Árabes del alma
Kassim Elhimani fue un periodista entusiasta que rondó por el Caribe levantando y divulgando información sobre la presencia árabe en nuestros países, particularmente en el comercio, actividad en la que esta inmigración sentó reales. En 1934 publicó Santo Domingo de Ayer y Hoy y en 1940 Los Emigrados, subtitulado Sirios, Libaneses y Palestinos. Conocí de su existencia gracias al querido Rafael Kasse Acta, miembro meritorio de la segunda generación formada por Emil, Clara y Wilfredo, hijos de Abraham Kasse y Salime Acta Fadul. Siendo ésta hermana de Abraham, Elías, Manuel y Antonia A.F., quienes fijaron residencia en el Ingenio Las Pajas y en San Pedro de Macorís, dedicados al comercio detallista y al colonato de caña.
Yo estuve vinculado desde mi infancia a esta maravillosa colonia, al compartir recorrido de guagua y aulas en el Colegio de la Salle con los Selman, Yeara, Alma, Scheker, Vidal Dauhajre, Decaran, Mauad, Terc, Zaiter, Nader y Licha, e interactuar en San Carlos con los Scheker, Dargam, Jana, Raful y Miguel, y participar de las actividades del Centro Sirio Libanés (actual Club Libanés Sirio Palestino), del cual era socio mi tío Arístides Álvarez Sánchez. Cuando regresé de Chile en 1971, el patriarca amable que fuera Jean Haché me convidó a disertar sobre esta inmigración y su aporte, en los salones de su local sito frente al Parque Independencia. Y por supuesto, siempre he disfrutado los manjares de la culinaria árabe, en hogares a cargo de matriarcas que han mantenido la tradición y en centros gastronómicos esparcidos por el mundo.
En los últimos tiempos han partido personas entrañables de esa comunidad. Jorgito Yeara Nasser, con quien recorrí toda una vida, cuya madre nos preparaba sabrosos platillos dominicales. Salima Vidal Dauhajre –hermana de Anisito, mi médico y compañero lasallista, casada con el fraterno José Alfredo Rizek Billini, parte de una familia a la que me unen raíces sensibles, con don Juan Dauhajre y Antura Antor junto a sus vástagos Johnny y Mery, don Andrés D. y Odette Nader y su brillante prole, entre ella Andy. Del buen tino en la cocina que dominaba Antura, fui beneficiario agradecido. La última en partir ha sido Matilde “Muñeca” Hasbun Vda. Selman, la madre amantísima de mis compañeros de infancia Eduardo, Chichí, Tirso y Jorgito. Una mujer corajuda que levantó familia y prodigó bienaventuranzas en su labor empresarial en la industria del disco.
K. Elhimani se refiere a Salomón Dauhajre como el patriarca sirio de este linaje, comerciante establecido desde 1911 con La Flor de Damasco, en la Avenida Mella y José Reyes 70. Casado con Matruka Esalouit, procrearon a Andrés y Freddy, bautizados en 1938, así como a Juan, quien se hizo cargo del negocio en 1953 al fallecer el padre, designado La Nueva Damasco. También aparece don Anís F. Vidal, elegante y buenmozo, “hombre culto y comerciante de esta plaza, establecido en la Avenida Mella 79, importador de tejidos y géneros de puntos”, quien unió lazos con Victoria Dauhajre, con fecunda descendencia. Una segunda línea habría derivado de Salomón.
Otra personalidad de la colonia que figura es Manuel Yabra, vicepresidente del Centro Sirio Libanés, comerciante de origen sirio. Padre, junto a Nicolás (compositor de Concierto de amor) y Freddy Yabra Yege, de Elena, María y Flérida, ésta sumamente hermosa, nombrada “estrella del Reinado Social de 1939”. Casaría con el piloto norteamericano Lorenzo Berry, un activo de la Compañía Dominicana de Aviación (CDA) que dirigiera el coronel Charles McLaughin –suegro de Negro Trujillo y vecino de mi barrio-, fundada en 1944. Berry, ligado a la inteligencia americana, operó el supermercado Wimpys en la Bolívar. La pareja jugó un papel clave en el grupo conjurado que ajustició a Trujillo, ella con el nombre de guerra Electra.
De origen libanés, Elías Cheij, de Cheij Hermanos, en el ramo de confección de ropa, fue fundador y presidente del Centro S-L, casado con Clara Curie. Al igual Nessim Hazim, también presidente, quien tuvo con Aurora a Olga Magali y a Carmen Elena, condecorado por Francia al destacarse en la colonia.
Tres médicos eminentes aparecen en el libro Los Emigrados. El Dr. Antonio Zaiter Slaimen, segunda generación, de padre libanés y madre siria, con clínica en la Avenida Mella 40. El Dr. Antonio Elmudesi, nacido en Cuba, quien operó clínica de prestigio, consagrado cirujano especializado en París y New York. Y nuestro entrañable Dr. César Dargam, asociado al Hospital Padre Billini, el Leprocomio, la Universidad y el Escogido.
Resaltan en el texto, Fadllala Dauhajre, comerciante con local en la Santomé 108 altos. Salim Jana, con comercio en Ciudad Trujillo. Jacobo J. Lama & Co., con capital social de $40,000, ubicado en Barahona y casado con María Jaar, importador de mercancías y provisiones, exportador de frutos del país. Don Jorge Chami, casado con Vergini, con sus hijos: Foad, Julieta, Anita y Víctor. El libanés Assad Mocary, matrimoniado con Rativa Frangie, asentado en la Mella, padres de Freddy.
Del mismo modo, aparece Antonio Brinz, casado con Ana, ambos libaneses, con comercio en la calle Mercedes. Sus hijos, Alberto, Carlota y José, estudiantes en el Colegio Quisqueya. También María Salomón Abud, propietaria de la tienda La Ideal en El Conde, comerciante importadora de las medias Monito, ropa interior femenina Holleproof, sedas, fantasías y novedades. Madre de Vinicio y Amelia Reynoso Abud.
En El Conde 49 se hallaba Decaran Hermanos, casa fundada en 1928 por Julio y Gabriel, sirios de raíz armenia, dedicada a la importación de tejidos, fabricantes de camisas marca El Zepelín, trajes para caballeros en driles ingleses y pantalones de fantasías, distribuidores de medias para señoras y perfumes franceses. Gabriel, casado con Victoria Zaiter Slaimen, padre del apreciado compañero lasallista de infancia, Jesús Gabriel Decaran Zaiter, anestesiólogo y amante del jazz. Pariente de mi colega en la Facultad de Economía de la UASD, Manuel Amor Zaiter.
Otro destacable en la obra de Elhimani es don Jorge Mere, comerciante libanés entonces con 30 años en el país, procedente de Beirut, casado con la española Cristina Márquez, en cuya unión procrearon 8 hijos: 5 varones y 3 hembras. El mayor resaltado por el autor, al consignar que Alfredo Mere Márquez –quien casara con prima hermana de mi madre, Montalvo Pichardo, dando origen a la familia Mere Montalvo, entre la que sobresalen María Cristina y Fredín– “es el primer intelectual de la colonia libanesa”. Profesor de la Normal de Varones, impartía las asignaturas Castellano, Literatura e Historia. Elhimani señala, en la rama femenina de los Mere Márquez, a Linda Altagracia.
Un anuncio en la obra citada, corresponde a Antonio P. Haché, casa fundada en 1886 en Santiago –almacenistas importadores y exportadores de café, azúcar y otros productos nacionales. Pionera de esta laboriosa y progresista inmigración, operó La Flor de Siria, establecimiento fundado en 1909 en San Pedro de Macorís, dedicado al comercio importador y a la fabricación de camisas marca Dominican Shirt. En aviso publicado en La Nación en 1940, la Casa Haché (Antonio P. Haché C por A), sita en Duarte 33 de Santiago, promovía su fortaleza en “licores y coñacs famosos, las provisiones más frescas, los mejores vinos, frutas finas renovadas constantemente, dulces y golosinas”. Resaltando que el “comprar una vez en esta casa es hacerse cliente permanente”.
Otros anuncios de Los Emigrados, son los de Nassim J. Diná, importador de accesorios para automóviles y radios, ubicado en el costado Norte del Parque Independencia. De Don Nicolás Resek, de la colonia árabe en Moca, establecido desde 1912 como almacenista, importador y exportador de café, casado con Ivonne. De Yamil Arbaje, unido con Samira, patriarca de ese colectivo étnico en Las Matas de Farfán. De el sirio Habib Neme, matrimoniado con Adela, padre de Matilde y Alberto, Gloria y Elena, Alicia, Nahun y Víctor, éstos los más chicos. Con referencia a Fued Tonos, “joven activo e inteligente”, representante de Nikyo Trading, Tabuchi Yoko y Japan Manufacturers Export Association de Osaka.
Y así, al figurar en estos registros impresos, ha quedado estampada la huella de tantas familias laboriosas, llegadas de las lejanas tierras del Levante, que hicieron fecundar la nuestra con su espíritu emprendedor. Enraizando y enriqueciendo el mosaico de etnias de la dominicanidad.