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Cacatúa muestra que los animales también responden a la música

Hace una década, una cacatúa de cresta de azufre llamada 'Snowball' se hizo famosa en Youtube por su extraña habilidad para bailar al ritmo de los 'Backstreet Boys'.

Una nueva investigación publicada en 'Current Biology' ha descubierto, tras seguir realizando pruebas con la misma ave, que la respuesta a la música no es exclusiva de los seres humanos, lo mismo surge en los animales, cuando capacidades cognitivas y neuronales se combinan en el cerebro de estos.

"Lo que más nos interesa es la gran diversidad de sus movimientos con la música", explicó el autor principal del estudio, Aniruddh Patel, psicólogo de la Universidad de Tufts y la Universidad de Harvard (ambas en Estados Unidos), quien apunta que 'Snowball' desarrolló esos movimientos, mucho más ricos que el movimiento de la cabeza y el levantamiento de los pies, sin ningún entrenamiento previo.

Un estudio anterior de Patel, también publicado en 'Current Biology', confirmó que 'Snowball' podría moverse al ritmo. Eso fue notable en parte porque el baile es una habilidad natural en los humanos que está ausente en otros primates. Poco después de ese estudio, la dueña de 'Snowball' y autora de la nueva publicación, Irena Schulz, comprobó que estaba haciendo movimientos siguiendo la música que no había visto antes.

Para analizar sus movimientos, la primera autora del estudio, R. Joanne Jao Keehn, neurocientífica cognitiva y bailarina clásica y contemporánea, utilizó el análisis fotograma a fotograma con el audio silenciado. Se centró en cada 'movimiento de baile' o secuencia de movimientos repetidos. Los movimientos de interés fueron claramente intencionales, pero no eran un medio eficiente para que 'Snowball' lograra ningún objetivo externo plausible.

En total, el video capturó a 'Snowball' completando un repertorio diferenciado de 14 movimientos de baile y dos movimientos compuestos. Mueve, balancea y gira su cabeza de varias maneras diferentes, a veces en coordinación con levantamientos de pies u otros movimientos.

A diferencia de la forma en que los humanos bailan normalmente, 'Snowball' tendía a bailar en fragmentos de unos tres o cuatro segundos. Cada vez que escuchaba una melodía en particular, bailaba un poco diferente, un signo de flexibilidad y quizás incluso de creatividad.

'Snowball' no es el primer loro en moverse con la música, pero ha habido incertidumbre sobre cómo se adquieren tales movimientos. Los investigadores proponen que la razón por la que los humanos y los loros comparten una habilidad natural para bailar puede surgir de la convergencia de cinco rasgos: el aprendizaje vocal, la capacidad de imitación de movimientos no verbales, una tendencia a formarse a largo plazo vínculos sociales, la capacidad de aprender secuencias complejas de acciones, y la atención a los movimientos comunicativos.

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