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Cartel aliado a César el Abusador en Colombia es considerado el más grande y poderoso de Sudamérica

La DEA ofrece cinco millones de dólares, “vivo o muerto” por el líder del Clan del Golfo, Dario Antonio Úsuga, alias “Otoniel”

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Cartel aliado a César el Abusador en Colombia es considerado el más grande y poderoso de Sudamérica
Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel” o “Mauricio” o “Mao”, el señalado como el líder del Clan del Golfo. (FUENTE EXTERNA)

César Emilio Peralta, alias César el Abusador, no solo viajó a Colombia para huir de la justicia dominicana y la estadounidense, sino también para continuar con el negocio de las drogas. Allá se manejaba con narcotraficantes de la región del Catatumbo, en la frontera con Venezuela; en la región del Pacífico, específicamente en el departamento Valle del Cauca; en el departamento de Antioquía y en la costa del caribe colombiano, según informó el comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, Henry Sanabria Cely.

La relación a nivel de narcotráfico de César el Abusador, apresado este lunes en Cartagena, era con el Clan del Golfo, considerado “el cártel más grande y poderoso de Sudamérica”, por cuyo cabecilla la Administración para el Control de Drogas (DEA) ofrece cinco millones de dólares, vivo o muerto. El grupo, que también se hace llamar Autodefensas Gaitanistas de Colombia, está liderado por Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel” o “Mauricio” o “Mao”.

El Clan del Golfo controla más de la mitad de la droga que sale de Colombia y opera en 13 de los 32 departamentos del país, la mayoría de los cuales se encuentran en la zona noroeste. En 2016, durante el gobierno de Juan Manuel Santos, los Gaitanistas fueron declarados como un “grupo armado organizado”, por lo que el Ejército podía combatirlos y a través de la Fuerza Aérea bombardear las zonas donde se encontraban en ese momento.

Tiene un ejército de unos 1,500 hombres, en su mayoría exmiembros de organizaciones consideradas “terroristas” que no se integraron a un acuerdo de paz del Gobierno colombiano.

Un trabajo periodístico sobre cómo funciona el Clan del Golfo publicado por Infobae establece que el grupo mantiene un perfil bajo y evita las confrontaciones a menos que estas sean necesarias. Sin embargo, también tiene prácticas macabras, como las llamadas “casas de piques” donde asesinan, descuartizan y luego desaparecen a personas.

“El grupo narco está compuesto de mandos regionales que están protegidos por fuerzas élite. Ese ejército tiene como principal misión el sometimiento de bandas rivales en zonas de influencia, la protección de los corredores y puertos por donde sale la droga y brindar seguridad a los comandantes o altos mandos”.

Otro punto que caracteriza a la organización es que tiene el dominio del negocio de la droga en Colombia. “El Clan del Golfo tiene laboratorios y si tú quieres sacar droga tienes que pagarle a ellos un impuesto. No puedes sacar droga si no es negociado con ellos”, explica Gustavo Duncan, profesor del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de la Universidad EAFIT en Medellín y experto en narcotráfico, mafias y conflicto armado en Colombia, quien agrega que la banda controla gran parte de los puertos de salida en el país que se distribuyen entre la costa Pacífica y la costa Caribe.

Explica que cualquier narcotraficante que quiera sacar droga debe pagar unos US$150 dólares por kilo de clorhidrato de cocaína. Y quien ose a traficar sin pagar el tributo correspondiente tiene una sentencia de muerte casi segura.

Sobre el líder del Clan del Golfo

Dairo Antonio Úsuga nació el 15 de septiembre de 1971 en Necoclí, Antioquia, Colombia, según se especifica en la cuenta oficial de la DEA. El hombre mide 1.79 metros y pesa alrededor de 70 kilogramos, además de destacarse que tiene ojos marrón y varias cicatrices, tatuajes u otras marcas.

A los 16 años, ingresó a las filas de la guerrilla Ejército Popular de Liberación (EPL) donde operó en distintas zonas, sobre todo en el Urabá. Colaboró con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y luego entró en disputa con ellas. Esto lo llevó a pasarse al bando contrario, al de los paramilitares, ingresando a las AUC. Allí se ganó el respeto y la admiración de sus compañeros y superiores, por su disciplina y sangre fría.

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