Secuelas a dos años del huracán María en Puerto Rico
En el municipio Yabucoa sufren todavía sus secuelas
Este viernes se cumplen dos años del paso del huracán María por Puerto Rico y aún muchas familias en Yabucoa, el municipio del sureste de la isla que recibió los primeros impactos del devastador ciclón, sufren sus secuelas.
José Morales e Irma Torres, un matrimonio residente en el sector costero El Negro, el lugar por donde entró María, o Félix Márquez, habitante del área montañosa del Barrio Tejas, son algunos de los ejemplos de personas que todavía padecen las consecuencias de María.
"Para mí las cosas no están muy bien que digamos. Pero le doy gracias a Dios porque estoy viva", dijo a Efe Torres.
La vivienda de esta familia sufrió la marejada que provocó el huracán, con olas de 6 metros que sobrepasaron la altura de la casa, inundándola de agua y arena.
Los techos de los dormitorios tuvieron que ser reforzados ante la posibilidad de que se desprendan en cualquier momento.
A pesar de los daños sufridos en la construcción y a que el municipio de Yabucoa les ofreció una vivienda pública, la familia no ha querido mudarse.
Una de las hijas del matrimonio decidió construir con sus propias manos un nuevo hogar en la parte posterior de su residencia original.
Los intensos vientos del poderoso huracán María, de categoría 4, destruyeron la mayoría de los establecimientos y viviendas en Puerto Rico construidos en madera y zinc, incluidos los de Yabucoa, conocida como la "Ciudad del nuevo amanecer".
El matrimonio mostró su temor a que otro ciclón como María acabe con su residencia.
"Yo vivo de la miseria, pero tengo esperanza en Dios de que algún día yo pueda estar bien en mi casa", dijo Torres, que lleva dos marcapasos y sufre de otras enfermedades.
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"En estos días de tormenta y temblores me pongo nerviosa", señaló la mujer, casada con Morales, un septuagenario ciego residente en El Negro desde hace 50 años que se dedicó mayormente a pescar.
Morales, de 75 años y que se quedó ciego por quemaduras en sus retinas, reconoció sentirse "triste" por el huracán María.
"Es triste, pero qué puede hacer uno, son cosas de la vida", apuntó el hombre, tras lamentar que la ayuda de las autoridades, tanto federales como locales, para levantar su residencia no ha sido suficiente.
El corte total de la electricidad en la isla después del paso de María fue una de las mayores preocupaciones para sus residentes, algunos tardaron hasta un año en recuperar el servicio.
La casa de Márquez no cuenta todavía con luz, ya que el poste que le proveía electricidad fue arrancado por el ciclón.
A pesar de que la empresa estatal Autoridad de Energía Eléctrica colocó otro cerca de su vivienda, no hay servicio, por lo que tuvo que conectar su contador a la corriente de un negocio que tenía su padre aledaño a su vivienda.
Los esfuerzos para que le restablezcan el servicio se han topado con la burocracia, según lamenta.
"Son horas y horas, y papeles y papeles en la agencia. Te imposibilitan las cosas y entonces uno busca otras soluciones", explicó.
Márquez recordó cómo sobrevivió el huracán solo en su residencia, mientras el resto de su familia se resguardaba en la vivienda de su hermana, a unos pasos de la suya.
Relató que el ciclón derribó un árbol sobre uno de los cuartos de la casa, derribando el techo de madera y zinc.
Los intensos vientos sostenidos de 249 km/h le impidieron abrir la puerta, por lo que como pudo llegó a la residencia de su hermana, a la que normalmente tardaba en llegar un minuto y aquel día le costó veinte.
Tras el huracán su automóvil estaba volcado y su casa completamente inundada, por lo que trabajó en su limpieza durante cuatro días.
"Mi casa no la abandono. Es lo que tengo, lo que tengo para darle a mi familia y de aquí no me muevo", dijo lloroso.
"Yo no deseo que esto vuelva a pasar otra vez en Puerto Rico", puntualizó.
El sector eléctrico, la economía o las estructuras viales en Puerto Rico siguen sin levantar cabeza pese a que han pasado dos años del huracán María que dejó en ruinas la isla y que causó la muerte de más de 3.000 personas. EFE/Jorge J. Muñiz Ortiz