Alerta: República Dominicana se “sobregira” con sus cuentas de aguas subterráneas
Expertos advierten la sobreexplotación de los acuíferos, afectados por la creciente intrusión salina y descarga de aguas cloacales
Sea por la sobreexplotación, por la contaminación resultante de un precario -en lugares, inexistente- sistema de alcantarillado sanitario, la intrusión de agua del mar o por los efectos de la sequía, República Dominicana agota cada vez más las reservas hídricas que guarda su subsuelo y reduce su potencial de uso.
En palabras del geólogo Osiris de León, se trata de “una cuenta” de la que se extrae más de lo que se deposita, operación que, si se asemejara al mundo financiero, resulta en sobregiro. Con la única diferencia de que en este caso se trata de agua, un recurso indispensable para la vida.
Partiendo de las informaciones que arrojaron el “Plan Nacional de Investigación Aprovechamiento y Control de las Aguas Subterráneas”, conocido por sus siglas como PLANIACAS (INDRHI-TAHAL, 1983) y el “Estudio Hidrogeológico Nacional en la República Dominicana”, (INDRHI-AQUATER, 2000), se calcula que el país tiene una recarga anual de agua subterránea de 4,161 millones de metros cúbicos (Mm3/a), con un potencial de aprovechamiento es de 2,469 millones de metros cúbicos por año.
Las cifras, contenidas en el Plan hidrológico nacional, del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), parten de los promedios de lluvia en el territorio, cuya media anual es de 73,000 millones de metros cúbicos, de los que cerca del 66 % se transforma en evapotranspiración, unos 23,499 son aguas superficiales y 2,467 son escorrentía subterránea aprovechables, en las 14 zonas o unidades hidrogeológicas existentes en el país.
El ingeniero hidráulico Gilberto Reynoso Sánchez, en su libro “Contraste sobre la disponibilidad y la demanda de agua por provincia, situación actual y retos futuros” (BanReservas, 2016), estima en unos 500 y 600 Mm3/a las extracciones de aguas subterráneas en el territorio nacional.
Con ella se complementa la oferta del líquido que se sirve en los distintos sectores productivos de la vida nacional, llegando a alcanzar más de un 80 % en renglones como el turismo.
Pero las estimaciones, pueden subir o bajar en función de los periodos de sequía, como el que padeció República Dominicana desde 2018 hasta mediados de 2020.
Durante ese periodo, la Oficina Nacional de Meteorología (Onamet) declaró al país en “Sequía meteorológica” debido al déficit pluviométrico que en algunos meses llegó a -52.2%, mientras los acumulados de lluvias anuales se situaron entre 900 y 1,200 milímetros, cuando el promedio normal del país es sobre los 1,400.
La Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santo Domingo (CAASD) anunció en diciembre de 2018 un manejo promedio diario de 411,906 millones de galones de agua potable, de los que 304,372 millones (el 73.89 %) salieron de fuentes superficiales y 107,535 millones (el 26.11%) de fuentes subterráneas.
Pero, en diciembre de 2019 la entidad, que sirve agua a los 3.7 millones de habitantes que residen en Santo Domingo y el Distrito Nacional, indicaba que el manejo diario se situaba en 363 millones de galones y que gracias a las lluvias que hubo en días previos había podido subir a 391 millones.
Como medida a la situación de sequía, desde el Gobierno y a nivel particular, se recurrió al agua del subsuelo para suplir el servicio. Informaciones difundidas por el Indrhi en marzo de 2019 anunciaban la construcción de 2,076 pozos tubulares para cubrir el déficit de agua en zonas puntuales del país.
Pero más allá de la presión por la sequía, tanto De León como Reynoso Sánchez entienden que lo peor es que se ha ido degradando progresivamente la calidad de las aguas subterráneas debido al sobreuso.
Reynoso Sánchez recuerda que zonas del este y parte del sur del país dependen mucho de los acuíferos, con extracciones constante mediante sistema de bombeo.
Cita los casos de los acueductos de San Pedro de Macorís, Hato Mayor, gran parte de La Altagracia y de la Romana, que dependen del sistema de bombeo. En el caso de las zonas hoteleras de Bávaro recurren a fuentes subterráneas casi en el 100 %.
“La extracción constante de las aguas ha provocado que baje el caudal de las aguas dulce del subsuelo, permitiendo la entrada del agua de mar (intrusión salina) en extensiones cada vez más largas tierra adentro”, dice.
En Boca de Soco, en el municipio Ramón Santana, de San Pedro de Macorís, la cuña de agua salada ha penetrado a unos 24 a kilómetros, según estudios realizados en 2010. También cita los casos de Brujuleas, Boca Chica, donde la penetración del mar alcanza entre 10 a 12 kilómetro; Bávaro, con unos 10 kilómetros, así como la zona de las Charcas y Hatillo, en Azua, con extensión similar.
“Cada vez que se desaloja una cantidad de agua dulce, el agua salada avanza en relación de 1 a 40; es decir, si el bombeo provoca un descenso del agua dulce de un metro, el agua salada avanza 40 metros”, explica Reynoso Sánchez.
A medida que la intrusión aumenta, disminuye el potencial de uso del recurso, pues el mar llena de cloruro al agua dulce, un problema del que los expertos vienen advirtiendo desde hace décadas.
Desde Santo Domingo hasta Cabo Engaño se extiende la Planicie Costera Oriental, considerado el principal acuífero existente en República Dominicana, con una recarga estimada de 1,100 millones de metros cúbicos (Mm3) de agua anualmente.
El geólogo Osiris de León, en el informe Diagnóstico del Agua en las Américas”, realizado por la Red Interamericana de Academias de Ciencia en 2012, advertía que la intrusión salina en la Planicie, sobre todo en Bávaro, “pone en peligro tanto el futuro abastecimiento de agua potable a este importante polo turístico regional como la propia expansión del polo”.
Advertencia similar hacía con anterioridad el Programa de la Nacionales Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su informe de Desarrollo Humano 2005. “Los nuevos desarrollos hoteleros, como Punta Cana, se encuentran amenazados por la degradación ambiental, debido al manejo insostenible de las aguas subterráneas. Además, la degradación ecológica limitará la capacidad de la industria turística para diversificarse hacia mercados de alta calidad”, señalaba.
De León también señalaba en 2012 que la falta de alcantarillados sanitarios ha llevado a ciudades como Santo Domingo a disponer las aguas de los inodoros a través de pozos filtrantes que descargan las heces fecales en las mismas fuentes subterráneas que se captan mediante pozos tubulares para consumo.
Nueve años después de esa publicación, el geólogo entiende que el problema se agrava, en parte, por el incremento del uso de las aguas subterráneas durante los recientes periodos de sequía.
“Cuando tú tienes una larga sequía, la hotelería no para, el urbanismo no para, y quien sufre es el acuífero que te está danto algo que es prestado, y que no ha recibido de la lluvia que es la recarga que le ayuda a mantener el nivel en condiciones óptimas para que se pueda aprovechar”, apunta.
En lo que respecta a la contaminación por descarga directa al subsuelo, la situación se ha multiplicado, sobre todo en zonas urbanas como Santo Domingo y el Distrito Nacional.
“En Naco, Piantini, La Julia, Evaristo Morales, entre otros sectores del Distrito, donde tú tenías una vivienda unifamiliar, en la que vivían cuatro personas, ahora se tienen una torre de 30 y 40 pisos, con 2 apartamentos por pisos y a veces hasta cuatro apartamentos por pisos. Pero, tanto antes como ahora, la descarga sanitaria se hace a través de un pozo filtrante de 8 pulgadas que va al subsuelo”.
En la medida que aumentó la densidad habitacional, se multiplica la densidad bacterial en el subsuelo. “La contaminación es mayor, porque esos sectores no están articulados a un sistema de alcantarillado sanitario que colecte esas aguas y las lleve a una planta de tratamiento”, dice.
Con la alta carga bacterial también se limita la posibilidad de aprovechar los acuíferos, que en el caso de Santo Domingo implica la tercera parte del agua servida, además de que se arriesga la salud de la población, principalmente afectada por problemas gástricos.
Más allá de Santo Domingo y el Distrito Nacional, que concentra alrededor de 3.7 de los más de 10 millones de habitantes que tiene el país, a nivel general se estima que el 70 % de la población hace uso de inodoro, pero el acceso a alcantarillado es tan solo del orden del 30 %.
Los datos los cita el Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo (MEPyD) en el documento presentado en el Octavo Foro Mundial del Agua, 2018.
A esa realidad atribuye “la gran cantidad de sépticos y filtrantes que impactan las aguas subterráneas”. Pero el problema no es solo de descargas. El documento plantea que República Dominicana tenía, al 2017, una producción de residuos sólidos estimada en 11,088 toneladas diarias, que se disponen en 310 vertederos a cielo abierto, y cuyos efluentes líquidos (lixiviados) contaminan los escurrimientos superficiales, suelos y aguas subterráneas.
“Aplicando el método de balance hídrico de la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés), se estima una producción de 25.8 lps (2015) en una superficie de 7.00 km2 que ocupan los 310 vertederos a cielo abierto de la República Dominicana. Cuando se aplica el método suizo, la valoración de lixiviado bruto, es de 90.23 lps (2015)”, indica el MEPyD. Advierte que “el agua necesita protección dado que es un recurso finito”.
Impacto en la economía
El análisis sobre las Cuentas del Agua en República Dominicana, realizado por las cinco entiendas gubernamentales que conforman el Comité Interinstitucional para el Desarrollo de las Cuentas del Agua (Cideca), vincula la información sobre extracciones y descargas de agua de la economía, con información sobre los stocks de los recursos hídricos en el ambiente
De manera cuantitativa, los integrantes del Comité: Banco Central, Ministerio de Medio Ambiente, Indrhi, el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillado (Inapa) y la Oficina Nacional de Estadísticas, midieron con tablas de Uso y Oferta Física del Agua, los flujos de agua dentro de la economía y entre el ambiente y la economía.
Determinó que a nivel nacional el mayor consumidor de agua es el sector agricultura, con un 86.6%, seguido por los hogares (5.2%) y los hoteles (5.0%). Aunque es un estudio de 2016, los datos refieren a 2005, tomado como año base.
La agricultura, recibe agua del sistema de riego, administrado por el Indrhi, por orden de 3,732.9 hectómetros cúbicos (hm3), y retorna al medio ambiente un volumen de aguas residuales no tratadas de 1,208.9 hm3.
“En lo que respecta al agua destinada al subsector agrícola, se extrajeron 7,533.46 hm3, de acuerdo a informaciones del Indrhi para el año en estudio, de los cuales 7,368.5 hm3 correspondieron a aguas superficiales y 165 hm3 a aguas subterráneas”, indica.
En el caso de las redes de distribución de las distintas corporaciones que sirven el agua a nivel nacional, se estimó que entre todas realizaron extracciones totales de aguas del medio ambiente, del orden de 1,112.9 hm3, de las cuales 882 hm3 son superficiales (79.3%) y 231 hm3 de aguas subterráneas (20.7%).
Para el sector hoteles se estimaron extracciones de agua del medio ambiente para uso propio, de unos 119.6 hm3, de los cuales 97 hm3 (81.1%) corresponden a aguas subterráneas y 22.6 hm3 (18.9%) a aguas superficiales. De acueductos hay 27.7 hm3, para un uso total de 147.3 hm3.
En el sector hogares se estimaron extracciones del medio ambiente de 298.6 hm3 de las cuales 164.9 hm3 proceden de aguas subterráneas y 133.7 hm3 superficiales. Además, recibe de la red de distribución unos 611.4 hm3, para un total de uso de agua de 910.0 hm3.
“El agua subterránea es un recurso estratégico y debería ser el último que un país use, pues lo lógico es usar el agua que circula por los ríos que, si no se aprovecha a tiempo, se va al mar”, reflexiona el ingeniero Reynoso Sánchez, director ejecutivo del Gabinete del Agua de la Presidencia de la República.
La solución es posible
De no enfrentar la problemática de agua, sean subterráneas o superficiales, República Dominicana sufrirá de precariedades en todo su desarrollo a futuro. Así lo advierte el ingeniero Israel Acosta, encargado del Departamento de Hidrología del Indrhi.
Acosta entiende que el país requiere de reglamentaciones y normativas de explotación de aguas subterráneas que sean más estrictas y con régimen de consecuencia coherente y disciplinado.
“La situación se enfrentaría con mayor control, con normativas legales para permisos de perforación de pozos, así como de explotación de aguas subterráneas, adecentamiento de la producción de agua potable por parte de las prestadoras de Servicio de Agua Potable y Saneamiento contribuyendo esto a la disminución de empresas privadas dedicadas a producir agua embotellada a granel”.
“En el caso de la salinización, lo primero es parar el bombeo y segundo tratar de inyectar agua dulce para que se acumule sobre el agua salada”, plantea a su vez Reynoso Sánchez, pensando en un sistema circular del agua que implique la extracción, uso, tratamiento e inyección al subsuelo.
Coincide con el geólogo De León en la necesidad de que se construyan sistema de alcantarillado sanitario y plantas de tratamiento que permitan la recirculación del agua, una tarea gigante en un país donde, según las estimaciones, apenas se recolecta entre un 9 %y 11 % de las aguas residuales y de esas, se trata menos de un 15 %.
De León sugiere un alcantarillado sanitario sectorial, sobre todo mediante el sistema de alianza público-privada, en los sectores de más densidad, tal como propuso al Congreso Nacional mediante una propuesta de ley, que planteaba la obligación de conectarse so pena de sanciones pero que quedó en el archivo de casos perimidos.