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Mercado turístico de modelo obsoleto

Ningún otro punto de la geografía ofrece la cantidad y variedad de objetos artesanales, pero su historia y tamaño no se avienen hoy día a las exigencias del mercado turístico internacional. Por Juan Lladó

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Mercado turístico de modelo obsoleto
Son más de 500 tiendecitas.

Ni por ser la Ciudad Primada de América, ni por ser la Ciudad Colonial un Patrimonio de la Humanidad podemos ufanarnos de que Santo Domingo sea una ciudad enteramente competitiva como destino turístico. Aunque el medio millón de visitantes extranjeros que recibe anualmente podría sentirse satisfecho con lo que ella ofrece, para aumentar ese flujo y mejorar su competitividad deberemos añadir otros rasgos citadinos ahora ausentes. Entre ellos se destaca, además del reclamado Centro de Convenciones, un mercado artesanal de altos quilates que engalane la ciudad.

Esto conlleva una implícita crítica al emblemático Mercado Modelo, ubicado en el lindero norte de la Ciudad Colonial. Trujillo lo inauguró en 1942 como un sitio de expendio de frutas, vegetales y otros productos agropecuarios, pretendiendo, al insertar la palabra “modelo” en su nombre, que fungiera como tal para los demás mercados municipales del país. Con el devenir de los años y, más particularmente en la época postrujillista, este mercado fue desarrollándose como mercado mixto en tanto ofrecía, además, artesanías y otros productos culturales. Como entonces la ciudad concentraba el flujo de turistas extranjeros, el Mercado Modelo se convirtió eventualmente en la primera gran tienda de regalos para turistas.

Aunque rodeado todavía por expendios de frutas, vegetales y carnes, hoy día prevalecen en él los productos artesanales. Abundan principalmente las estatuillas de barro, los objetos de decoración, las canastas, objetos religiosos, los perfumes, las hamacas, las pinturas, tabacos y licores. Según algunos, los precios son un poco más elevados que en otros mercados nacionales, pero los productos son de calidad, amén de que el acostumbrado regateo rebaja los precios iniciales. Ningún otro punto de nuestra geografía ofrece la cantidad y variedad de objetos artesanales ahí presentes y su edificio principal alberga la mayor tienda de este tipo de todo el Caribe.

Pero su historia y tamaño no se avienen hoy día a las exigencias del mercado turístico internacional. A medida que crezca el flujo de cruceros que usan la ciudad como puerto madre y se multipliquen los visitantes provenientes de Bávaro-Punta Cana, la necesidad de contar con un centro de ventas artesanales de primer orden se hará más evidente. Además, el embellecimiento de la Ciudad Colonial que hoy está en curso añade presión para que el Mercado Modelo se repiense y rediseñe.

Son varias las situaciones y carencias de ese sitio de expendio. La arquitectura misma de su edificio principal es anodina y alienante, aunque algunos pretendan preservarla como modélica de las mejores creaciones dominicanas. No sólo resalta la fealdad de su fachada principal, sino también la improcedente escalinata y la inadecuada distribución de sus espacios interiores, los cuales fueron concebidos para la venta de frutas y vegetales, y no para tiendas de regalos. (Las más de 500 tiendecitas de regalos atolondran a cualquiera por su apiñamiento y el acoso de sus propietarios, aunque los pasillos estén limpios y los contenidos bien organizados.) Un segundo piso resulta disfuncional para alojar tiendas, lo que sugiere que la edificación debería tener varios pisos.

La ubicación actual del Mercado podría conservarse. Pero se deberá estar consciente de que actualmente no entronca bien con los sitios más emblemáticos de la Ciudad Colonial y de que el acceso de los turistas que pululan a pie por ella no resulta fácil. El problema del acceso de esa potencial clientela no es que tendría que escalar la colina de San Miguel que se interpone, sino que no existe un medio de transporte que la lleve desde, por ejemplo, la Calle El Conde a la Avenida Mella. Asimismo, la ubicación carece de los espacios necesarios para que grandes autobuses puedan parquearse cómodamente a desmontar a sus pasajeros.

Aunque la ubicación actual pueda conservarse, habría que hacer grandes intervenciones en los alrededores para quitarle al Mercado esa impronta de mugre y desorden que estos generan. A tales fines, el Gobierno tendría que declarar de utilidad pública un área perimetral de por lo menos unos 60 metros alrededor del edificio principal para que ese entorno se incorpore a la nueva edificación de manera más armónica y funcional. Tampoco se descarta que los edificios que se encuentran frente a la entrada principal, en la misma Avenida Mella, puedan ser incluidos en la declaración a fin de desbrozar y embellecer la conexión con San Miguel y el resto de la Ciudad Colonial.

Al despejar esos espacios circundantes, la nueva edificación podría incorporar otros componentes que serían deseables complementos de las tiendas de regalos. Las áreas de parqueo de vehículos tendrían que proveerse preferiblemente en el lado norte. El expendio de frutas y vegetales también podría organizarse mejor, siempre que se considere todavía conveniente para las familias que habitan en los alrededores. Pero un área gastronómica ajardinada para que los turistas puedan degustar los platos del país sería mandatorio, amén de lugares donde se presenten conjuntos musicales típicos y se baile bachata y merengue.

Naturalmente, estos cambios requieren del diseño de un nuevo Mercado, esta vez quizás con el nombre de “Mercado Criollo”. Su edificio principal podría albergar el Centro Nacional de Artesanía (CENADARTE), salones de exhibición para que pueda celebrarse ahí la Feria Nacional de Artesanía y un auditorio para eventos culturales que proyecten nuestro arte popular. Se podría también albergar ahí otras dependencias afines del Estado, tales como algunas del Ministerio de Cultura (la Oficina de Desarrollo y Competitividad de las Industrias Culturales y Creativas, Dirección General de Fomento y Desarrollo de la Artesanía), el Programa de Fomento Artesanal del Ministerio de Industria y Comercio (con su Plan Estratégico para el Desarrollo del Sector Artesanal).

La coyuntura actual, con un nuevo período de gobierno y un nuevo Alcalde de la ciudad que se inauguran en agosto, parece ser propicia para que se acometa este proyecto de rediseño y modernización del Mercado Modelo. (De hecho es también propicia para que se le dé un uso más racional a la antigua Feria Ganadera, tal vez con el traslado a ese recinto del Mercado de las Pulgas y hasta del Mercado Nuevo o de una sucursal del Merca Santo Domingo.) Los fondos para financiar tal proyecto podrían provenir en parte de los US$7 millones que se asignaron en el Programa de Fomento del Turismo de la Ciudad Colonial para el rechazado proyecto de la remodelación de las Ruinas del Convento de San Francisco.

Gracias al archifamoso sitio web TripAdvisor, el cual recoge la evaluación de los viajeros del mundo sobre destinos y ofertas turísticas de todo tipo, ya sabemos que Punta Cana está considerado como el primer destino turístico del Caribe y que somos el líder mundial en materia del “todo incluido” (www.tripadvisor.com/TravelersChoice). Pero la feroz competencia en el mercado turístico internacional nos compele a mejorar nuestra Ciudad Primada para que pueda colocarse a la altura que demandan las circunstancias. Un proyecto de “Rediseño Turístico de la Monumentalidad de la Ciudad Primada de América” (propuesto por quien esto escribe) y la reconversión del Mercado Modelo deben figurar prominentemente entre las primeras prioridades. El proyecto de la Ciudad Colonial no es suficiente.

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