FLATULENCIAS TURÍSTICAS
La irreverencia no es siempre mala consejera. Cuando se emplea para desmentir mitos, la verdad nos hace libres. Por eso hay que atreverse a contrarrestar algunas erradas creencias que, como fístulas del pensamiento, prevalecen en nuestro sector turístico. La principalía de este sector en la economía eleva el atrevimiento a la categoría de la noble causa.
A continuación y seguidos de comentarios, los diez más dañinos flatos que, de seguir vigentes, podrían ponerle una chimenea a nuestra industria turística y enterrarla.
1. Que nosotros somos el mejor destino turístico del mundo.
Tal cosa no existe. El componente sicológico de la visita turística lo hace imposible. Incurrir en esa jactancia impide que nos despabilemos frente a la enorme competencia que confrontamos de parte de un creciente número de países que están acudiendo al turismo como motor de desarrollo y tabla de salvación. Esa petulancia patriótica hay que reemplazarla con una mayor conciencia sobre los retos que plantea la competencia.
2. Que el aumento en el número de llegadas de turistas es lo que mejor mide el desempeño de la industria.
Lo que más le interesa al país es la captación de ingresos, no necesariamente de visitantes. Estamos metidos en el hoyo de ser un destino de masas por ser el más barato del Caribe, pero el objetivo debe ser disminuir el volumen de visitantes con turistas que gasten más. Esto es más importante ahora que los turistas que estamos captando registran un gasto cada vez menor durante su estadía en el país.
3. Que existe una cosa que se llama "industria turística dominicana".
Con el 90% de las habitaciones hoteleras de clase mundial de propiedad extranjera y un creciente número de propietarios extranjeros en los negocios turísticos colaterales (restaurantes, transporte, bienes inmuebles, etc.), tal afirmación es de orates.
La industria aquí es totalmente internacional. Pero su base, nuestro territorio, es nacional y hay que adecuarlo lo mejor posible para que los extranjeros no emigren hacia otros destinos competidores. ¿Por qué actualmente sólo tenemos 1,874 habitaciones en construcción mientras Cuba tiene más de 10,000, Panamá 5,530 y Centroamérica 11,079?
4. Que la mejor manera de hacer crecer al turismo es aumentando la promoción oficial en el exterior.
México gastó US$32 millones en promoción turística en el 2008 y nosotros US$60 en el 2009. Pero México recibe 25 millones de turistas anualmente y tiene 17 oficinas de promoción en el exterior, mientras nosotros recibimos sólo 4.3 y tenemos 22 oficinas. Si las cadenas hoteleras multinacionales y los touroperadores hacen la promoción más efectiva, la oficial nuestra debería circunscribirse a apoyarla. Con la creciente importancia del Internet, las fuentes tradicionales de información (ferias, oficinas, folletos físicos, cócteles a agentes de viajes) ya tienen un papel marginal.
5. Que los dominicanos somos los líderes del sector turístico nacional.
Si el grueso de las empresas del sector pertenecen a extranjeros, ya es hora de que nos acostumbremos a verlos presidiendo los gremios sectoriales. Las multinacionales hoteleras y los touroperadores son los que imponen los modelos de negocio y los que generan innovación. Los dominicanos sólo ponemos una "oferta complementaria" (gente, clima, territorio, etc.) que tiene un rol más pasivo.
6. Que CORPHOTELS está realmente cumpliendo con la misión que le dio origen.
En el sector todavía quedan activos que debieron ser privatizados hace tiempo. La continuada existencia de CORPHOTELS es tal vez el monumento más ignominioso de la desidia estatal y un claro ejemplo de cómo los intereses individuales se perpetúan y enquistan en la nómina pública. Ese mamotreto debió hace tiempo pasar a mejor vida.
7. Que la participación de las autoridades del sector y sus numerosos invitados de la prensa en las ferias internacionales tiene un papel decisivo en el desempeño del sector.
Si se entendiera cabalmente que la prioridad fundamental del sector público del turismo es mejorar el producto turístico, las autoridades no dieran un solo viaje al exterior. Se ocuparan de que las cosas aquí marcharan mejor y dejaran el "paraíso" de las francachelas de las ferias a profesionales austeros que fueran duchos en el mercadeo en línea. Contratar el mercadeo oficial de los destinos a empresas privadas es la práctica que se está imponiendo en el mundo actualmente.
8. Que el Ministerio de Turismo tiene un pírrico presupuesto.
Los RD$961 millones que le han asignado a MITUR en el presupuesto del Gobierno Central en los últimos tres años no es tal. A eso hay que añadirle los RD$2,220 que se invierte en promoción (2009) en el exterior (y que no está incluido en el presupuesto, además de los RD$1,200 millones que gasta CEIZTUR (2009). El total es más que lo que tienen otros ministerios y aumentarlo sólo se justificaría si la entidad sufre una cirugía mayor y aborda las más urgentes prioridades de desarrollo sectorial.
9. Que la prioridad fundamental del sector es mejorar la calidad (suponemos que del producto).
Si bien esto es prioritario, no debe entenderse solo como el mejoramiento del entorno de los hoteles y la inversión en infraestructura vial. También incluye la adopción de prácticas de gestión que merezcan certificaciones reconocidas por el mercado (incluyendo la clasificación hotelera) y que impongan estándares de clase mundial. La sostenibilidad y la diversificación son las otras dos grandes prioridades que interpretan los intereses públi- cos en la mejoría del sector y deben correr parejas a la calidad.
10. Que el Ministerio de Medio Ambiente tiene que montar un día al año de limpieza de playas en adición a la labor que brindan los 67 empleados del departamento de MITUR que se ocupa de eso.
(Sin comentarios.)
A continuación y seguidos de comentarios, los diez más dañinos flatos que, de seguir vigentes, podrían ponerle una chimenea a nuestra industria turística y enterrarla.
1. Que nosotros somos el mejor destino turístico del mundo.
Tal cosa no existe. El componente sicológico de la visita turística lo hace imposible. Incurrir en esa jactancia impide que nos despabilemos frente a la enorme competencia que confrontamos de parte de un creciente número de países que están acudiendo al turismo como motor de desarrollo y tabla de salvación. Esa petulancia patriótica hay que reemplazarla con una mayor conciencia sobre los retos que plantea la competencia.
2. Que el aumento en el número de llegadas de turistas es lo que mejor mide el desempeño de la industria.
Lo que más le interesa al país es la captación de ingresos, no necesariamente de visitantes. Estamos metidos en el hoyo de ser un destino de masas por ser el más barato del Caribe, pero el objetivo debe ser disminuir el volumen de visitantes con turistas que gasten más. Esto es más importante ahora que los turistas que estamos captando registran un gasto cada vez menor durante su estadía en el país.
3. Que existe una cosa que se llama "industria turística dominicana".
Con el 90% de las habitaciones hoteleras de clase mundial de propiedad extranjera y un creciente número de propietarios extranjeros en los negocios turísticos colaterales (restaurantes, transporte, bienes inmuebles, etc.), tal afirmación es de orates.
La industria aquí es totalmente internacional. Pero su base, nuestro territorio, es nacional y hay que adecuarlo lo mejor posible para que los extranjeros no emigren hacia otros destinos competidores. ¿Por qué actualmente sólo tenemos 1,874 habitaciones en construcción mientras Cuba tiene más de 10,000, Panamá 5,530 y Centroamérica 11,079?
4. Que la mejor manera de hacer crecer al turismo es aumentando la promoción oficial en el exterior.
México gastó US$32 millones en promoción turística en el 2008 y nosotros US$60 en el 2009. Pero México recibe 25 millones de turistas anualmente y tiene 17 oficinas de promoción en el exterior, mientras nosotros recibimos sólo 4.3 y tenemos 22 oficinas. Si las cadenas hoteleras multinacionales y los touroperadores hacen la promoción más efectiva, la oficial nuestra debería circunscribirse a apoyarla. Con la creciente importancia del Internet, las fuentes tradicionales de información (ferias, oficinas, folletos físicos, cócteles a agentes de viajes) ya tienen un papel marginal.
5. Que los dominicanos somos los líderes del sector turístico nacional.
Si el grueso de las empresas del sector pertenecen a extranjeros, ya es hora de que nos acostumbremos a verlos presidiendo los gremios sectoriales. Las multinacionales hoteleras y los touroperadores son los que imponen los modelos de negocio y los que generan innovación. Los dominicanos sólo ponemos una "oferta complementaria" (gente, clima, territorio, etc.) que tiene un rol más pasivo.
6. Que CORPHOTELS está realmente cumpliendo con la misión que le dio origen.
En el sector todavía quedan activos que debieron ser privatizados hace tiempo. La continuada existencia de CORPHOTELS es tal vez el monumento más ignominioso de la desidia estatal y un claro ejemplo de cómo los intereses individuales se perpetúan y enquistan en la nómina pública. Ese mamotreto debió hace tiempo pasar a mejor vida.
7. Que la participación de las autoridades del sector y sus numerosos invitados de la prensa en las ferias internacionales tiene un papel decisivo en el desempeño del sector.
Si se entendiera cabalmente que la prioridad fundamental del sector público del turismo es mejorar el producto turístico, las autoridades no dieran un solo viaje al exterior. Se ocuparan de que las cosas aquí marcharan mejor y dejaran el "paraíso" de las francachelas de las ferias a profesionales austeros que fueran duchos en el mercadeo en línea. Contratar el mercadeo oficial de los destinos a empresas privadas es la práctica que se está imponiendo en el mundo actualmente.
8. Que el Ministerio de Turismo tiene un pírrico presupuesto.
Los RD$961 millones que le han asignado a MITUR en el presupuesto del Gobierno Central en los últimos tres años no es tal. A eso hay que añadirle los RD$2,220 que se invierte en promoción (2009) en el exterior (y que no está incluido en el presupuesto, además de los RD$1,200 millones que gasta CEIZTUR (2009). El total es más que lo que tienen otros ministerios y aumentarlo sólo se justificaría si la entidad sufre una cirugía mayor y aborda las más urgentes prioridades de desarrollo sectorial.
9. Que la prioridad fundamental del sector es mejorar la calidad (suponemos que del producto).
Si bien esto es prioritario, no debe entenderse solo como el mejoramiento del entorno de los hoteles y la inversión en infraestructura vial. También incluye la adopción de prácticas de gestión que merezcan certificaciones reconocidas por el mercado (incluyendo la clasificación hotelera) y que impongan estándares de clase mundial. La sostenibilidad y la diversificación son las otras dos grandes prioridades que interpretan los intereses públi- cos en la mejoría del sector y deben correr parejas a la calidad.
10. Que el Ministerio de Medio Ambiente tiene que montar un día al año de limpieza de playas en adición a la labor que brindan los 67 empleados del departamento de MITUR que se ocupa de eso.
(Sin comentarios.)