La caravana migrante continúa su éxodo y alza la voz contra Gobierno mexicano
TAPACHULA, México. La caravana de miles de hondureños que buscan llegar a Estados Unidos avanzó hoy por el suroriental estado mexicano de Chiapas en un brutal éxodo que se cobró al menos una vida y en el que los migrantes denunciaron violaciones a derechos humanos por parte del Gobierno mexicano.
Ni el calor abrasador, por encima de los 30 grados, ni la dura caminata de unos 40 kilómetros de este domingo han aplacado los ánimos de los miles de migrantes centroamericanos, en su gran mayoría hondureños, que han puesto rumbo a la localidad de Huixtla, en Chiapas, sobre las 10.00 hora local (15.00 GMT).
A ritmo ligero, familias enteras, muchos hombres pero también madres solteras con hijos, han convertido el asfalto en un río de personas, una muchedumbre agotada pero sin intenciones de desfallecer.
De acuerdo con el refugio para migrantes del municipio de Suchiate, fronterizo con Guatemala, se registraron 7.125 personas de la caravana que entraron a territorio nacional, entre ellas, 1.500 mujeres y 2.400 niñas y niños.
Los más afortunados eran subidos en camiones y furgonetas gratuitamente, un regalo para los hondureños que arrancaron el periplo el 13 de octubre convocados por el boca oreja o a través de las redes sociales.
No obstante, al menos un joven perdió la vida al caer de uno de estos vehículos, según constató Efe. Y según reportan medios locales, seis migrantes habrían muerto al volcar un tráiler en el que viajaban también en Chiapas, sin formar parte de la caravana, ejemplificando los peligros que enfrentan en la travesía.
Algunos pedían limosna. Sin apenas nada en los bolsillos y escaso equipaje, viajan con lo puesto y agradecen la ayuda del pueblo mexicano, que les reparte agua, comida, medicamentos y ropa en un ejemplo de enorme solidaridad.
La valentía, la ilusión por una vida mejor, se contagia entre los participantes de esta gran marcha.
“Estamos con todos los ánimos de seguir para arriba. Para adelante. Y en Estados Unidos esperamos a ver si nos dan el permiso para entrar”, comentó a Efe César Armando Rodríguez, un hondureño de 43 años que viaja con tres compañeros empujado por la pobreza de su país.
“¡No somos criminales!”, entonaban algunos durante la caminata rumbo a la pequeña localidad de Huixtla, a unos 35 kilómetros de su punto de partida de hoy en Tapachula.
Precisamente este lunes varios colectivos sociales y la caravana migrante alzaron la voz contra las autoridades, con quienes el viernes mantuvieron un duro choque al forzar su entrada a territorio mexicano.
Ante decenas de medios de comunicación nacionales e internacionales, describieron este movimiento como un “éxodo” fruto de décadas de “hambre y muerte”, apuntó Irineo Mujica, director de la ONG Pueblo Sin Fronteras.
Elena Lourdes Urbina denunció la separación de su hijo y su nieto, quienes están en una estación migratoria junto con más de mil personas que buscan tramitar una solicitud de refugio.
Esta enorme marcha, que se suma a otras realizadas con anterioridad, ha puesto en jaque a varios países y amenaza con romper la frágil relación diplomática entre México y Estados Unidos desde el arribo del republicano Donald Trump a la Casa Blanca.
“Tristemente parece que la Policía mexicana y los militares son incapaces de parar la caravana que se dirige a la frontera sur de Estados Unidos. Criminales y desconocidos de Medio Oriente están mezclados”, alertó este lunes Trump en Twitter.
Pese a los esfuerzos del Gobierno mexicano para detener el contingente, el río de personas no ha dejado de crecer y, de hecho, se habla que otra caravana podría ingresar al país, mientras que hay centenares de migrantes atrapados en el puente fronterizo entre Guatemala y México.
El futuro presidente de México, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, pidió este domingo al Gobierno de Chiapas proteger a los migrantes en su travesía y ofreció visas de trabajo a partir del el 1 de diciembre, cuando asuma el cargo.