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El legado de Fidel del que no se habla

DETROIT. El Fidel Castro al que Sam Riddle y muchos otros afroestadounidenses admiraban no era el dictador revolucionario brutal que sumió a Cuba en la ruina económica y gobernó con puño de hierro la nación isleña.

Para ellos, Castro luchaba por la libertad y le interesaba mejorar la vida de todos los cubanos, independientemente de su raza.

Castro, que falleció el viernes a los 90 años, se acercó a los grandes líderes negros. Se reunió con Malcolm X en 1960 en Harlem, el vecindario más famoso de Nueva York. También tuvo una estrecha relación con Nelson Mandela, de Sudáfrica.

“Fue Fidel quien luchó a favor de los derechos humanos de los cubanos negros”, dijo Riddle, director político de la representación en Michigan de la National Action Network. “Muchos cubanos son tan negros como los negros que trabajaron en los campos en Mississippi o que viven en Harlem. Castro creía en la atención médica y la educación para estas personas”.

Las acciones del dictador para lograr la igualdad racial significan que él “jamás será un monstruo” para sus muchos admiradores, afirmó Riddle. “Para mí, él es la esencia de la humanidad”.

En 1959, Castro comandó un ejército rebelde que derrocó al gobierno de entonces en el país encabezado por Fulgencio Batista, quien era proestadounidense.

Muchas personas de la élite cubana viajaron 145 kilómetros (90 millas) hacia el norte y huyeron a Miami, donde pasaron décadas en el exilio. Muchos cubano-estadounidenses en Estados Unidos festejaron la muerte de Castro.

Algunos de quienes huyeron a Miami “habían saqueado Cuba... y explotado a los pobres y la clase trabajadora”, declaró Riddle, de 70 años, que también enseña medios en un colegio comunitario de Detroit. “Ahora esos mismos individuos han tergiversado la historia para satanizar a Fidel Castro en la muerte”.

Durante el gobierno del presidente Barack Obama, Estados Unidos restableció relaciones diplomáticas con Cuba. El presidente electo Donald Trump ha censurado la postura del gobierno de Obama hacia Cuba y amenazó el lunes con “poner fin” a la distensión de Estados Unidos con el gobierno de la isla.

Después del triunfo de la revolución, Castro declaró el fin de la segregación racial. Sin embargo, es pequeño el número de afrocubanos situados en la parte más alta de la escalera política y económica del país. No obstante conforman un número desproporcionado de pobres en las poblaciones urbanas y rural.

Las personas de piel más clara son contratadas más rápidamente en el sector turismo.

Las acciones de Castro “son más atractivas para cualquier persona de color”, dijo Lynn Reasonover, una ejecutiva financiera negra de Chicago que visitó Cuba en agosto durante unas vacaciones. “No creo que los blancos de Estados Unidos aprecien su obra”.

Reasonover, de 54 años, recorrió partes de La Habana y otras dos ciudades, donde conversó con cubanos. Lo que ella vio semejaba partes de Estados Unidos. Había zonas donde el progreso era evidente y otras donde sobresale la pobreza en la isla.

“Yo entiendo lo que él intentaba lograr”, dijo la ejecutiva sobre Castro. “Él tenía un profundo amor por su pueblo. Tenía grandes ideales, pero no creo que a todos les venga la misma medida”.

En declaraciones emitidas hace seis años, el ministro del Exterior de Cuba dijo que la primera delegación comunista cubana que viajó a Naciones Unidas recibió el apoyo de Malcolm X y otros líderes negros, y se forjó un lazo perdurable entre los “revolucionarios cubanos y las personas progresistas afroestadounidenses”.

Cuba apoyó a los combatientes angoleños que luchaban contra las fuerzas respaldadas por el gobierno proapartheid de Sudáfrica en la década de 1980.

Castro también concedió asilo a Joanne Chesimard, quien fue declarada culpable en 1977 de la muerte del patrullero estatal Werner Foerster durante un tiroteo en 1973 en New Jersey.

Chesimard fue sentenciada a prisión perpetua pero escapó y logró huir hacia Cuba, donde aún vive bajo el nombre de Assata Shakur.

“Era un héroe en África, América Latina y Norteamérica para quienes necesitaban liberarse de la opresión oligárquica y autocrática”, declaró en un comunicado el reverendo Jesse Jackson.

“Aunque Castro desafortunadamente negó muchas libertades políticas, al mismo tiempo estableció muchas libertades económicas: educación y servicios de salud”, dijo Jackson.

“El cambió al mundo. Aunque tal vez no estemos de acuerdo con todas las acciones de Castro, podemos aceptar su lección de que doquiera que haya opresión, debe haber resistencia”.