El drama de una niña con diabetes en El Seibo
EL SEIBO. El martes 20 de febrero de 2016 fue la fecha que marcó para siempre la vida de la adolescente de 14 años Británi Mejía Leonardo, al subirle de repente la glicemia (azúcar), luego de sufrir un ataque mientras recibía clases en la escuela Eloina Constanzo.
Hoy la enfermedad tiene a la menor postrada en una cama, sin poder hablar.
Cuatro úlceras en los glúteos, la pierna izquierda y el muslo derecho no le permiten caminar, mientras los alimentos los ingiere por vías artificiales.
El día que le subió la glicemia, Britini la tenía en 280, a la que se le adicionó una presión arterial de 260. Una bomba de tiempo se apoderó de su frágil anatomía.
Desde entonces, dejó la escuela, la iglesia donde participaba en el coro, para no pararse de una cama, donde la falta de recursos económicos la pudieran dejar muerta.
Pero su drama se hace más patético, al no contar sus padres con los recursos económicos para solventar los gastos de medicamentos y su rígida alimentación.
Su madre, Maritza Leonardo, no puede trabajar, porque tiene que dedicarse a su cuidado y, su padre, Radhamés Mejía, es un motoconchista que apenas consigue por transportar pasajeros 400 pesos diarios, unos 12 mil pesos al mes, que tiene que repartirlos entre medicamentos, pago de luz y el sustento del hogar.
En una división de cartón en su habitación se pueden leer las últimas palabras que suscribió la menor, antes de caer en un estado parapléjico, que solo le permite mover los ojos, en los que se percibe que anhela seguir viviendo.
“Dios es mi refugio, Dios es mi doctor, Dios es mi esperanza”, se lee en el cartel escrito en papel de cuaderno, bien legible, con buena ortografía y letras de moldes bonitas.
Su madre explicó que la adolescente fue diagnosticad con esa condición de salud desde los siete años, pero que se le complicó con la presión arterial.
La menor ha sido tratada en el hospital Robert Read Cabral, donde los médicos han dado esperanza de recuperación, si lleva el tratamiento
Pide ayuda a la primera dama
La menor se alimenta por una sonda y sus padres apelan a la sensibilidad humana de la primera dama, Cándida Montilla de Medina, para poder costear los medicamentos y alimentación de la adolescente.
Piden además un colchón inflable, para evitar que sigan surgiendo úlceras en su cuerpo.
No han podido hacerle una resonancia magnética por falta de recursos económicos.
“Somos muy pobres y vivimos alquilados y ya en enero tenemos que irnos de este traspatio, donde sólo pagamos mil quinientos pesos, pues el propietario del rancho lo hipotecó y perdió y nos dan hasta enero para desalojar”, dijo atribulada Maritza, que no dejaba de llorar mientras narraba el cuadro clínico de su hija.
Expresa que lo más preocupante para ella son las úlceras de cuatro pulgadas en el glúteo, en el codo izquierdo y en el muslo izquierdo de su hija.
Para ayudar a esta familia, puede comunicarse al teléfono 809-210 -7363 con Maritza Leonardo.