Indignación contra Peña Nieto por una visita de Trump difícil de justificar
El solo encuentro y su carácter privado despertaron hoy la indignación generalizada de los mexicanos
MÉXICO. Independientemente del resultado de la reunión entre el presidente Enrique Peña Nieto y el candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, el solo encuentro y su carácter privado despertaron hoy la indignación generalizada de los mexicanos, que lo consideran a todas luces injustificable.
Al margen de la ola de críticas, burlas y bromas que inundaron en las últimas horas las redes sociales contra Peña Nieto y Trump, la vehemencia con la que se han expresado intelectuales, académicos y analistas habitualmente moderados hace difícil imaginar un final feliz a este episodio. Apoyándose en la frase “es un día muy importante este 31 de agosto”, el historiador Enrique Krauze opinó en la cadena Televisa que, al invitar a Trump, Peña Nieto “puede haber cometido un error histórico”.
“No me parece valiente la posición de reunirse en privado con un hombre que ha insultado a ese grado, con esta historia nuestra y con esta vecindad, y con lo que el pueblo mexicano ha sufrido a lo largo de los años con respecto a esa vecindad”, denunció. Además, dijo no ver “cómo esta visita pueda apuntalar la posición mexicana”, pero en cambio sí “cómo puede apuntalar la posición ambigua, demagógica, populista y fascista de Trump, el tirano, en Estados Unidos”.
“A un tirano no se le apacigua, se le enfrenta”, espetó, tras comparar a Trump con Hitler, algo que ya habían hecho meses atrás los expresidentes Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012). En declaraciones a Efe, el analista político Federico Berrueto consideró que “con la información que se tiene disponible” resulta difícil hallar “una razón que justifique o explique por qué el Gobierno de México accedió a este encuentro”.
Según trascendió el martes, Peña Nieto cursó el viernes pasado invitaciones para visitarle en México a Trump y a su rival demócrata, Hillary Clinton. Berrueto explicó que “es la primera ocasión que en medio del proceso electoral (en Estados Unidos) hay un encuentro de esta naturaleza”.
“Sus consejeros (de Peña Nieto) le deben haber dicho que el costo de mantenerse distante era mas elevado que estar entrevistando a los dos candidatos presidenciales”, especuló sobre el silencio que mantuvo el Gobierno de México durante meses mientras la dialéctica de Trump subía de tono.
Trump ha llamado “criminales” y “delincuentes” a los migrantes mexicanos en EE.UU., ha anunciado que pretende deportar a los 11 millones que se estima que hay en el país y ha advertido que obligaría al Gobierno de México a pagar la construcción de un muro en la frontera común. Berrueto argumentó que con las invitaciones a los candidatos, “México se acredita como un actor relevante en el proceso político estadounidense, donde le ha ido muy mal”. Menos benevolente fue la oposición política mexicana, que acusó a Peña Nieto de “dejarse utilizar y servir a los intereses electorales” de su interlocutor, pese a que ha “encabezado una campaña de odio” en contra del país y sus ciudadanos.
Así lo expresó el grupo parlamentario del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el Senado, que “repudia” la visita de este “mentiroso antimexicano”, afirma que “no es grata” y demanda al gobernante de su país que “considere los sentimientos de la sociedad y la alta investidura de su cargo”. El presidente del también opositor Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo Anaya, recordó en un mensaje en Twitter que los mexicanos tienen “memoria y dignidad”.
“¿En qué cabeza cabe invitar a Donald Trump”, se cuestionó, mientras el expresidente Vicente Fox, que con el PAN rompió una hegemonía de 71 años del Partido Revolucionario Institucional (1929-2000) de Peña Nieto, advertía que el actual gobernante “podría llegar a ser considerado un traidor” porque los mexicanos no aceptan “ser ofendidos”.
El que fuera canciller de Fox, Jorge Castañeda, apuntilló que la visita de Trump a México es “un acto de desesperación innecesario” del mandatario. Algunos rescataban este miércoles una reflexión del analista John Ackerman en la revista Proceso de marzo pasado en la que, ante el silencio “cómplice y criminal” que mantenía entonces el Gobierno mexicano frente a los ataques de Trump, acusó a Peña Nieto de “servilismo hacia el norte”.
Es más, reflexionaba, la ausencia de confrontación responde a que ambos “comparten una visión similar del mundo” porque “desprecian profundamente la cultura y la educación y viven en un mundo lleno de champaña, aduladores y guardaespaldas que los aísla totalmente de los sufrimientos y las esperanzas del pueblo humilde”.
Aunque todavía es pronto para saber cómo afectará el caso a la alicaída imagen de Peña Nieto, que tiene el peor índice de aprobación desde Ernesto Zedillo (1994-2000), un sondeo en línea del diario Milenio afirmaba hoy que un 52 % de los 3.200 encuestados consideraba “ofensiva” la presencia de Trump en Los Pinos, un 31 % “inexplicable”, un 10 % “adecuada” y un 7 % “increíble”.