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Bateyes del Gran Santo Domingo: La metamorfosis 2/4

Yabacao y Mata Los Indios: petrificados en el tiempo

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Bateyes del Gran Santo Domingo: La metamorfosis 2/4
La gente vive en espacios lilitados

Como petrificados en el tiempo, están los bateyes Yabacao y Mata Los Indios, en la parte Este de la provincia Santo Domingo, donde la miseria se comparte en partes iguales.

Yabacao está ubicado a tan solo siete kilómetros de San Luis y a uno de la Circunvalación Santo Domingo. Unas 90 familias integran esa comunidad asentada desde los años 70.

El poblado está ubicado en medio de los ríos Ozama, Cabón y Yabacao, una triada que en tiempos de mucha lluvia obliga a sus habitantes a abandonar el lugar bajo amenaza de perder hasta la vida. El agua ha llegado hasta los techos de los viejos barracones y algunas viviendas construidas por nativos.

Aquí la gente vive de las pequeñas actividades agrícolas que trabajan en los pocos espacios que les han dejado, otros tienen que salir a la ciudad, San Isidro, San Luis y otros lugares para poder ganarse el sustento porque es poco lo que se puede conseguir en el batey.

José Ané, uno de sus pobladores cuenta que desde que murió el expresidente Joaquín Balaguer allí todo se acabó y lo recuerda como un aliado de los pobres, que los ayudaba y estaba pendiente de ellos.

La mayoría de las viviendas carecen de sanitarios, algunos han construido letrinas, pero la mayoría de la gente se ve en la obligación de hacer sus necesidades en el monte. Ané, de 80 años es haitiano, pero con más de 60 viviendo en el lugar, dice que no tienen de qué vivir y rememora los viejos tiempos.

“La vida aquí es difícil, cuando no es por la seca que se mueren los animales y no hay agricultura, es el agua que arrasa con todo, aquí vivimos del sembrado de maticas porque no tenemos empleos”, cuenta.

Las nuevas generaciones no tienen futuro, solo hay una escuelita primaria, carecen de centro deportivos y otras facilidades para el desarrollo, por lo que muchos han emigrado en busca de mejor vida, sobre todo la juventud.

Erasmo Narciso Belisaire tiene 37 años, es nativo de Yabacao y cuenta que han vivido en el olvido, que desde que no hay caña no tienen vida porque las autoridades se han desentendido de que allí vive gente.

Asegura que las cosas son muy diferentes que antes y lo reafirma al señalar una local donde antes existía el colmado más grande del batey, pero que sus propietarios decidieron llevarlos a otro lugar donde hay mayor movimiento de dinero.

Lucila Mariano, es una cibaeña que por circunstancia de la vida fue a parar a Yabacao, vive en un barracón junto a haitianos y otros dominicanos y se gana el sustento con una pequeña freiduría de empanadas. Manosea unas siete monedas de la venta del día que no les alcanza ni para comprar la harina de la venta del día siguiente.

A su lado, un fogón atizado con madera soporta un caldero con un poco de arroz blanco y en otro lugar unos cuantos granos de habichuelas. Ese día no hay para la “compaña”, algo de carnes o vegetales, porque las ventas no dieron.

“Estamos pasando calamidad, vendiendo friturita y no me da ni para comer, soy viuda y quedé sin recursos, cuatro hijos pobrecitos también, son vigilantes y lo que ganan no alcanza para ellos ni para darme a mí”, dice la anciana.

Mata Los Indios, realidad similar

Mata Los Indios es otro batey de la zona donde conviven también unos 200 dominicanos y haitianos en 106 viviendas, la mayoría en viejos barracones de más de 70 años. El desempleo es también el común denominador, pero a pesar de la pobreza, la gente parece vive en paz con servicios eficientes de agua y energía eléctrica 24 horas.

Por lo menos agua tienen y algunos de los ancianos su pensión de RD$8,000, que según testimonian no les alcanza para vivir porque gran parte se destina a la compra de medicamentos como es el caso de Yoseis Josep que lleva siete años con una sonda atada a la cintura.

Gracias a la lucha librada por la Unión de Trabajadores Cañeros, Yosei y otros ancianos han logrado algo de lo que les toca por haber dedicado esfuerzos en cultivar la caña.

Jesús Núñez, presidente de los cañeros, cuenta que al menos en algunos casos se ha hecho justicia porque al menos 6,000 cañeros reciben pensiones, pero hay una cantidad similar que todavía no tiene a pesar de haber cotizado por años en el Instituto Dominicano de Seguros Sociales(IDSS), en proceso de eliminación.

Berillé Baluisa, presidente de la junta de vecinos de Mata Los Indios, destaca la falta de apoyo gubernamental que se expresa en la alta tasa de desempleo. La gente vive de lo que puede hallar cada día, si se consigue se come y si no, no se come.

La mayor parte de los barrancones de aquí están deteriorados porque son de madera y tienen más de 50 años de construidos y carecen de recursos para mejorarlos. Además de los barracones requieren de mejorías en las áreas comunes y la presencia de las autoridades gubernamentales.

Silvano Mejía, lleva 36 años viviendo en el batey y cuenta que desde que “quitaron el ingenio Ozama” Mata Los Indios “cayó en ruina”. En el lugar hay una clínica de atención primaria, pero casi nunca hay de nada.

“El batey mejorará cuando haya trabajo, ese es el mayor problema. No hay dónde ganarse la comida. La delincuencia está como en todos lados. Allí mismo en Bella Vista le dieron una paliza a un viejito para quitarle tres mil pesos”, explicó.

Yolanda Esteban es la imagen de la mujer de Mata los Indios y dice que son el sector más maltratado porque cargan con todo el peso de la responsabilidad que conlleva una familia, en su caso está criando cuatro niños de una hija que murió y sus esposos. Tiene que comprar leche y pañales que obtiene de una freiduría en la carretera, pero muchas veces los niños tienen que estar desnudos porque no hay para vestirlos ni para darle de comer.

“Hay mujeres que quieren hacer algo, pero no pueden hacer nada, muchas se tienen que ir a la capital o a otros lugares a trabajar en casa de familia y vienen los sábados porque por aquí no hay donde trabajar”, indica.

Luis Miguel Piccirillo McCabe, director del Consejo Estatal del Azúcar(CEA), recuerda que la propiedad de los terrenos donde están los barracones construidos por el Estado y que por ahora no hay ninguna intención de afectar a esas personas.

Admite que en algunos casos esos poblados no tienen las condiciones para la convivencia digna, pero que se trabaja para mejorarlos pintando las viviendas y ofreciéndoles algunos servicios.

Muchos de los pobladores de los barracones son personas que nacieron en esos lugares y ya son descendientes de dos y tres generaciones, pero que la mayoría de ellos ya no trabajan la caña porque desaparecieron muchos de los ingenios. “Algunos de esos barracones están vacíos, otros los hemos habilitado para darle condiciones para estar a la par con otros ingenios privados y darle una mejor calidad de vida a la gente que vive en ellos”, sostuvo.

El funcionario afirma que el Consejo Estatal del Azúcar colabora con los habitantes de esos bateyes en aspectos como reparación de bombas de agua, que les son solicitadas a la institución por pobladores.

Los habitantes, al ser consultados por Diario Libre, aseguran que son propietarios de los barracones y las tierras en donde han vivido durante años, desconocen al CEA como dueños de lo que consideran se lo ganaron por el trabajo de años en los bateyes.

Consideran que ya que les han negado pensiones durante años, algo deben tener y esos son los pequeños espacios en donde viven, han nacido sus hijos y nietos.

Las autoridades no tienen intención de sacar a nadie de sus barracones y los dejan vivir tranquilos, pero con la advertencia que legalmente esos inmuebles son propiedad del Estado.

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Lea el resto de reportajes de esta serie:

Bateyes del Gran Santo Domingo: La metamorfosis 1/4

Bateyes del Gran Santo Domingo: La metamorfosis 3/4

Bateyes del Gran Santo Domingo: La metamorfosis 4/4

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Licenciado en Comunicación Social por la universidad O&M. Ha ejercido el periodismo desde 1988 en radio, televisión y periódicos.