y habitando isla por isla hasta llegar a la nuestra. Sin embargo, justo después de la segunda oleada, proveniente de Europa y África, la población nativa local se redujo drásticamente a causa de enfermedades a las cuales los indígenas no eran inmunes, y a las guerras por el territorio y el poder con una desigualdad significativa de armas. Eventualmente, pero muy rápido, la población nativa fue erradicada casi completamente hacia mediados de los años 1500s. Pero posteriormente, la población local en nuestra isla, de nuevo comenzó a aumentar lentamente hasta el presente, llenándose de habitantes que provenían de diferentes regiones del mundo, y realizando diferentes actividades productivas como lo vemos hoy día en nuestro entorno.
Y aunque los seres humanos apenas somos una especie más que forma parte de la naturaleza de este planeta, nos consideramos una especie dominante ante las demás. Una especie que se ha ido adaptando a diferentes ambientes y situaciones, llegando a escapar a lo que Charles Darwin llamó Selección Natural, la cual ejerce un control natural poblacional de todos los organismos vivos, beneficiando con la vida a los más aptos, y eliminando a los no tan afortunados, lo que asegura una población futura más fuerte y adaptada a las condiciones del momento. Esto influye en que hoy tengamos un crecimiento poblacional exagerado y descontrolado con relación a la disponibilidad de recursos, principalmente alimenticios, y a la capacidad de que nuestros desechos vuelvan a ser incorporados al entorno natural; algo que llamamos “sostenibilidad” o “sustentabilidad”, que en términos llanos, es la capacidad que tiene una especie de utilizar los recursos y el entorno que necesita, sin que éstos se agoten o degraden. Aunque lo neguemos mediante estrategias de mercadeo y publicidad y utilicemos la palabra “Sostenible”, nuestra permanencia en el planeta está comprometida por este crecimiento poblacional desproporcionado. A su vez, el desarrollo poco planificado, o planificado a posteriori que conlleva al uso de recursos de manera no sostenible, produce escasez, propicia un entorno degradado, lo que resulta contraproducente para nosotros mismos, ya que compromete recursos naturales vitales que necesitamos para desarrollarnos y sobrevivir, como individuos y como sociedad a largo plazo.
El gran experimento COVID-19
En marzo del 2020, una fecha que será recordada por siempre, fue reportado en nuestra isla nuestro más nuevo habitante; un organismo vivo proveniente de otra parte del mundo, tan diminuto en tamaño que no podemos verlo, pero que por sus efectos sobre los humanos, combinado con la falta de información sobre el mismo, así como nuestras limitaciones de evitar su contagio o de curarnos, cambió la vida humana tal cual la conocíamos en una forma sin precedentes.
Por su aparición previa en otros países, ya sabíamos que este organismo era un nuevo tipo de Coronavirus, el cual causa problemas respiratorios agudos, por lo cual fue nombrado SARS-COVID19 (siglas de su nombre in inglés Severe Acute Respiratory Sindrome Corona Virus 19). Dada la falta de respuesta a esta grave situación, los pobladores y visitantes de nuestra isla, al igual que la mayor parte del mundo, tuvimos que cambiar nuestro estilo de vida rápidamente, llegando a tener que reducir al mínimo la mayoría de nuestras actividades diarias, e incluso a recluirnos en nuestros hogares hasta tanto fuese seguro volver a la normalidad acostumbrada, todo esto apoyado en una declaración de Pandemia por la Organización Mundial de la salud ese mismo mes. Esta Pandemia resultó ser el gran experimento que demostró que era posible lo que nadie pensaba: que podíamos cambiar nuestra forma de vida cuando quisiéramos, y en poco tiempo. Un cambio de comportamiento que se había estado pidiendo en todas las conferencias y acuerdos sobre el muy famoso Cambio Climático dada nuestra relación tóxica con nuestro entorno, ya que los recursos que necesitamos son cada día más escasos y de menor tamaño, nuestras playas y bosques desaparecen incluso bajo la mirada nuestra y de aquellos llamados por ley a preservarlos.
Durante varios meses, las actividades sociales y productivas se redujeron a su más mínima expresión; se cerraron las fronteras desde y hacia otros países para evitar la importación y exportación del virus, lo cual fue la causa del primer caso en la república Dominicana a principios de marzo de este año. En consecuencia, el gobierno de la República Dominicana declaró un Estado de Emergencia a nivel nacional , cerrando fronteras, enviando a sus países de origen a los turísticas que se encontraban en el país, e implementó un toque de queda, haciendo que la gran mayoría de los Dominicanos permanecieran en sus hogares por tres meses mediante a una serie de medidas que buscaban controlar la expansión del virus a la población.
Aunque esta situación es grave para la vida en sociedad, los ambientes naturales y miles de especies se vieron beneficiadas debido a la reducción drástica de la actividad humana y los impactos negativos que ésta impuso desde que el primer humano pisó estas tierras. Los análisis de la calidad del aire, comenzaron a reflejar mejorías casi inmediatas en las regiones afectadas por la reducción de la actividad humana, y en comparación con tiempos anteriores, cuando era normal y abundante. Las redes sociales nos mostraron delfines entrado a marinas y puertos, aguas transparentes en los canales de Venecia y un sinnúmero de otras evidencias que nos hacen pensar que el Planeta estaba tomándose un respiro de nosotros. Viendo estas evidencias, decidimos comprobar y documentar mediante el método científico estos cambios aparentes y demostrar a ciencia cierta, que somos capaces de cambiar, cuando realmente nos disponemos a hacerlo en la escala global apropiada.
Estudio de la Calidad de Agua en el Mar Sin Humanos
Al ver la drástica reducción de la actividad humana en nuestras costas, no esperamos en documentar los posibles cambios. Teniendo datos de tiempos anteriores (con humanos), pensamos en contar peces y corales, lo que hemos hecho muchas veces. Sin embargo, ya que habían pasado apenas unas pocas semanas del encierro de los humanos, sabíamos que las poblaciones de peces y corales no reaccionarían tan rápido, ya que, para notar una diferencia los peces o corales debían crecer y multiplicarse, algo que ocurre en un rango de meses o incluso años. Lo que si era más probable, y que se podía observar fácilmente inclusive en el Malecón por las personas que se ejercitaban, era que el agua costera, parecía estar más limpia que antes. Por lo que decidimos hacer un estudio de la calidad del agua costera, ahora en un mar “sin humanos”.
Diseñamos un protocolo para la colecta y análisis de muestras de agua costera en Boca Chica, siendo un destino turístico de mucha historia, pero que ahora sus playas, brillaban por la ausencia de visitantes, locales y extranjeros. Establecimos 6 puntos de muestreo, algunos de los cuales coincidían con un estudio anterior del 2016 llevado a cabo por la Autoridad Nacional para Asuntos Marítimos de la República Dominicana (ANAMAR), a quienes solicitamos dicho reporte con fines de comparación.
En cada punto de muestreo, decidimos tomar dos muestras de agua, las cuales servirían para comprobar los resultados obtenidos y asegurar la calidad de la data. De la misma forma que diseñamos este estudio para Boca Chica, seleccionamos otro sitio que nos sirviera de control en nuestro experimento, para lo cual seleccionamos el Parque Nacional Submarino La Caleta, muy conocido por sus aguas transparentes y limpias durante todo el año por el reducido desarrollo turístico de sus costas al contrario de Boca Chica.
Las muestras de agua colectadas, fueron analizadas para medir parámetros que están relacionados a la actividad humana, y los cuales pudieron haber variado dada la drástica reducción de la actividad. Los parámetros analizados fueron: Aceites y Grasas, Nitrógeno amoniacal, Nitrito-Nitrato, Oxígeno Disuelto, pH, Temperatura, Coliformes Fecales y Coliformes Totales.
Asumiendo que las aguas en Boca Chica, un destino desarrollado desde hace décadas para el turismo podrían estar más limpias durante la cuarentena, quisimos comprobar la hipótesis, que en estos tiempos Sin Humanos, las aguas de Boca Chica podrían estar similarmente limpias a las de La Caleta, un sitio con poco (o ningún) desarrollo turístico significativo, declarado como Parque Nacional Submarino en el 1986.
Para llevar a cabo este importante estudio, contamos con la alianza estratégica y apoyo de la Fundación Propagas, así como la autorización y soporte logístico de las autoridades relevantes como el Ministerio de Medioambiente y Recursos Naturales, y su Vice Ministerio de Recursos Costeros y Marinos, así como el Ministerio de Defensa, el Vice Ministerio de Defensa para Asuntos Navales y Costeros, la Armada de la República Dominicana, y su Dirección de Operaciones. Las muestras fueron colectadas y analizadas por el Laboratorio de Servicios Analíticos y Ambientales del Instituto Tecnológico (INTEC), el cual cumple con estándares internacionales para el correcto manejo de muestras a fin de garantizar resultados confiables, siguiendo los lineamientos del Registro Federal de USA, “Required Containers, Preservation Techniques, and Holding Times” requerido para cada parámetro y teniendo la certificación del organismo internacional Bureau Veritas bajo la Norma ISO 9001:2015 .
El estudio fue llevado a cabo satisfactoriamente el día 8 de Mayo 2020, cuando el mar tenía unos dos meses “sin humanos”.
Los Resultados
Las muestras de agua colectadas en Boca Chica y la Caleta no presentaron diferencias significativas en todos los parámetros estudiados durante la cuarentena. Sin embargo, ambas zonas presentaron resultados significativamente menores a los resultados encontrados en Boca Chica por ANAMAR en el 2016, cuando la actividad humana era normal. O sea, este estudio comprobó de manera científica, que la calidad de agua en Boca Chica durante la Pandemia, cuando el mar estaba “sin humanos”, era tan limpia como las aguas del Parque Nacional Submarino La Caleta, con lo cual se comprueba la hipótesis que desarrollamos antes de realizar el estudio.
Estos resultados, aunque esperados, son muy sorprendentes ya que nos demuestran, mediante el desarrollo del método científico, que nuestros mares, a pesar de tener varias décadas bajo los impactos negativos que resultan de las actividades humanas, pueden recuperarse en apenas unas pocas semanas si tan solo le damos un respiro. Esto debe llamarnos a reflexión, primero para entender nuestra relación tóxica con nuestro entorno, que no es para nada sostenible a largo plazo, lo cual nos perjudica a nosotros mismos, y que, a lo mejor, deberíamos establecer un sistema de manejo en el cual, podamos dar un respiro de vez en cuando y en forma regular a nuestros mares, para asegurar su bienestar a largo plazo y permitir su recuperación escalonada a través del tiempo. Después de todo, nos debemos al Mar.
Tablas y Figuras con los resultados de los parámetros estudiados en Boca Chica y el Parque Nacional Submarino La Caleta durante la Pandemia del COVID-19, cuando el mar estuvo sin humanos, así como la comparación con un estudio previo realizado en Boca Chica por la Autoridad Nacional para Asuntos Marinos (ANAMAR).