¿Hay cambios evidentes en la cultura del dominicano de hoy?
Santo Domingo. Los últimos 10-15 años ha ido ocurriendo un progresivo y cada vez mayor cambio en la cultura del dominicano, sometido a un alto nivel de exposición a letreros, frases y y costumbres ajenas a su identidad nacional, sobre todo en idioma inglés. Este fenómeno se ha acrecentado en el último quinquenio.
Siendo como es República Dominicana un país que tiene como rubro fundamental de su economía el turismo, no debería llamar la atención el hecho de ver vallas y letreros en otro idioma. Sin embargo en otros países que igualmente viven del turismo, no se observa semejante fenómeno, sobre todo en zonas por donde no pululan los turistas.
Si bien el uso de otros idiomas, incluido el inglés, es imprescindible en el mundo de hoy, globalizado, no es menos cierto que su abuso afecta el buen uso de la lengua natal y de la cultura.
El poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, escribió en El lenguaje: “En el libro XIII de los Anales, Tzu-Lu pregunta a Confucio: “Si el Duque de Wei te llamase para administrar su país, ¿cuál sería tu primera medida? El Maestro dijo: La reforma del lenguaje. No sabemos en dónde empieza el mal, si en las palabras o en las cosas, pero cuando las palabras se corrompen y los significados se vuelven inciertos, el sentido de nuestros actos y de nuestras obras también es inseguro”.
Primacía lingüística
Teniendo en cuenta la primacía de unas lenguas sobre otras, hay que recordar que el debate sobre la importancia del idioma ruso sobre los distintos idiomas de las naciones que conformarían la Unión Soviética (aquel enorme país que dejó de existir en 1990), fue lo que llevó al intelectual Mijail Bajtín a tener problemas con la dictadura stalinista y desaparecer. Así de importante es y ha sido el asunto, tanto desde el punto de vista político antes, como del punto de vista comercial hoy.
“Es la pertenencia a una comunidad lingüística de rango literario o histórico lo que decide su derecho a ser o no una nacionalidad”, ha sentenciado el investigador georgiano Georgi Charachidzé (“L’Empire et Babel, les minorités dans la perestroíka. Face aux drapeaux”, Le genre humain, París, Seuil, 1989, núm. 20, p. 16.).
El mal uso del español
El idioma es lo que nos define como identidad, cultura y nación. Justamente los giros y especificidades de la variante dominicana del español son los que convierten a la nación en un conglomerado específico y único en el mundo.
El premio Nobel Mario Vargas Llosa, uno de los escritores que mejor han valorado el uso de la lengua, definió en su discurso La lengua común, en la inauguración del Congreso de la lengua en Valparaiso (Chile), que “Una lengua se nos puede ir escurriendo de las manos o mejor dicho de la boca, dejándonos despalabrados, por culpa de la ignorancia, la mala educación y esa pereza que consiste en valerse del lugar común, el estereotipo y el clisé, lenguaje muerto que empobrece la inteligencia y agosta la sensibilidad de los hablantes”.
Lo hasta aquí planteado es apenas un acercamiento al tema, bastante superficial, porque falta ese otro aspecto que es la enseñanza del idioma. El mal uso de la lengua en los medios de comunicación. O el mal gusto y la mediocridad acrecentados con algunas formas de la llamada música urbana, así como del Internet y los celulares.
Valdría la pena abrir un debate sobre el tema. Si usted se anima, opine.
Opinión de José Rafael LantiguaParece que fue ayer, cuando comenzó a hablarse de la inminente llegada de la globalización (mundialización, al principio; macdonalización, despectivamente). Antes, llegaba el grito de la “penetración cultural”, cuando ni se soñaba con globalizar todo. De modo que una terminó arrimándose a la otra. Y ganaron la batalla, porque ya no hay vuelta atrás.
La globalización tiene claras ventajas y ocultas desventajas. Las primeras, observables a simple vista. Las segundas, nunca terminamos de darnos cuenta cuáles son hasta que ya se han instalado en la sociedad. Incluso, las desventajas no sabemos si realmente lo son y tal vez tengamos que esperar un tiempo bastante prudente para determinar si afectan o no a nuestras raíces culturales. Algunos se aventuran a enjuiciar, yo no me atrevo a tanto. Las hay favorables, pero otras no tanto, hasta que me convenza de lo contrario.
Las élites económicas tienden a absorber todo lo foráneo, fundamentalmente lo norteamericano. Es casi un sello de identidad de clase. Y como este sector es el que tiene mayor visibilidad mediática y social, creemos que todos por ejemplo, celebran Thankgivins. Es una parte tan ínfima de la sociedad dominicana que recuerda ese día, que eso no afecta la tradición cultural nuestra. Los millones de pobres, la clase media baja y la clase media alta, incluso (esta última siempre está a la caza de lo que consumen las élites), no entienden bien eso de Thankgivins. Yo puedo celebrarlo cualquier día en el año, pues me gusta el pavo con cramberry y puré de batata, y mi tía prepara un flan de auyama riquísimo. Pero, el Thankgivins no me dice nada.
El Black Friday ha tomado auge porque las clases menos pudientes encuentran forma de acceder a bienes temporales a buen precio. Y eso no está mal, salvo que los que ofertan jueguen limpio y no engañen al consumidor y de que se le llame Viernes Negro y no Black Friday.
Los letreros en inglés ya es una forma de alienación cultural. Debiera, y no solo en los envases lácteos, decretarse el uso del español en toda expresión pública, la que se exhibe en las calles y las que se muestra en los estantes de los supermercados. ¿A quiénes se dirigen estas vallas o banner street, cuando los que saben inglés conforman un segmento pequeño aún de nuestra sociedad? Puro esnob.
La globalización copiona –la de las ocultas desventajas- está incluso en la educación privada. Son cada vez más las escuelas que enseñan en inglés (lo que no es nada malo), sino hasta las que copian los estilos de los centros educativos norteamericanos (se puede leer en algunos, en inglés, colegio tal, el hogar de los dragones, o de los leopardos, para identificar a sus equipos campeones de fútbol o de cualquier otro deporte donde destaquen). Copia burda.
En fin, la globalización debiera tener controles, pero no nos animemos mucho con estos diques que al fin terminarán imponiéndose, aunque sea solo en las élites y en las clases que siguen a pie juntillas los dictados de aquella. Por eso, cualquier política cultural debe propender al desarrollo de la cultura popular, a las manifestaciones que se forman en las raíces del pueblo. Es la única garantía que tenemos de que no se nos muera la identidad, la tradición, y sigamos todos haciendo el performance de las importaciones culturales. De las malas y de las buenas.