Campesinos dominicanos en el Castillo Bourg-Charente
El licor francés Grand Marnier incluye en su espíritu el aroma de las naranjas agrias de nuestro país
SD. A pesar de tanta prensa, muchas de las buenas noticias de nuestro país son desconocidas. Un ejemplo: pocos en República Dominicana saben que uno de los licores franceses más finos, exquisitos y caros lleva en su espíritu la presencia de naranjas y manos dominicanas.
Hablamos del Grand Marnier, bebida premium de las más vendidas en el mundo. Está elaborada por la combinación de coñac, flores de azahar y corteza de naranja agria procedente del Caribe. Históricamente se ha utilizado el perfume o "rechín" contenido en la piel de naranja agria exclusivamente de Haití.
La empresa fabricante fomentó extensas plantaciones del cítrico en las cercanías de Cabo Haitiano. En ningún otro país se cultivan naranjas que contengan las esencias y el aroma sutil propias de las haitianas (¡cosas de la naturaleza!).
Pero en la última década, el vecino país ha visto desplomarse la producción de este importante activo agrícola, debido a su inestabilidad social, política y hasta de cambios ambientales.
Todas estas razones han obligado a la Casa Marnier-Lapostolle de Francia a buscar sustitutos en las naranjas agrias dominicanas de la cercana zona de Loma de Cabrera y Restauración. Las frutas nacionales poseen las características más parecidas a las originales haitianas dado que al secar sus cascaras, estas continúan conservando ese perfume fuerte que provoca su singular aroma.
Así se abrió un nicho de mercado interesante para agricultores muy pobres de la provincia Dajabón que asumieron el reto, se agruparon en una asociación de productores y hoy colocan modestas cantidades de su producto en el mismo Castillo Bourg-Charente de Francia donde están las bodegas de la Casa Marnier.
Un acontecimiento que merece la atención de todo un país donde las malas noticias parecen ahogar las pocas buenas. Un grupo de empresas consultoras y ONGs han aunado esfuerzos para que los productores ensamblen su propio proyecto de acopio de la fruta y se inicien en la exportación hacia Europa tras divisas fuertes que ya empiezan a recibir alrededor de 200 familias de nuestra deprimida zona fronteriza.
Los agricultores esperan que las agencias oficiales de comercio exterior y las instituciones de crédito aprovechen la oportunidad de realizar un magnifico servicio al país apoyándolos a superar sus múltiples precariedades.
Investigaciones de mercado podrían identificar las posibilidades de la fruta local para otras bebidas competidoras.
Así como depende Grand Marnier de las naranjas agrias haitianas y dominicanas, también Cointreau y Curacao Blue se nutren de las naranjas amargas de Jamaica y Curazao.
En el licor Grand Marnier todo parece obra de arte, desde su sabor seco y suave con pinceladas de almendras hasta su botella color ambarina con forma de alambique, sello de lacre y etiqueta de letras góticas.
Dicen que entre los restos del naufragio del Titanic se encontró una botella del licor que hoy se exhibe en el museo del barco hundido en el estado de Missouri, Estados Unidos.
Según el fabricante se vende una botella de Grand Marnier cada dos segundos en algún lugar del mundo.
En cada sorbo de este licor, que quizás pronto se pueda calificar como "franco-dominicano", están las manos y los sudores de la gente buena de Loma de Cabrera y Restauración. "À votre santé". cesarbrea@hotmail.com
Hablamos del Grand Marnier, bebida premium de las más vendidas en el mundo. Está elaborada por la combinación de coñac, flores de azahar y corteza de naranja agria procedente del Caribe. Históricamente se ha utilizado el perfume o "rechín" contenido en la piel de naranja agria exclusivamente de Haití.
La empresa fabricante fomentó extensas plantaciones del cítrico en las cercanías de Cabo Haitiano. En ningún otro país se cultivan naranjas que contengan las esencias y el aroma sutil propias de las haitianas (¡cosas de la naturaleza!).
Pero en la última década, el vecino país ha visto desplomarse la producción de este importante activo agrícola, debido a su inestabilidad social, política y hasta de cambios ambientales.
Todas estas razones han obligado a la Casa Marnier-Lapostolle de Francia a buscar sustitutos en las naranjas agrias dominicanas de la cercana zona de Loma de Cabrera y Restauración. Las frutas nacionales poseen las características más parecidas a las originales haitianas dado que al secar sus cascaras, estas continúan conservando ese perfume fuerte que provoca su singular aroma.
Así se abrió un nicho de mercado interesante para agricultores muy pobres de la provincia Dajabón que asumieron el reto, se agruparon en una asociación de productores y hoy colocan modestas cantidades de su producto en el mismo Castillo Bourg-Charente de Francia donde están las bodegas de la Casa Marnier.
Un acontecimiento que merece la atención de todo un país donde las malas noticias parecen ahogar las pocas buenas. Un grupo de empresas consultoras y ONGs han aunado esfuerzos para que los productores ensamblen su propio proyecto de acopio de la fruta y se inicien en la exportación hacia Europa tras divisas fuertes que ya empiezan a recibir alrededor de 200 familias de nuestra deprimida zona fronteriza.
Los agricultores esperan que las agencias oficiales de comercio exterior y las instituciones de crédito aprovechen la oportunidad de realizar un magnifico servicio al país apoyándolos a superar sus múltiples precariedades.
Investigaciones de mercado podrían identificar las posibilidades de la fruta local para otras bebidas competidoras.
Así como depende Grand Marnier de las naranjas agrias haitianas y dominicanas, también Cointreau y Curacao Blue se nutren de las naranjas amargas de Jamaica y Curazao.
En el licor Grand Marnier todo parece obra de arte, desde su sabor seco y suave con pinceladas de almendras hasta su botella color ambarina con forma de alambique, sello de lacre y etiqueta de letras góticas.
Dicen que entre los restos del naufragio del Titanic se encontró una botella del licor que hoy se exhibe en el museo del barco hundido en el estado de Missouri, Estados Unidos.
Según el fabricante se vende una botella de Grand Marnier cada dos segundos en algún lugar del mundo.
En cada sorbo de este licor, que quizás pronto se pueda calificar como "franco-dominicano", están las manos y los sudores de la gente buena de Loma de Cabrera y Restauración. "À votre santé". cesarbrea@hotmail.com