Horacio Vásquez y la reelección
En una serie de tres artículos publicados en este mismo diario, el destacado economista Eduardo García Michel responde con vehemencia al también destacado economista e historiador Bernardo Vega en lo que respecta al argumento de este último, plasmado en su ensayo “Asalto de Trujillo al poder”, publicado en el volumen V de la obra Historia del Pueblo Dominicano, sobre la incidencia directa que tuvo el afán continuista del presidente Horacio Vásquez en el ascenso de Trujillo al poder. García Michel sostiene que dicho ascenso no puede explicarse, ni mucho menos justificarse, en función de las decisiones que adoptó Vásquez sobre la duración del período y la reelección presidencial, las que, por demás, el reputado articulista defiende sobre la base de que Vásquez actuó en cumplimiento de las normas constitucionales vigentes para validar tanto su permanencia en el poder por seis años (1924-1930), como su intento de reelección en las elecciones del año 1930.
El argumento de García Michel en cuanto a que la toma del poder por parte de Trujillo no puede explicarse como un efecto directo y corolario necesario de lo que Vásquez hizo en relación a los temas referidos resulta persuasivo. Ciertamente, el contexto político en el que se produce el ascenso de Trujillo al poder estuvo marcado por las decisiones de Vásquez en lo que concierne a la cuestión constitucional, pero la explicación de dicho ascenso trasciende esa inmediatez política y refiere más bien a condiciones estructurales, políticas e institucionales predominantes en la sociedad dominicana de esa época que escapan a este artículo analizar. Sin embargo, en lo que García Michel resulta menos persuasivo es en su defensa de las decisiones de Horacio Vásquez sobre su reclamo de que había sido electo por seis años y su intento de reelección en el año 1930.
La defensa de que el período para el cual Vásquez fue electo en 1924 por seis años se basa en que, al momento de su elección, estaba vigente la Constitución de 1908 que estipulaba períodos presidenciales de seis años. Este fue un punto de controversia política que terminó ganando Vásquez, pero que no dejaba de ser problemático por la siguiente razón: La Constitución de 1908 dejó de tener vigencia desde el momento en que se produjo la intervención militar norteamericana en 1916 y no hubo ningún acto que la restableciera. En efecto, el denominado Acuerdo Hughes-Peynado, que sirvió de plataforma a la salida de las tropas norteamericanas y a la elección de autoridades dominicanas, dispuso, entre otros puntos, la celebración de elecciones de autoridades y la convocatoria a elecciones de representantes a una Asamblea Constituyente que adoptaría una nueva Constitución para la era post-intervención. Las elecciones de autoridades en las que Horacio Vásquez fue electo presidente tuvo lugar el 15 de marzo de 1924, mientras que la adopción de la nueva Constitución se produjo el 13 de junio de 1924, es decir, después de la elección de Vásquez pero antes de que este tomara posesión el 12 de julio de ese año. Un argumento perfectamente válido es que Vásquez no fue electo bajo la Constitución de 1908, cuya vigencia había cesado en 1916, sino bajo los términos del Plan Hughes-Peynado, el cual contemplaba la adopción de una nueva Constitución que estableció períodos presidenciales de cuatro años, sin reelección inmediata.
Siguiendo el patrón histórico dominicano de que cada gobernante reformaba la Constitución casi siempre para extender su mandato o permitir su reelección, Horacio Vázquez auspició una nueva Constitución que fue adoptada el 17 de junio de 1927, la cual incluyó disposiciones transitorias en las que se hacía constar que el período de Vásquez duraría hasta el 16 de agosto de 1930, es decir, seis años en lugar de los cuatro años que dispuso la Constitución adoptada en 1924 bajo el Plan Hughes-Peynado. Hay que señalar que el asunto no se detuvo ahí. La Constitución fue de nuevo reformada el 9 de enero de 1929, pero esta vez con el solo propósito de modificar el artículo concerniente a la frontera con Haití. Y apenas un mes después de esta reforma, algunos miembros del Congreso Nacional seguidores de Vázquez comenzaron a plantear la necesidad de reformar de nuevo la Constitución con el propósito de eliminar la disposición que prohibía la reelección presidencial inmediata que había sido establecida en la Constitución de 1924. Esta reforma tuvo lugar el 20 de junio de 1929, y es en base a esta última reforma que Horacio Vásquez se presenta de nuevo como candidato presidencial en las elecciones de 1930.
Los historiadores recogen lo controversial y problemático que resultaron estas dos decisiones político-constitucionales de Vásquez, es decir, primero validar en una reforma constitucional su período presidencial por seis años y, segundo, introducir la reelección presidencial para poder postularse de nuevo en 1930. Como se dijo, García Michel tiene razón en cuanto a que la toma del poder de Trujillo no puede explicarse exclusivamente a partir de estas maniobras políticas y constitucionales del presidente Vásquez, pero tampoco se puede subestimar cómo las mismas enrarecieron el ambiente político y agudizaron la conflictividad en el escenario nacional, lo que sirvió de excusa perfecta a Trujillo, quien había sido enlistado en la Guardia Nacional por las tropas de intervención y ascendido paulatinamente en la estructura militar hasta llegar a ser Brigadier General con el presidente Vásquez, para llevar a cabo su designo de toma del poder e instaurar un régimen totalitario que sumió a la República Dominicana en la opresión y el oprobio durante treinta y un años.