No respetaron ni Semana Santa

Cobraron hasta el peaje, y nadie se dio cuenta...

El gobierno no será voraz ni codicioso, pero gusta de las buenas recaudaciones. Puede decirse lo que se quiera, pero hay que reconocer que los encargados saben buscar el peso.

Hasta debajo de la tierra, si fuera necesario.

Ya nadie recuerda al sonriente Juan o a la bella Germania, pero ellos fueron los pioneros. Los responsables de la zapata del edificio cada día más alto de los impuestos.

Después vinieron otros con superior avaricia, aun cuando la pista estaba asfaltada y el vehículo se desplazaba con elegancia criminal.

El contribuyente, sea que brinque o salte, termina pagando.

Es verdad que la economía dominicana tuvo en los últimos años un crecimiento vegetativo fuera de lo común, pero esa alza considerable en los ingresos, que incluso da lugar a presupuestos de magia, no cayó del cielo.

Fue el resultado de podas constantes y mucho regadío.

Los titulares de las agencias sintonizan con ese propósito, y no cambian de emisora, aunque compitan por el mejor hit parade. La Semana Santa demostró su poco espíritu cristiano.

No exoneraron el peaje, lo cobraron, y podrán regodearse con un abril buchú.