Alberto Castillo: "Las nuevas reglas han quitado lucidez al béisbol"

Los robos se disparan en un 37 % con ampliación de las bases

Alberto Castillo pasó por las Grandes Ligas entre 1995 y 2007. (Fuente externa)

Mientras lanzadores y bateadores hacen los ajustes apresurados para acostumbrarse a jugar con la presión del reloj, como parte del más reciente intento de la MLB por reducir los partidos, la enésima reforma para “hacer más atractivo” el juego también redujo la distancia entre las bases. 

Ha sido una bendición para los robadores de almohadillas, pero una pesadilla para los receptores. 

En lo que va de la campaña el número de estafas por equipo por juego se ha disparado hasta los 0.70% desde el 0.51% de 2022, un aumento del 37%. Es la media más alta desde 1997 (0.73). 

Igual, el porcentaje de corredores atrapados en intento de robo ha caído hasta los 18.7% este 2023, el más bajo desde que comenzó a llevarse el registro hace más de un siglo (1890). En 2022 fue de 24.6% y en 1955 se tocó el techo con 46.3%.

A Alberto Castillo no le gusta lo que ha visto; entiende que se ha desnaturalizado el juego al incluir el cronómetro y pide una intervención al sindicato de peloteros.

“El juego de pelota no se puede jugar como el de basketball, el béisbol tiene casi 200 años siendo exitoso así. Le han quitado lucidez”, dice el sanjuanero, al teléfono con DL. “¿Cómo puedes apurar a un lanzador a tirar una bola, ¿cómo puedes apurar a un bateador a que no respire ni pueda, por lo menos, descifrar el pitcheo que le tiraron y él le dio foul, o preguntarle al receptor? ‘Oye, ¿qué pitcheo fue ese?’. No, no, estoy totalmente en contra”.

A Castillo le sobra autoridad para hablar. Apareció en 12 temporadas en Grandes Ligas (1995-2007), donde se agachó en 409 partidos con un impresionante acierto de 41% sacando a corredores en intento de robo. Fue el receptor aguilucho en gran parte del trecho más exitoso que ha tenido equipo alguno en la Lidom (1992-2007), cuando los amarillos ganaron 10 de los 16 torneos.

Para receptores

La distancia entre primera y segunda se ha reducido en 4.5 pulgadas cuadradas, con almohadillas tan grandes que el dirigente de los Medias Rojas, Alex Cora, las compara con cajas de pizzas.

Si hasta el curso pasado era recurrente apelar a la revisión televisiva para determinar outs, de tan cerrado que llegaba la mano del corredor y el guante, entonces ahora se abre un abismo a favor del velocista.

Entonces, un corredor tenía entre 3.2 y 3.8 segundos para recorrer con éxito los 90 pies entre la segunda o la tercera, una vez emprendía la carrera. En un escenario donde al lanzador le tomara entre 1.35 y 1.40 segundos para llegar la pelota al guante del receptor, este tenía de media dos segundos para colocar la pelota en manos del intermedista o torpedero, a 127 pies de distancia. 

“Es mucho más difícil (sacar corredores). Si calculas que un pitcher te tira la bola en 1.3 segundos del montículo para home y el corredor que está en primera corre en 3.1, 3.2 (hacia la segunda) son menos de cinco segundos. El cátcher tiene que tirar la bola en menos de 1.7 para hacer outs”, dice Castillo. 

De acuerdo a Statcast, en 2022 el máscara de los Filis, J.T. Realmuto, tuvo el brazo con la mayor velocidad al lanzar del home a segunda en intento de robo con una media de 1.82 segundos, seguido de René Pinto (Rays), Jorge Alfaro (Padres), Christian Bethancourt (Rays) y Sean Murphy (Atléticos) con 1.89. Hubo 54 cátcher que promediaron por debajo de los 2.0 la temporada pasada.

“Si tirara dos segundos (la media según Statcast), ahora tiene que trabajar para reforzarse más sus piernas, su brazo, para tirar la bola a 1.7, 1.8, que no sería nada fácil. Yo saqué un 41% tirando a 1.9 a las bases”, dice. “Y aquí ve a los scouts exigiéndole a los muchachos que hagan menos de dos (segundos) para firmarlo”.

Licenciado en Comunicación Social egresado de la universidad O&M. Ejerce como periodista especializado en deportes desde 2001.

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