El gran costo político de una suspensión de Tokio 2020

El primer ministro japonés Shinzo Abe disfrazado deSúper Mario, el personaje de Nintendo, durante la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro el 21 de agosto del 2016. (Yu Nakajima/Kyodo News via AP)

El primer ministro japonés Shinzo Abe podría pagar un precio muy caro por una suspensión de los Juegos Olímpicos de Tokio programados para dentro de cuatro meses.

Se jugó su prestigio político promoviendo personalmente a Tokio como sede en la reunión del Comité Olímpico Internacional de Buenos Aires en el 2013. Tokio se presentó como un “par de manos seguras” y superó en la votación a Estambul.

Abe cautivó asimismo al público en la ceremonia de clausura de los juegos de Río de Janeiro del 2016, desfilando ante 70.000 personas como Súper Mario, el personaje de Nintendo.

Abe desea que los juegos sean la coronación de su carrera como el primer ministro que más tiempo ocupó el cargo en Japón. Los juegos están en duda por el brote de coronavirus, pero los organizadores japoneses y el COI han insistido hasta ahora en que se realizarán en la fecha planeada, a partir del 24 de julio.

La posibilidad de que se cancelen, o se posterguen, no obstante, es real. El virus fue declarado una pandemia por la Organización Mundial de la Salud y está causando estragos en la economía mundial, otra mala señal para Abe.

“Debe preocuparle el que tal vez no esté al frente de los juegos si son demorados un año”, dijo David Leheny, profesor de ciencias políticas de la Universidad Waseda de Tokio, en una entrevista con la Associated Press. “Ha invertido mucho en la idea de mostrar a Japón en la mejor luz posible y es extraordinariamente reticente” a cancelar o postergar la justa.

Leheny cree que Abe no podría sobrevivir a una cancelación o postergación. Ha estado involucrado en escándalos de corrupción y se dice que no respondió con la debida celeridad al coronavirus. Su popularidad, no obstante, subió un 8%, hasta el 49,7%, en una encuesta telefónica realizada esta semana por la agencia noticiosa japonesa Kyodo.

En la misma consulta, el 69,9% de los encuestados dijo que “no” cuando se le preguntó si Tokio “podía realizar los juegos como está planeado”. Menos de una cuarta parte de los consultados dijo que sí podía hacerlo.

“Creo que se aferra a la esperanza de que la epidemia pasará pronto”, dijo Leheny.

Hay indicios de que no será así y muchos interrogantes en torno a la llegada de cientos de miles de deportistas y aficionados a Tokio.

“¿Quién querría ser primer ministro durante unos juegos a los que nadie vendrá por una pandemia mundial”, preguntó Leheny.

El COI pidió esta semana al personal de su sede central en Lausana, Suiza, que trabaje desde su casa hasta nuevo aviso. También cerró el Museo Olímpico.

Una pequeña ceremonia recibirá el viernes la antorcha olímpica en una base aérea del norte de Japón, procedente de Grecia. La antorcha comenzará su recorrido por Japón el 26 de marzo en Fukushima con muchas restricciones a la presencia de público.

“El COI ha enfrentado muchos desafíos en los meses previos a una justa olímpica”, dijo a la AP Michael Payne, director de márketing del COI por 20 años. “La experiencia nos ha enseñado que no hay que apresurarse, sin importar las presiones políticas o de la prensa”.

Payne sostuvo que no es necesario tomar una decisión definitiva ahora, a cuatro meses de los juegos.

“La decisión se tomará mucho más cerca de los juegos, porque para entonces las cosas podrían haber cambiado mucho”, dijo Payne.

En juego hay miles de millones de dólares en patrocinios y derechos de transmisión. Los organizadores de Tokio dicen que invirtieron 12.600 millones de dólares en la justa, aunque una junta nacional de auditores cree que se gastó el doble de esa suma.

John Coates, integrante del equipo que hace inspecciones en Tokio, declaró al diario The Australian que había más incertidumbre en torno al boicot de los juegos de Moscú de 1980.

“Ahora hay menos incertidumbre que en 1980, se lo puedo asegurar”, dijo Coates al diario.

El exvicepresidente del COI Dick Pound afirmó el mes pasado que la decisión definitiva llegará a más tardar a fines de mayo y especuló que lo más lógico sería cancelar la justa.

Otros especulan que lo más probable es una postergación, si el COI se pone de acuerdo con televisoras, patrocinadores, federaciones deportivas, deportistas y 200 comités olímpicos nacionales.

Otra posibilidad que se baraja es la de llevar a cabo los juegos sin público, aunque hay quienes dicen que los juegos no tendrían la “atmósfera” que se espera de ellos.

“Los participantes encontrarán desabrida la justa y la calidad de las actuaciones se resentirá mucho”, dijo Patrick Nally, especialista en márketing de productos deportivos. “Para mí, es imposible hacer unos juegos sin público, no es realista”.

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