“Sexo seguro”, una cuestión de adaptación para los cangrejos ermitaños
Es una evolución del crustáceo para reproducirse de manera más segura
Para los cangrejos ermitaños no es fácil reproducirse con tranquilidad, pues se enfrentan al riesgo de que les roben la caparazón. Así, algunos de ellos, las especies terrestres, habrían evolucionado desarrollando “penes” más largos para tener un “sexo seguro”, según un estudio publicado este miércoles.
Mark Laidre, biólogo del Dartmouth College de Estados Unidos, lleva varios años estudiando estos crustáceos de abdomen blando que se protegen en un caparazón vacío de gasterópodos y cambian de “vivienda” a medida que van creciendo.
En un estudio publicado este miércoles en la Royal Society Open Science, el investigador aborda la importancia de lo que él denomina “la propiedad privada” (es decir, el caparazón), “sobre la evolución del tamaño del pene” de estos animales, también llamados paguros.
El mayor riesgo de robo lo corren ciertos tipos de cangrejos ermitaños que “reforman” sus caparazones. Mientras que a los cangrejos ermitaños acuáticos les sirve con apropiarse de conchas abandonadas, algunas especies terrestres van más allá y transforman su hogar gracias a sustancias químicas y acciones físicas, principalmente para reducir su peso.
Lo que le interesó estudiar a Mark Laidre fue el riesgo al que se expone el cangrejo ermitaño cuando se reproduce. En ese caso, necesita salir en parte de su caparazón para poder fecundar a la hembra con algo que se parece a un “pene”, según el investigador. Gracias a unos “tubos sexuales”, eyacula una sustancia gelatinosa que transporta los espermatozoides a la entrada del aparato genital de la hembra.
En ese momento, el macho queda muy desamparado ante los ladrones de caparazones. Si uno de sus congéneres se la roba, el cangrejo ermitaño terrestre se arriesga a secarse y a morir en un plazo de 24 horas.
En su estudio, el investigador partió de la hipótesis de que los “penes” de estos crustáceos habrían evolucionado y se habrían agrandado “para evitar el robo de su bien durante el acto sexual”.
“En teoría, unos penes más largos permitirían a los individuos acceder a las compañeras sexuales mientras mantienen su propiedad amarrada al resto del cuerpo”, escribió Laidre en el estudio.
Para comprobar si era cierto, estudió 328 especímenes de nueve especies vecinas del cangrejo ermitaño conservadas en museos, y midió la relación entre el tamaño del “pene” y el tamaño de los individuos.
Lo que halló fue que las especies terrestres de la familia Coenobita, que reforman su caparazón, tienen unos “penes” mayores en relación al tamaño de su cuerpo que las especies que tienen caparazones que no fueron modificados. Y estas, a su vez, tienen un atributo masculino mayor que los crustáceos que no tienen caparazón.
“Estos resultados sugieren que los penes más grandes son resultado de las adaptaciones morfológicas para facilitar el ‘sexo seguro’, que en estos individuos consiste en conservar sus bienes extendiendo un pene más largo fuera de su caparazón para copular”, resume el investigador.