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Eladio Fernández: El fotógrafo de lo invisible

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Eladio Fernández: El fotógrafo de lo invisible
Foto: Maglio Pérez

Eladio Fernández es capaz de encontrar una orquídea que se creía extinta, al descolgarse por un barranco del Hoyo de Pelempito. O de esperar por horas subido a un árbol para recoger el momento en que un gavilán llega "a su casa". Lo suyo con la naturaleza empezó de manera accidental. Subir al Pico Duarte con los amigos es divertido. A la tercera "expedición", la novedad dejó paso a la curiosidad y ésta le empujó a observar con más atención flora y fauna. Cuando cayó en sus manos el libro de Annabelle Stockton de Dod, "Guía Naturalista sobre Las Aves de la República Dominicana" para él comenzó una pasión: retratar las aves autóctonas. El resto es historia.

Publicados ya sus cinco primeros libros, "Hispaniola" (con la colaboración de la Sociedad Industrial Dominicana) "Orquídeas" (Cámara Americana de Comercio) "Aves de la República Dominicana y Haití" cuya versión en español fue posible por el apoyo del Grupo León Jiménes, "Cuba y Jamaica" (IMCA) y "Reserva Científica Ébano Verde, un Encuentro con la Naturaleza" (APAP) trabaja ahora en un proyecto apasionante para su evolución profesional: será un libro de paisajes nacionales, complejo y más artístico. (Detrás, el patrocinio de Propagás y el espíritu de Doña Pirigua Bonnetti.)

P. Sea sincero: ¿estos libros sirven para algo?

R. Sí. Dan a conocer los tesoros naturales del país. Y al conocerlos, se despierta la curiosidad y se quiere conocer esos rincones o esas especies. No se puede separar la vida y el futuro de la naturaleza de la actividad de los hombres.

P. Y ahí entra la responsabilidad de las comunidades.

R. Exacto. No hay manera de preservar la naturaleza si las comunidades humanas que la rodean no saben qué tienen y cómo se cuida.

P. Una experiencia que lo demuestre...

R. Por ejemplo, montamos una obra teatral que promovía la protección del gavilán en Los Haitises. Es el momento en que vi claramente que es la población, no los conservacionistas o las instituciones, las que tienen en su mano la protección de la naturaleza. En aquellas comunidades, el teatro fue la vía perfecta para comunicar, a quien podía hacer algo cada día en el lugar, la necesidad de proteger una especie.

P. Para las empresas, ¿es una moda o un sentimiento responsable sincero?

R. Habrá de todo, pero yo me he encontrado con empresarios que realmente se involucran. Por ejemplo, el trabajo con la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos para el libro de la Reserva de Ébano Verde me mostró un entusiasmo de todos los empleados, no sólo de los ejecutivos, por el proyecto, que me impresionó. Hicieron suyo el libro. Sus 890 empleados eran un público cautivo, de acuerdo, pero se convirtieron en difusores de la conservación de la reserva. Esa es la idea, esa es la vía.

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