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Educadores piden fomentar el pensamiento crítico como solución a los cambios educativos por COVID-19

Este fue el tema de debate en el XXV Congreso Internacional de Educación “Aprendo 2021”

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Educadores piden fomentar el pensamiento crítico como solución a los cambios educativos por COVID-19
El profesor Washington Collado durante su participación en el XXV Congreso Internacional de Educación “Aprendo 2021” (NEAL CRUZ)

La pandemia por el COVID-19 hizo replantear el escenario educativo en República Dominicana, impulsando a innovar con nuevos métodos de aprendizajes y una revisión de los modelos pedagógicos.

Este marco de trabajo fue el motor de arranque para la realización del XXV Congreso Internacional de Educación “Aprendo 2021”, donde más de 8 mil educadores, combinados en formato virtual y presencial, discutieron las mecánicas para mejorar los procesos educativos más allá de la pandemia.

El director de la escuela James Rickards en el estado de Florida e invitado especial del evento, Washington Collado, cree que la innovación se logra aumentando la capacidad de leer y comprender, la capacidad de resolver problemas con matemáticas y siempre cuestionar la lógica en lugar de simplemente darles las respuestas a los alumnos.

“La respuesta de un profesor que cultive su materia y que planifique es: déjame hacerte pensar y lo que tú me digas yo lo critico y lo retroalimento y lo llevo a un nivel más alto cognitivamente hablando pero no te voy a dar las respuestas, te voy a dar las herramientas de pensamiento”, enfatizó el maestro nacido en la zona cafetera Jánico y nominado al mejor director escolar de Florida.

Para Collado, la clave está en “enriquecer el vocabulario a diario porque mientras más destrezas, menos tediosa se hace la lectura y el estudiante puede darse el lujo de comprender más. La escritura debe ser constante, involucrando todas las asignaturas. Ejemplo: hacer un análisis de un experimento de ciencias o escribir un ensayo en la clase de estudios sociales”.

El docente precisó que el reto de este congreso es definir “cómo llevar la inteligencia al currículo, qué aprenden los estudiantes y cómo lo aprenden, cuál es la función del maestro y el director, qué rol debe cumplir la tecnología, cómo administramos un centro educativo, su reorganización y nueva dinámica”.

“Queremos que cada uno de los educadores salga con el compromiso asumido del trabajo que tiene que hacer, que cada una de las lecciones sean planificadas y enmarcadas dentro de un currículo de estudios y expandir el salón de clases para que la tecnología traiga el mundo al aula y ponerlo a los pies de los estudiantes, que cada profesor se adueñe de su responsabilidad”, agregó.

“Con la pandemia nos dimos cuenta que el progreso tecnológico no era equitativo, que había masas tremendas de la población donde no tenían recursos tecnológicos. La tecnología nos retó a tener más responsabilidad al usarla porque es un instrumento al uso de nuestra capacidad como profesores, pero no nos reemplaza”, afirmó el educador, quien relató que aunque ya cuenta con una carrera ininterrumpida de 36 años, un doctorado y tres maestrías, tuvo que tomar cursos de inglés porque no tenía el grado requerido para el nivel universitario y trabajar como chofer de taxi, cargando camiones y en un restaurante mientras estudiaba de noche, todo por honrar la memoria de su madre y seis tíos que también fueron maestros.

Bases de una estructura curricular

Para Darwin Caraballo, director ejecutivo Acción para la Educación Básica (Educa), el congreso sirvió como catarsis para los maestros, donde contaron cómo ha sido para ellos sobrellevar una situación “tan compleja desde el punto de vista académico y desde el punto de vista humano, con familias que perdieron seres queridos, familias que perdieron oportunidades laborales, y donde se agudizaron las desigualdades”.

El evento se llama “Innovando más allá de la pandemia” porque amerita un enfoque a largo plazo porque vemos que los efectos del virus no se van a ir de la noche a la mañana y en educación las secuelas van a ser muy importantes en una sociedad que se redefinió y donde la educación tiene que responder de manera más estructural a estos cambios.

Caraballo reconoce que este año escolar 2021-2022 es un año de transición, que conlleva un proceso nivelación y recuperación de aprendizaje donde “aquellos que no tuvieron las mejores condiciones prácticamente no pudieron aprender nada, y aquellos que tuvieron todo a favor, tal vez aprovecharon más. No fue un escenario ideal pero los maestros dejaron el alma en la batalla y los padres que retomaron una función que habían delegado a la escuela, tuvieron que enfrentarse a la realidad de compartir ese proceso de aprendizaje y revalorizar la escuela”, destacó al ser entrevistado.

¿Qué enseño? ¿Cómo sé si lo aprendieron? ¿Qué hago con los sobresalientes? ¿Qué hago con los que necesitan ayuda? Estas son las cuatro preguntas que permiten al maestro analizar el panorama de su salón de clases y tomar las decisiones para ajustar el plan de clases.

Desde su experiencia y punto de vista, el sistema educativo tiene que repensarse para actuar en una sociedad distinta y ese es el gran desafío de esta propuesta experimental que Educa está llevando adelante junto al Ministerio de Educación y la Presidencia de la República en la aplicación de un modelo distinto de educación, manteniendo los mismo objetivos curriculares: aprender pero de una manera más lúdica, más ágil, más libre para el docente con los mecanismos que escoja pero con el objetivo siempre de que el estudiante alcance esos niveles que el ministerio evalúa a nivel nacional.

Esto implica que los profesores se desprendan de paradigmas y conceptos que tenían muy arraigados en sus prácticas cotidianas y procedimientos burocráticos del sistema, para así cambiar por completo el concepto de gestión de los centros educativos.

“Ya el maestro no puede simplemente tomar una tiza o dictar una clase. Ya los niños esperan algo que atraviese las fronteras de sus capacidades y los forme integralmente”, agregó Ana Iris Luciano Portes, directora del Centro Educativo Ángel Rivera, localizado en Azua de Compostela.

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Periodista, amante de los viajes, la moda y la música en vivo. Foodie.