Duquesa: la “zona franca” de basura de la que viven miles de familias
El basurero se convirtió en principal fuente de ingresos cuando desapareció la industria azucarera
El vertedero de Duquesa, cuyo nombre es originario de un poblado de casi 100 años que está ubicado al oeste del botadero de residuos en donde viven unas 1,500 familias, se convirtió a partir de 1997, en el centro de la nueva dinámica económica y social para muchos de los pobladores de los 14 barrios y comunidades que han surgido a su alrededor a través de los años.
En el año 1992 el Consejo Estatal del Azúcar facilitó 250 tareas para el vertido de los residuos, pero es a partir de 1997 cuando el lugar es considerado como el vertedero oficial de la Capital. Antes de que se decidiera que todos los residuos sólidos producidos en la Capital (hoy el Gran Santo Domingo) fueran llevados a lo que ahora es el vertedero de Duquesa, la población de la zona la conformaban dominicanos y haitianos que vivían en los bateyes del Consejo Estatal del Azúcar conocidos como Los Casabes, Duquesa, Rafaelita, Yacó, La Estrella y Palamara.
De su entorno surgieron los barrios Jacagua, Los Pinos, Barrio Norte, Profesor Juan Bosch, Jamaica, Cajuilito y las comunidades Arroyo Norte, La Gina, Mata San Juan y otros. El más reciente de los barrios es la extensión del poblado de Duquesa, en la parte oeste donde en la actualidad se construyen casuchas, de hojalatas ocupadas principalmente por haitianos que viven del reciclaje.
Se estima entre 12,000 y 15,000 las personas que viven en la zona, siendo Los Casabes y el poblado de Duquesa los de mayor población y cercanía con el vertedero.
Los barrios y comunidades surgieron sin ningún tipo de planificación, la mayoría en terrenos del Estado. Casi todos carecen de los servicios básicos para la sobrevivencia humana como agua potable, calles asfaltadas, sistema energético regulado, recogida de basura, centros de salud, entre otros. Su crecimiento ha ido a la par con la expansión del botadero de residuos, que al pasar el tiempo amplía su área de vertido.
En el siguiente video se puede apreciar los cambios en Duquesa y sus alrededores desde el 2000
A partir de los recursos que genera el vertedero de Duquesa, mucha gente ha mejorado su calidad de vida y como explica José Altagracia Segura, que vive en el poblado Duquesa desde hace 60 años, la gente vive mejor que antes porque hay más circulante producto de los beneficios que genera la basura.
Los haitianos, que por generación han vivido en esas comunidades y que después de la crisis de la industria azucarera se dedicaban a la construcción, han abandonado ese oficio y junto a dominicanos dedican su vida al trabajo en el vertedero porque aseguran que le deja más beneficios económicos.
“Yo le voy a decir algo, al principio la gente no quería el vertedero, pero después como progresaron unos cuantos a partir del reciclaje y muchos no quieren que lo quiten porque viven bien, mejor...se puede vivir bien de la basura. A los haitianos ya no hay quien le hable de caña, es más ni de construcción”, afirma.
Asegura que hay personas que han mejorado mucho su situación económica removiendo escombros en el basurero, que se manifiesta en la construcción de viviendas de bloques, incluso hasta por suerte han mejorado porque hay quienes encuentran en los residuos dinero como , según aseguró, le pasó a un buzo que removiendo escombros halló cientos de dólares.
El más grande de los 358 vertederos a cielo abierto
El vertedero de Duquesa es el más grande del país, uno de los 358 basureros a cielo abierto que existen en la República Dominicana. De acuerdo con un estudio contratado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el lugar se deposita todos los días alrededor de 4,000 toneladas de residuos sólidos del Gran Santo Domingo, excepto Boca Chica.
El Distrito Nacional es el que más vierte, entre 1,800 a 2,000 toneladas por día, le sigue Santo Domingo Este con unas 1,100 toneladas, Santo Domingo Norte, entre 300 y 350 toneladas; Santo Domingo Oeste unas 300 toneladas y Los Alcarrizos con aproximadamente 180 toneladas.
Cada alcaldía tiene una tarifa por el pago de residuos depositados en el lugar, por ejemplo, el Distrito Nacional paga poco más de 7 millones de pesos al mes por verter en Duquesa; Santo Domingo Este alrededor de cuatro millones, Santo Domingo Oeste, 550 mil pesos, Los Alcarrizos poco más de 70. La Alcaldía de Santo Domingo Norte no paga porque el vertedero está en su jurisdicción.
Unos 500 camiones son recibidos en el vertedero todos días con distintos tipos de residuos, muchos de los cuales son aprovechados por los “buzos”, a partir de los cuales se origina la denominada economía circular, que busca aprovechar elementos de valor a partir del reciclaje.
La cantidad de “buzos” informales, o personas que se dedican a remover escombros para buscar objetos de valor dentro de los escombros, oscila entre 500, 700 y 1,000 por día y entre otras cosas, recuperan plásticos, metales, vidrios, cartones, ropa y hasta alimentos.
La mayoría son haitianos, descendientes de los braceros que durante años han vivido en bateyes, hoy barrios, de los desaparecidos ingenios del Consejo Estatal del Azúcar.
La “zona franca” de desempleados
Laño Senthir, es un domínico-haitiano residente en el barrio Duquesa que lleva 18 años viviendo de la basura. Dice que luego del incendio de Duquesa su situación es difícil porque no los dejan entrar a su lugar de “trabajo”. Es un buzo y al mismo tiempo reciclador de plásticos, los cuales vende a una empresa que no identificó
El y sus compañeros recorren parte del vertedero ardiendo, sin importar lo tóxico del humo, aunque dice que a veces hay hoyos encima de los escombros que se queman, caen y se lesionan. El incendio le facilita ubicar más fácil los metales como cobre y aluminio, los cuales tienen mayor valor.
Informa que en un día se puede ganar 400, 500 y 600 pesos más con la venta de fundas plásticas que empaca con unos compañeros y que luego es vendida a empresas interesas. Mantiene con su trabajo a sus tres hijos y esposa.
Se siente libre al hacer el trabajo, pues es su propio jefe, aunque reconoce que hay riesgos porque él y sus demás compañeros no tienen protección, remueven los escombros con apenas unos guantes reusable y la cabeza se la cubre con parte de los suéter, o ropa de trabajar, que usa continuamente.
En este video de 2016 se puede ver en primera persona 18 minutos continuos de un buzo trabajando en Duquesa.
Al preguntarle si se enferman con frecuencia dice que no, que ya están acostumbrado, pero cuando sucede: ”vamos al hospital donde se pueda y compramos medicina”.
Laño y sus compañeros son parte de los planes de entidades que buscan regularizar el trabajo de los buzos en el vertedero para que tengan mayor garantía de su salud y puedan hacer su trabajo con el menor riegos posibles dotándolos de trajes especiales, guantes, mascarillas y organizarlos.
Jorge Luis Bisonó, director ejecutivo de Dominicana Limpia considera que los “buzos” son parte de un proyecto para convertir los vertederos en una industria del reciclaje como se está haciendo en Santiago y Azua. Su mayor preocupación es que estas personas sean agente de transmisión de virus y bacterias como la pandemia que hoy afecta al mundo.
“Puede surgir de los vertederos una bacteria que mute, por eso hay que tener política general de solución que implique a los buzos, que estén organizados y carnetizados”, dijo.
El negocio de la basura
En mayo del año pasado el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recibió el informe de una consultoría, dentro de la Cooperación Técnica que recibe financiamiento por parte del Gobierno de Japón a través del fondo de JSF (Japan Special Fund) sobre los recicladores de Duquesa con la finalidad de establecer la línea de base para la realización de un plan conceptual de inclusión social de los recicladores que sirva como punto de partida para garantizar la sostenibilidad social de la gestión.
Ese estudio revela que el volumen de negocio anual en torno a Duquesa es de RD$159,214,991.95 y que solo los recicladores informales generan RD$ 115,490,230, en dólares, unos US $2,298,313. La libra de plástico blanco los buzos las venden a los intermediario a 3 y 4 pesos, mientras que el kilo de metal se cotiza a siete pesos.
En Los Casabes y Duquesa se movilizan millones de pesos solo en las compras de plásticos, blando y duro, papel y cartón que son operaciones grandes. Un ejemplo lo ofrecen tres compradores de plástico blando que obtienen RD$294,000 mensuales y tres compradores de plástico duro que obtienen también RD$517,000 mensuales y son más de treinta los establecimientos de compradores en estas dos comunidades”, reseña la investigación del BID en su informe.
Los Casabes y Duquesa son los dos sectores donde vive la mayor cantidad de buzos y los lugares que comercializan lo que se obtiene de los escombros que van a Duquesa. Hay empresas formales, pero la mayoría son negocios improvisados que han crecido a través del tiempo, e incluso, algunos han pasado de generaciones en generaciones.
A lo largo de la carretera de Los Casabes y a orillas de la vía, hay negocios de recicladores. Unos compran a los buzos cartones, otro vidrio, plásticos, metales, ropas. Algunos camioneros reciclan parte de esos materiales de su origen y los venden directamente a los compradores. En el lado opuesto al vertedero, es decir en Duquesa, lo que se recicla en mayor cantidad es plástico como fundas, botellas de refresco y agua, y otros materiales más duros como cubetas, pedazos de lavadoras, entre otros.
Pavel Linares es el propietario de un negocio de compra de metales y plásticos en Los Casabes. Ha progresado y ya tiene siete empleados. Heredó el negocio de su padre y asegura que le va bien, aunque en ocasiones no tanto como se cree. Un lunes, por ejemplo, puede vender materiales recuperados del basurero por valor de RD$40,000 y más.
“Duquesa es nuestra zona franca, el vertedero es nuestra fuente de ingreso, los colmados y otros negocios dependen del vertedero, que si no existiera aquí esto fuera solo delincuencia, mucha gente vive de la basura”, asegura.
En las comunidades aledañas al vertedero de Duquesa hay conciencia del peligro de ese botadero para la salud, pero para muchos de ellos, es su fuente de vida, es de donde obtienen los ingresos necesarios para mantenerse junto a sus familias.