De acomodada en Santiago a inmigrante solitaria en Estados Unidos
Su único propósito era labrar su propio futuro por considerar que la bonanza de sus progenitores le pertenece solo a ellos
Dejar una vida llena de comodidades para empezar desde cero en un país de cultura e idioma diferentes a los tuyos es de valientes.
Lismary Altagracia Tavares Mercado, de 19 años, puede ser definida como tal, desde que en 2018 emigró a los Estados Unidos sin el consentimiento de su padre y con la bendición de su madre, a sabiendas de que tenía que trabajar para costear todos sus gastos.
Su único propósito era labrar su propio futuro por considerar que la bonanza de sus progenitores le pertenece solo a ellos. Tenía claro que la única forma de lograrlo era estudiando y dominando el inglés, idioma del que tenía conocimientos mínimos.
Según el argentino Daniel Colombo, Master Coach Internacional y autor de 21 libros, la zona de confort es un estado psicológico en el que te sientes dentro de los parámetros que has establecido, sin riesgos y hasta con aburrimiento de hacer siempre lo mismo. Sin embargo, cuando quieres alcanzar un objetivo, entras en un estado que puede ir de la adrenalina al miedo, por el que te resulta especialmente difícil moverte de allí.
Joven dominicano que emigró a Estados Unidos: “Ha sido muy difícil”
Del asedio del bullying a la brillantez escolar
Lismary se fue a vivir a Connecticut a casa de una tía, donde solo tenía cuatro paredes para sufrir lo sola que se sentía. “En las noches me ponía a llorar porque no tenía a mis padres, sobre todo a mi madre a quien tengo mucha confianza de decirle las cosas. Yo solamente tenía las cuatro paredes para poder llorar y al otro día volver a la escuela, porque a eso fue que fui”, recuerda.
Sus primeros días como inmigrante transcurrieron calle arriba y calle abajo en busca de letreros que anunciaran la disponibilidad de vacantes. Aplicó en todos, sin suerte, pero con la certeza de que no había tiempo para rendirse porque sus cuentas ya habían empezado a correr.
Siguió buscando de manera presencial y vía internet hasta que un sábado la llamaron de un supermercado donde estaba disponible un puesto como cajera. “Me preguntaron: ¿puedes empezar el lunes? Y yo respondí: ¡por supuesto!”.
Estudiar el último año del bachillerato y trabajar a la vez resultaba “muy difícil” para Lismary, cuyos días se iniciaban a las 5:00 de la mañana y finalizaban a las 10:00 de la noche cuando regresaba a casa a sentirse sola otra vez.
Un año más tarde, todas las lágrimas derramadas se convirtieron en alegría al recibir la noticia de que había sido seleccionada por sus altas calificaciones para ser beneficiada con una beca que otorga el Ministerio de la Juventud, a través del Consulado Dominicano en Nueva York, para que cursara sus estudios superiores en una universidad de los Estados Unidos.
“Yo no pensaba que iba a ser una estudiante meritoria. Yo solo quería llegar lejos, crear mi propio futuro y me dije: yo lo voy a hacer, yo puedo. Y aquí estoy”.
Cuando sobrepasas tus propios límites y condicionamientos internos lideras tu vida; descubres aspectos nuevos de ti y los demás; inspiras a otras personas; sientes el “Yo puedo” en primera persona y dejas de criticar a los demás, porque estás enfocado en tus objetivos; entre otras cosas que representan recompensas automáticas, según el experto Daniel Colombo.
Lismary narró su historia con rostro melancólico y por momentos con voz entrecortada, pues siente que aún su padre no la perdona del todo. Sin embargo, su rostro dejó entrever una pequeña sonrisa cuando nos contó que a pesar de aún tener “ira”, su padre “se siente orgulloso” de ella. “Siento que ha valido la pena haber salido del país”.
En los próximos días la joven iniciará sus estudios de medicina en el Gateway Community College para luego especializarse en pediatría.
Para ella todo ha transcurrido muy rápido y no cree lo que ha podido lograr en solo un año. Accedió a contarnos su historia para alentar a otros jóvenes.
Lismary Altagracia Tavares Mercado reconoció el apoyo que le dieron sus profesores en la escuela “Wilbur Cross”, en Connecticut, pero dedica los reconocimientos obtenidos a la directora y docentes del colegio “Jardín de la infancia”, de Santiago, donde estudió hasta irse a los Estados Unidos.
Sobre el programa de becas
El Consulado General de la República Dominicana en Nueva York y el Ministerio de la Juventud (MJ) firmaron un Acuerdo Interinstitucional de Colaboración Mutua que beneficia a dominicanos e hijos de dominicanos nacidos en Estados Unidos y Europa con becas para cursar estudios en universidades.
Para el otorgamiento de las becas se evaluarán los esfuerzos, méritos y calificaciones educativas de los beneficiarios en escuelas de la zona cuatriestatal de Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut y Pennsylvania.
El consulado dominicano próximamente dará apertura a una Ventanilla de la Juventud, con el objetivo de dar respuestas a las necesidades, problemáticas e intereses de los jóvenes dominicanos residentes en los estados anteriormente mencionados.