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Huracán María
Huracán María

“El techo voló y todo se fue a pique”

El drama de decenas de familias a las que el huracán María dejó sin techo en Samaná

SAMANÁ. “Mi mujer no durmió anoche llorando. Imagínese, uno consigue las cosas con sacrificio y todo se le va a pique”. A su lamento, Miguel Dismey le agrega un ¡Dios sabrá!

Su vivienda fue una de las decenas que el viento y las aguas generados por el huracán María, a su paso el pasado jueves por la costa norte del país, dejó sin techo en la comunidad de Villa Clara, en Samaná. Todos los muebles de la casa se mojaron. “El techo voló y todo se fue a pique”, contó.

Cecilio Valdez, de 63 años, vive en Los Yagrumos y, además de parte del techo, los vientos le tumbaron más de 2,000 plantas de plátano que tenía sembradas en unas 10 tareas cerca de su vivienda. Próximo a donde vive, una casa quedó aplastada por un deslizamiento de tierra que también ocupó parte de la vía que comunica a Samaná con Las Galeras.

Por suerte para el dueño, no estaba en la vivienda cuando el desprendimiento de la montaña, pero su vecino Ricardo Guerrero, cuya vivienda está justo al lado, pasó el susto de su vida cuando la tierra empezó a caer próximo a las 7:00 de la mañana del jueves.

“Yo me preparé para salir huyendo. Pensé que la montaña me caería encima. Por suerte solo dañó una de la pared de la casa que tengo en construcción.

Guerrero ahora sabe que su vida no está segura en ese lugar, porque los deslizamientos pueden continuar, pero dice que esa casa, en la que también tiene un negocio, es todo cuanto posee y no sabe para dónde ir”.

El anciano Isidro Marcelino Shephard se soporta en su bastón para llegar hasta lo que María le dejó como casa.

La pequeña vivienda de madera y zinc quedó ladeada con la furia de los vientos que trajo María a la empinada comunidad de Arroyo La Sabana, municipio El Limón. Desde la casa de su hijo, a pocos metros de la suya, Isidro vio como la vivienda empezó a ceder.

“Bueno, lo importante es que estamos vivos. Ahora habrá que reconstruirla”, comenta. Pero su cuerpo y sus fuerzas contradicen su espíritu para poder levantar nueva vez su casa.

Por suerte para él, al lugar se presentó Silvio Rosario, un promotor del Instituto Nacional de la Vivienda (INVI), que anotó sus datos y le hizo fotos para agregarlo a la lista de personas a quienes deben ayudar a reconstruir sus viviendas.

Pasadas las 4:00 de la tarde del viernes, Rosario había registrado 70 casas que requieren algún tipo de reparación porque las lluvias y los vientos del huracán la dañaron total o parcialmente.

“Pero eso es apenas la mitad de la zona que debemos recorrer aquí en El Limón”, aclara.

Ambrosio Encarnación, encargado de la Defensa Civil en el municipio cuenta que durante el paso del huracán María, tuvieron que desplazar 288 personas de sus casas y llevarlas a refugios y que, por lo menos, 35 viviendas se inundaron por la crecida del río El Limón.

Sobre los escombros de Irma y María

A Juana María Santos, una residente de la comunidad de Boba en Nagua, lo que más le preocupaba del huracán María es que hiciera a sus vecinos lo que le hizo a ella Irma, el otro huracán de categoría cinco que azotó la costa norte dos semanas antes.

Su casa, junto a otras 14 que se encontraban a orilla del mar, fue devorada por los oleajes de hasta 18 pies que generó Irma. María tuvo menos vientos en esa localidad pesquera de nordeste, y las aguas no llegaron más allá de la franja que ya había devastado Irma.

Sentada sombre un tronco de los muchos que el mar y el río Boba, que desemboca en esa parte del Atlántico, arrastró hasta la costa, Juana narra cómo, de un momento a otro, perdió todo lo que tenía y se quedó solo con la ropa que llevaba puesta.

Ahora espera que el presidente de la República, Danilo Medina, cumpla con la promesa que les hizo ayer viernes, durante una visita a la comunidad para evaluar los daños del huracán, de que reubicaría a todas las personas de ese lugar.

Son 103 casas las que habría que desalojar, dice Amaurys Cruz, otro residente del lugar a quien, si bien no se le derribó la casa, se le inundó y se le dañó cuanto en ella había: “cama, nevera, televisor, radio... todo”.

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