Un México que dejó de ser “monocreyente” recibirá al papa Francisco
Dentro de la propia geografía del país pueden encontrarse grandes diferencias en las estadísticas; en los estados fronterizos y en el sur se hallan los estados más alejados del catolicismo.
MÉXICO. México registra desde hace décadas un descenso progresivo de católicos, realidad que comprobará el papa Francisco en la visita que comienza mañana a este país, que a pesar del elevado número de fieles ha “dejado de ser monocreyente” para entrar en un “mercado religioso”.
En la década de los 70, en la que se produjo la primera visita de las cinco que realizó el papa Juan Pablo II, el porcentaje de católicos del país se situaba en un 96,2 %.
Sin embargo, esa cifra ha descendido hasta llegar al 82,7 % de la población, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
El abandono del catolicismo para pasar a otros credos o al ateísmo es “la primera evidencia” de que el país se convierte en “un país plurirreligioso”, dice a Efe Hugo José Suárez, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Por ello, el investigador emplea la metáfora de que México se encuentra en una situación de “mercado religioso”, donde pesan “cada vez más las decisiones de los individuos”.
Al igual que en el terreno de la medicina, la gente va encontrando progresivamente opciones alternativas para remediar sus enfermedades, “lo mismo pasa en el mundo de la fe”, donde los ciudadanos pueden “recibir cantidad de ofertas tremendamente variadas”.
El doctor en Filosofía de la Universidad Iberoamericana Virgilio Ruiz achaca la bajada del catolicismo a que se ha difuminado la concepción de “familia”, la principal responsable de inculcar los valores tradicionales.
El académico considera que los mexicanos han perdido el interés en la religión y ahora centran sus intereses en “algo pasajero, económico o inmediato”.
También ha descendido la confianza en la Iglesia católica como institución.
Según datos difundidos por la consultora Parametría en 2012, el porcentaje de mexicanos que guardan “mucha o algo de confianza” en la Iglesia ronda el 68 %.
Y aunque esto hace de ella una de las instituciones más valoradas a nivel nacional, el porcentaje dista del que se daba en 2006, cuando era superior al 80 %.
Parte de culpa la tienen, corrobora Ruiz, los escándalos destapados de pederastia por parte de miembros de la Iglesia católica.
Es “interesante” ver cómo las personas, a la hora de confiar en la Iglesia y elegirla, han superado el mecanismo impuesto de “control/castigo”, subraya por su parte Suárez.
A día de hoy, el estar cercano a una religión viene de “la propia evaluación y conciencia personal”, más que del “mandato”. Asimismo, la noción inculcada por la Iglesia de lo que constituye “pecado” ha perdido eficacia, explica el investigador.
Dentro de la propia geografía del país pueden encontrarse grandes diferencias en las estadísticas; en los estados fronterizos y en el sur se hallan los estados más alejados del catolicismo.
En este sentido, Chiapas, uno de los estados que visitará Francisco, es la entidad con un menor porcentaje de católicos de México.
Un 58 % de la población se manifiesta adscrito a esta religión, mientras que los que se dicen no creyentes conforman un 12 % y el resto del porcentaje se divide en otros múltiples credos.
Lejos quedan estas cifras del central estado de Guanajuato, en el que un 93,8 % de sus habitantes son partidarios del catolicismo.
Aún así, opina Ruiz, el catolicismo de ahora ha pasado a ser “una etiqueta”, un “catolicismo no comprometido” en el que las personas no son practicantes y, en ocasiones, piensan que “con ir a la peregrinación (de la Virgen de Guadalupe) una vez al año está todo arreglado”.
La pasión por la Guadalupana, fuertemente marcada en el país, es “la madre de la experiencia religiosa en México” y se mantiene dentro del culto mayoritario, pero incluso esta ha sufrido cambios, aporta Suárez.
Mientras que “por siglos” se mantuvo una cierta canonicidad vinculada a la figura, controlada por instancias de la Iglesia, ahora la imagen de la llamada Virgen Morena ha adquirido “elasticidades verdaderamente asombrosas”.
El empleo de esta figura en objetos para proteger el coche o incluso como reclamo para partidos políticos son fruto de “un contexto de acomodo del universo religioso”.
Al fin y al cabo, como recuerda el investigador, el Guadalupanismo es solo una de las “muchas maneras” que hay de vivir la fe católica.
Isabel Reviejo