Trump provoca preocupación para la industria petrolera estadounidense
Donald Trump está causando ansiedad en la industria petrolera en EEUU conforme observa a los republicanos en camino a nominar un candidato presidencial que le ha mostrado poco afecto al sector y escasas propuestas de política concretas.
Las compañías petroleras en EEUU están siendo abatidas por los precios bajos del crudo y sus problemas se están empeorando por la posibilidad de que un aliado normalmente fiel — el partido republicano — se convierta en un vehículo para la candidatura impredecible del Sr. Trump.
El magnate de bienes raíces ha alarmado a la industria con algunas de sus declaraciones sobre el petróleo y el gas, incluyendo sus repetidos ataques contra Ted Cruz, su principal contrincante, por aceptar millones de dólares de donaciones de campaña de grandes compañías petroleras.
Tanto ejecutivos como los grupos de presión dicen que están igualmente preocupados por la incertidumbre que está surgiendo del vacío creado por la aparente falta de políticas del Sr. Trump.
“No sabemos cuál es su posición con respecto a muchos temas diferentes porque en realidad no ofrece detalles sobre muchos temas diferentes”, dice Doug Flanders, director de políticas de Colorado Oil & Gas Association, un grupo comercial en un estado donde tomó impulso la revolución de la energía de esquisto.
Una variedad de sectores expresan preocupaciones similares en privado, pero son más agudas en la industria del gas y petróleo porque el impacto ambiental de la industria y su papel en el suministro de energía lo hacen vulnerable a la regulación gubernamental.
La revolución del esquisto instigada por la fracturación hidráulica y la perforación horizontal ha revivido el papel de EEUU como una superpotencia energética y sigue siendo la principal fuerza motriz de la industria, aunque creó un exceso de crudo que ha reducido los precios en dos tercios desde mediados de 2014 y ha resultado en miles de pérdidas de trabajos en el sector petrolero.
La mayoría de los políticos republicanos quieren celebrar la fracturación por su capacidad de entregar petróleo barato, bajar las facturas de electricidad y reducir la dependencia del petróleo extranjero. Los dos rivales del Sr. Trump — el Sr. Cruz, senador de Texas, un estado dependiente del petróleo, y el gobernador de Ohio John Kasich — lo han acogido y tienen el mismo mensaje.
El Sr. Trump, sin embargo, no ha seguido esa ortodoxia. Uno de sus pocos comentarios sobre la bonanza del esquisto se convirtió en una crítica. Esto sucedió en el debate en noviembre cuando el Sr. Trump hizo un comentario sobre el Sr. Kasich: “John tuvo suerte con algo que se llama ‘fracking’. Descubrió petróleo. Tuvo suerte con la fracturación”.
En unos comentarios poco reconocidos en marzo adoptó una posición más positiva al criticar al estado de Nueva York por prohibir la fracturación. Pero no ha hablado sobre el tema crucial de cómo debe ser regulado la producción de esquisto. El Sr. Cruz y el Sr. Kasich han prometido retroceder los reglamentos federales sobre el impacto potencial de la fracturación sobre el aire y las aguas subterráneas, mientras que Hillary Clinton, la candidata favorita de los demócratas, ha prometido imponer leyes fuertes para restringirla.
A Louis Finkel, quien se comunica con las campañas presidencias de parte de la industria petrolera para el American Petroleum Institute, le preguntaron en una conferencia de prensa sobre la posición del Sr. Trump sobre el gas natural, el cual se produce en el mayor volumen en EEUU. “No estoy seguro sobre lo que el Sr. Trump ha estado diciendo sobre el gas natural”, él contestó.
Cuando el magnate de Nueva York no habla sobre la política, no le agrada a la industria. Las compañías petroleras quisieran ver que se liberen las limitaciones federales sobre las tierras públicas para permitir la perforación, pero la campaña del Sr. Trump ha declarado que necesita tomar en cuenta “la estética de la tierra” al igual que los ingresos en comentarios que se hicieron la semana pasada a la conservadora American Energy Alliance.
El Sr. Trump también apoya un mandato federal repudiado por la industria petrolera — el estándar de combustibles renovables — el cual requiere que se mezcle el etanol con el petróleo.
Conforme el Sr. Trump presume de no aceptar dinero de los grupos de intereses especiales, la generosidad de los donantes de la industria petrolera ha fluido hacia otras partes.
Keep The Promise — un fondo independiente, o “Super-Pac”, que apoya al Sr. Cruz — recibió US$15 millones de los hermanos multimillonarios Dan y Farris Wilks, quienes amasaron una fortuna durante la bonanza de la fracturación en Texas y son los donantes más grandes de un grupo de donantes de la industria petrolera en una lista de los 100 donantes más importantes recopilada por el Center for Responsive Politics.
Otros tres grandes donantes del sector petrolero contribuyeron a un fondo que apoyaba a la campaña ya difunta de Jeb Bush. Cada donante — Trevor Rees-Jones, fundador de Chief Oil & Gas, Richard Morgan, cofundador de Kinder Morgan, una compañía de oleoductos y Douglas Foshee, ex director ejecutivo de El Paso — no respondieron cuando se les pidió un comentario al respecto.
Hay sólo un tema — el cambio climático — en el que el Sr. Trump ha tomado una posición más cercana a muchos en la industria petrolera. Se ha mostrado escéptico sobre la existencia del cambio climático causado por los hombres y su campaña dice que el plan del Presidente Obama para regular las emisiones del carbono del sector energético es “exagerado”.
El Sr. Trump recibió un elogio raro de la industria petrolera el mes pasado gracias a Harold Hamm, director ejecutivo de la empresa pionera de esquisto Continental Resources. El Sr. Hamm dijo: “Es imparable y el partido republicano debe unificarse para ayudarlo”.
Barney Jopson (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved