Proyectos auspiciosos

Si todos los proyectos anunciados para la zona de Miches se hacen realidad, el país contará con otro vigoroso polo turístico que se añadirá a los ya existentes. Será un merecido progreso para esa zona y sus laboriosos pobladores. Y no sólo para estos últimos, pues es muy probable que se genere una corriente inmigratoria compuesta de personas procedentes de otros lugares, que se asentarán allí atraídas por las nuevas oportunidades de trabajo en los hoteles y sitios de recreación. Muchos de ellos serán dominicanos en busca de mayores ingresos, pero muchos otros serán extranjeros provenientes del lado oeste de la isla.

Es probable también que la fisonomía del entorno varíe. La influencia del turismo no se limita a los establecimientos directamente vinculados con los turistas, sino que se hace sentir sobre actividades conexas que les proveen bienes y servicios. En cuanto a los bienes, pueden ser producidos en cualquier parte del país o ser importados desde el extranjero. Pero los servicios suelen ser suplidos por personas que se radican en la vecindad, creando nuevos centros urbanos.

Es habitual que esas nuevas urbes surjan espontáneamente. Por la rapidez con la que crecen, es frecuente que no sean planificadas, careciendo de instalaciones básicas tales como viviendas adecuadas, calles, agua potable, electricidad, escuelas y hospitales. Luego de consolidarse, esos pueblos y ciudades tienden a conservar los rasgos caóticos derivados de la improvisación que caracterizó su origen y evolución, presentando un agudo e impactante contraste con los bellos y bien cuidados establecimientos a los que sirven.

Sería deseable que no sucediera de ese modo. Convendría que las opciones de trabajo fuesen aprovechadas principalmente por los lugareños, que los asentamientos se lleven a cabo de forma ordenada, y que el desarrollo no sea una fuente de más inmigración ilegal. Tenemos ya suficiente experiencia para lograrlo en Miches, siempre que sea ése nuestro propósito.