El séptimo partido de la final se disfrutó en la capital, en especial el Quisqueya
SANTO DOMINGO. En las calles se respira béisbol. Como si fuera sorpresa. Es República Dominicana, un país donde se vive (o se sufre) este deporte a todos los niveles, y donde al que le gusta lo disfruta más y al que no le gusta, de alguna manera despierta empatía (o a veces simpatía) con este juego.
Diferentes puntos se convirtieron en centros de visita para los seguidores de los Tigres del Licey y las Águilas Cibaeñas que en la noche del jueves disputaban el séptimo partido de la serie final de béisbol.
Dos amigas en particular, Venecia Ogando y Andrea de los Santos disfrutaban en pantalla gigante en el reconocido Linconazo.
-Sí
-No
-Sí
-No, no, no
Respondía una y otra sobre si el final de la serie sería el séptimo encuentro en el Estadio Cibao.
“El Licey no va a poner a su fanaticada a esperar tanto”, dijo Venecia. La respuesta llegó inmediatamente: “hoy no hay celebración en la Lincoln y si hay es de las Águilas”, dijo Andrea. “Esto se acaba hoy”, insistió su contertulia.
Ambas mantienen una amistad pese a las diferencias de equipo por el que simpatizan. “Amistad ante todo. Nos damos cuerda pero sanamente”, coincidieron ambas.
En la avenida Tiradentes, en el “Dogout” se reunió otro grupo de persona. Richard Lantigua en compañía de su esposa, Nairobi Valerio. Ambos son del Licey. No es mucho lo que hay que investigar. “No pasa de hoy. Estamos a ley de un juego y es bueno ganarle allá”, dijo Richard. “Le vamos a ganar allá”, dijo su esposa. Sobre si hay presión o no señaló que de existir “es de aquel lado. Ellos no pueden perder”, dijo refiriéndose a las Águilas.
En el Estadio Quisqueya Juan Marichal se disfruta de un buen ambiente. Casi como si fuera un juego en vivo, sólo que faltó ver a los peloteros batear en el terreno. Más de tres mil simpatizantes asistieron al estadio, un mayor número de ellos azules.
El estadio funcionó como si fuera real que el juego se estuviera disputando allí: había seguridad a la entrada, así como dentro del estadio. La venta de proventos, las denominadas “cubeteras”, todo dispuesto para que los fanáticos disfrutaran en pantalla gigante del partido. La pantalla está colocada por el jardín derecho.
“Esto se acaba hoy. Claro que sí”, manifestó Yancarlos de la Rosa, quien vino con un grupo de amigos desde Sabana Perdida a ver su jeugo. “Aquí es casi como si fuera en vivo”.
Ricardo Victoria, otro joven que vino a ver el partido, mostró su razón de por qué fue al Quisqueya: “La idea es poder disfrutarlo fuera de la casa, la emoción es venir aquí”.
Un aguilucho, Luis Manuel Silverio Gil, se definió que pertenece a ese equipo desde los 6 años” y ronda ya los 18. “Tengo fe en mi equipo y puede venir de atrás”, agregó Luis Manuel, quien fue al parque porque vive cerca “Tiradentes con San Martín y como dijeron que iban a abrir aproveché”.