Desolación en poblado guatemalteco arrasado por la furia de un volcán
ESCUINTLA. “¿¡Hay alguien que necesite ayuda!?”, gritaban socorristas ayer en una comunidad del sur de Guatemala con la esperanza de encontrar a sobrevivientes en medio de la devastación que dejó la potente erupción del volcán de Fuego, con la muerte hasta ahora de 65 personas.
Bomberos, soldados y policías se abren paso entre los techos de decenas de casas arrasadas por el deslave de lodo y ceniza ardiente que el domingo provocó el pánico en la pequeña comunidad de San Miguel Los Lotes, en la ciudad de Escuintla, 35 km al sur de la capital.
La villa y otras comunidades vecinas que estaban acostumbradas a la constante furia del coloso, y que también resultaron afectadas, cuentan hasta al momento más de 60 muertos, aunque la cifra podría aumentar ante los reportes de varias personas que dicen tener familiares desaparecidos.
Mientras la búsqueda continuaba en las zonas devastadas, en la plaza del pueblo indígena contiguo de San Juan Alotenango siete féretros de cuatro menores y tres adultos eran velados con un crucifijo y altares de flores.
“Aunque nos duela aceptarlo, es la voluntad de Dios”, dijo a la AFP, Ana Celada, tía de las niñas Jenifer y Mildred Morales de 3 y 6 años que murieron en la aldea El Porvenir. Por recomendación de autoridades sanitarias, las víctimas serán sepultadas en las próximas horas en el cementerio local.
En Los Lotes, Eufemia García, de 48 años, rompe en llanto al enumerar a una decena de miembros de su familia, entre ellos sus tres hijos, que quedaron atrapados al momento que el deslave tomó por sorpresa el caserío.
“Yo quería regresar por ellos, yo quería regresar”, repite la afligida mujer de 48 años frente a una ambulancia.
A pesar de la insistencia de los socorristas por encontrar indicios de vida, los esfuerzos parecen en vano ante la magnitud del desastre; al menos tres cuerpos calcinados estaban dispersos en un callejón y el patio de una vivienda, observó un periodista de AFP.
Por indicios de otros deslaves en la ladera del volcán las tareas son suspendidas momentáneamente y todos en el epicentro del desastre debían evacuar a un lugar seguro.
Panorama desolador
El panorama es desolador en toda el área. Ropa tendida cubierta de ceniza, comida aún en la mesa y aves de corral que deambulan, dan indicios del pavor que sufrieron los habitantes del caserío.
Perros y gatos también murieron quemados y las mascotas que quedaron vivas se refugian en las casas y algunos son rescatados por sus dueños pese al riesgo por remanentes de ceniza ardiente.
Un grupo de pobladores del lugar con pañuelos en los rostros se protegen del polvo e intentan hallar a sus amigos y vecinos entre los escombros. Más allá en la carretera cuatro vehículos semidestruidos atrapados entre la espesa ceniza evocan la dimensión de la tragedia.
El alcalde de Escuintla, Abraham Rivera, dijo a la AFP que durante la erupción del domingo el material piroclástico del coloso se desbordó de la ladera por la que descendía normalmente, lo que dio un estrecho margen para evacuar.
Más de un millar de moradores de Los Lotes y otras aldeas afectadas aguardan en albergues sin saber si volverán a sus casas tras el miedo y la destrucción que les dejó la explosión.
La potencia de la erupción ocasionó una lluvia de ceniza que se dispersó por varias ciudades, provocando el cierre del aeropuerto internacional de la capital y la suspensión de clases en los departamentos de Escuintla (sur), Chimaltenango y Sacatepéquez (oeste) que comparten la jurisdicción del volcán de Fuego, de 3.763 metros de altura.
por Henry MORALES ARANA