París llora a sus caídos y lucha por retornar a la normalidad
“Sentimos como que no hay el mismo movimiento, la misma energía como pudimos ver antes”, dice una parisina
PARÍS. “No se puede vivir con este miedo”, “es necesario que la vida se reanude”: los parisinos penaban este domingo para recuperar su ritmo, en una capital sumida en el duelo y aún conmocionada por los sangrientos atentados perpetrados en Francia.
Terrazas casi desiertas o sin habilitar, comercios, mercados, museos, salas de espectáculos y de deportes cerrados... A pesar de un sol resplandeciente, la ciudad parecía sumida en un letargo chocante a los ojos de los turistas.
“Tenemos la sensación de que todo el mundo resultó afectado o conocía a alguien que lo está”, explica Dan Duffy, jubilado estadounidense originario de Boston, llegado a París diez días antes de los ataques.
“Sentimos como que no hay el mismo movimiento, la misma energía como pudimos ver antes”, resume su esposa, Rosemary.
Frente a las rejas cerradas del jardín de las Tullerías, en pleno corazón de la capital, la pareja dice “comprender” el cierre de los principales sitios públicos y turísticos de la capital, con el recogimiento y duelo nacional como telón de fondo. “Pero, si mantienen todo abierto, les están diciendo (a los yihadistas) ‘¡no ganarán!’”, argumenta Dan.
Treinteañera, habitante del este de la capital, no lejos de la sala de conciertos Bataclan donde tuvo lugar el más sangriento (al menos 89 muertos) de los ataques del viernes, Véronique tiene un discurso parecido.
Como decenas de otras familias, esta joven madre llevó a su hija a disfrutar de las animaciones navideñas montadas en los escaparates de las grandes tiendas del barrio de la Ópera. ¿El miedo? “Por supuesto que se piensa en él, sentí temor al tomar el Metro para venir hasta aquí, peno no se puede vivir con este miedo: sería darles la razón”, argumenta.
Bajo la torre Eiffel, militares armados con fusiles-ametralladoras al hombro patrullan la explanada por la que deambulan numerosos turistas y parisinos.
‘Es necesario que esto no dure’ -
En el barrio de Chantal, en el suroeste de París, “todo está muerto, cerrado, a lo que se añade la tristeza y el duelo, es normal después de tantas muertes pero es necesario que esto no dure, la vida debe reanudarse”, estima esta cincuentona.
En los Campos Elíseos, junto a los chalets cerrados de la clásica aldea de Navidad, Mohamad se lamenta. “Hoy, todo está muy, muy calmado, no he recogido a nadie por la mañana”, se inquieta este conductor de bici-taxi, quien suele realizar varios paseos diarios en su vehículo.
Si bien los cochecitos son numerosos en la “más hermosa avenida del mundo”, la afluencia de público nada tiene que ver con un domingo normal.
“En épocas normales, todo está bloqueado, no se puede ni dar un paso. Ahora, mire...”, se lamenta Anne, responsable da una boutique de moda, una de las pocas que abrió sus puertas en esta jornada. “Esta mañana entraron doce personas. El domingo suele ser nuestro mejor día de la semana. En una jornada normal tenemos unos 200 clientes”, explica.
En las fachadas cerradas de las tiendas de lujo, el mismo aviso tiene diferentes versiones, desde el lacónico “cierre excepcional” hasta un emocional “nuestros sentimientos están con todos aquellos afectados por estos acontecimientos horribles”.
La famosa brasserie Fouquet’s también mantuvo sus puertas cerradas. Los cafés, restaurantes y fast foods las abrieron, pero manteniendo sin habilitar sus terrazas sobre las aceras.
Gerente de un restaurante de moda del barrio de la Ópera, Marc Andriani abrió el suyo, pero esperaba “la mitad (de comensales) que un domingo habitual”.
“El sábado no atendimos en la terraza y cerramos más temprano”, prosiguió. ¿Los camareros? “Hubo uno que me llamó y me dijo ‘no me siento bien’, por lo que le dí el día libre”.
A dos pasos de allí, el único cine abierto en este barrio poblado de salas llamó al personal de seguridad. “Esperábamos mucha más gente con el nuevo (filme de) James Bond, pero esta mañana hubo apenas 36 personas”, confía su responsable.