La petrolera australiana Woodside anuncia su salida de Birmania por el golpe
Sídney (Australia), 27 feb (EFE).- La petrolera australiana Woodside anunció este sábado su salida de Birmania tras el golpe de Estado perpetrado el 1 de febrero por los militares, lo que supone el último golpe a la inversión extranjera en la nación asiática, en tanto que continúan las protestas civiles en las calles.
La compañía condenó en un comunicado 'las violaciones de los derechos humanos y la violencia contra el pueblo birmano durante las manifestaciones pacíficas' en rechazo del nuevo gobierno militar.
'Estamos reduciendo nuestra presencia en el país y esperamos que para la próximas semanas la desmovilización completa de nuestro equipo de perforación (que trabaja) en una explotación (de gas natural) en la costa', apunta Woodside.
La empresa australiana conmina al Ejército a devolver el poder al pueblo mediante una 'transición pacífica hacia la democracia'.
'Hasta que no veamos una perspectiva de estabilidad política en Birmania, todos los proyectos serán puestos 'bajo revisión'', indica la petrolera, que entró en el país en 2013 y que remarca que no mantiene relaciones comerciales con los militares ni empresas vinculadas a ellos.
Woodside es la última compañía en poner freno a su actividad en Birmania, después de que, entre otras empresas e inversores, el fabricante de coches japonés Suzuki anunciara el cierre temporal de sus plantas en Birmania o la cervecera Kirin, también nipona, rompiera sus vínculos comerciales con los uniformados.
PROTESTAS REPRIMIDAS CON DUREZA ESTE SÁBADO
Mientras tanto continúan las protestas civiles en rechazo de la junta militar, encabezada por el general Min Aung Hlaing, que este sábado volvieron a ser reprimidas con dureza por la Policía, que disparó gas lacrimógeno y granadas aturdidoras contra los manifestantes pacíficos en Rangún, antigua capital birmana.
Los manifestantes reclaman que el Ejército devuelva el poder al pueblo y se reconozca a los líderes electos durante las elecciones de noviembre, cuyos resultados fueron anulados ayer por la Comisión Electoral nombrada recientemente por el gobierno militar.
Además, exigen de la liberación de todos los detenidos tras la asonada, entre ellos la depuesta líder del gobierno y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi.
El Ejército birmano justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios de noviembre, donde observadores internacionales no detectaron ningún amaño, en los que arrasó la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Suu Kyi, como ya hiciera en 2015. EFE
bir-nc/msr