La historia de Juan Medina, un confidente dominicano de la D. E. A.

NUEVA YORK._ Juan Medina, llegó muy pequeño desde la República Dominicana al Sur de El Bronx, criándose entre ese condado y el de Weschester.

Su padre, era un importante líder de una banda del narcotráfico al que la Administración de Enforzamiento contra las Drogas (D. E. A.) de los Estados Unidos, arrestó y envió a una cárcel federal donde se encuentra purgando una sentencia de 20 años por tráfico y conspiración.

Desorientado y descarriado, el hijo negoció un contrato para comenzar a formar parte del equipo de confidentes de los federales, que durante algún tiempo lo utilizaron en denuncias contra pandillas narcotraficantes, asesinos a sueldo, contrabandistas y otros tipos de criminales y delincuentes.

El criollo fue asignado a trabajar directamente con el detective federal Therone Eugene, que en operativos encubiertos se identificaba con las siglas de "TJ".

Ahora, Juan, se encuentra detenido en la cárcel de la isla de Rickers acusado de varios cargos criminales que además de los citados, incluyen robo y robo con escalamiento (penetrar a viviendas).

La semana pasada comenzó un juicio en el que si es hallado culpable de los cargos, podría quedarse tras las rejas entre 15 a 25 años.

"Siempre hice todo lo que ellos me dijeron que hiciera", le dijo el criollo al New York Times en una entrevista que concedió desde la prisión y que el influyente rotativo publica en su edición de ayer 20 de marzo.

Medina, es acusado también por los federales de posesión criminal de un arma, debido a que según el expediente, se le encontró un revólver calibre .38 en uno de los bolsillos de su jacket de invierno, dos balas para la misma arma y tres teléfonos celulares robados.

"Soy una hechura de la D. E. A.", sostiene el joven dominicano encarcelado en la entrevista con New York Times realizada antes del comienzo de la causa. El trato entre Medina y la agencia anti drogas, fue confirmado en un testimonio en la corte por el detective Joseph Mercurio que en operativos encubiertos utilizaba el pseudónimo de "Joe" y por cuyo sobre nombre lo conocía el dominicano.

El joven, cuya carrera estudiantil se vio frustrada por problemas familiares y encarcelamiento de su progenitor, tiene 24 años de edad.

Uno de los casos más importantes de los que Medina "choteó" para la agencia fue el de un hallazgo de $40 mil dólares en efectivo y varios kilos de cocaína que tenían "clavados" en un apartamento de El Bronx, miembros de una banda criminal.

Medina, se había infiltrado en la pandilla y se ganó la confianza de los líderes de la misma. La propia agencia reconoció en su momento que había dado un gran "palo" a los narcotraficantes de la zona, después de haber decomisado el dinero y el sicotrópico.

Los propios detectives que incriminan a Medina, fueron quienes dirigieron ese operativo, llegando horas antes de que la banda escondiera el dinero y la droga en el apartamento.

"Yo estaba en el lugar equivocado y a la hora equivocada", admite el dominicano, cuyo juicio comenzará próximamente.

Medina, no tenía récord criminal en el momento de ser arrestado y comenzó a trabajar con el D. E. A. a comienzos de la primavera del año 2004, pocos meses después que su papá fuera sentenciado.

Los agentes federales que lo reclutaron, le prometieron al criollo que si ayudaba a la agencia, su padre podría salir en poco tiempo de la cárcel.

Según Medina, esa la principal razón para que entrara a colaborar como informante de los federales anti drogas.

Firmó un contrato con la agencia en el que debió admitir que conocía sobre la vida criminal de su padre. "Uno de los agentes me dijo: no te preocupes, nosotros nos encargaremos del caso de tu papá", agrega el reo dominicano.

Medina sostiene que interpretó las palabras de los agentes de la D. E. A. como una promesa de que la sentencia a su papá, iba a ser reducida lo más pronto posible.

Durante los interrogatorios en el juicio, el detective Medina corroboró que el joven era informante de la agencia, pero negó que la entidad se comprometiera a hacer nada por el padre.

El abogado de Medina, Marty Goldberg, dijo que el criollo carece de educación y no cuenta con formación adecuada, acusando a los agentes federales de haber tomado ventaja de esa condición.

"Los federales sabían que Medina, sólo estaba tratando de ayudar a su papá", añadió el jurista. Deploró que la D. E. A. utilizara como "escudo" al dominicano en varios operativos encubiertos, especialmente cuando éste no cuenta con ningún tipo de entrenamiento.

El abogado reveló que el contrato entre Medina y la agencia tiene fecha del 29 de septiembre del 2004 y fue asignado a una unidad que brega específicamente con confidentes denominada "Acuerdos para Recursos Confidenciales".

El jurista explicó al The New York Times que el contrato entre Medina y la agencia, tiene 23 provisiones entre las que se encuentran las que autoriza a los confidentes a comprar sustancias controladas en condición de encubiertos y bajo la dirección y control de los investigadores de la D. E. A.

También son autorizados a infiltrarse en las organizaciones de narcotraficantes. El contrato prohíbe que los confidentes tomen parte en actividades ilegales.

Agregó que las mentiras y los líos en que está envuelto Medina, tenían únicamente el propósito de que el criollo quería convertirse en un agente secreto importante del gobierno.

El joven criollo abandonó la escuela secundario cuando estaba el décimoprimer grado y su último trabajo fue limpiando en una estación de autobuses.

Tiene una hija de cinco años y antes de su arresto, vivía con la madre en Yonkers.

La corte ordenó un examen sicólogico para determinar si Medina, estaba en capacidad mental de entender su trabajo y responsabilidad con la D. E. A.

El average fue del ciento por ciento en una escala límite de hasta 77, dijo el doctor Sanford L. Drob.

El especialista explicó en su informe al estrado que Medina, aunque podía entender su trabajo con la agencia federal, no estaba totalmente en condiciones de tomar decisiones rápidas en determinas acciones en las calles.

Lo definió como "un hombre de bajo nivel intelectual y con deficiencias congénitas secundarias e historial educativo muy deficiente".

Medina, ganaba $500 dólares por participar en operativos encubiertos para la D. E. A.

Al rechazar las acusaciones, el imputado dijo que nunca planeó robarse los $40 mil dólares en efectivo del apartamento de El Bronx, que la pistola se la pusieron los narcotraficantes en el bolsillo y que en cuanto a los celulares, fue obligado a llevárselos, bajo la amenaza de que si no lo hacía, lo matarían a él y luego a su hija y la madre de la niña.

Dijo que nunca la intención de cometer ningún crimen. Detalló que antes de subir al apartamento donde estaba el dinero y en el que fue maltratado por los gangueros, llamó a los federales.

Los detectives dijeron en la corte que nunca recibieron la llamada a sus celulares de parte de Medina. Sostuvo que cuando llegaron los primeros policías a la escena, él les explicó que trabajaba para la agencia, pero fue esposado de inmediato y acusado de robo.

Cinco dólares de los $40 mil, nunca aparecieron.

Medina se pregunta porqué está en la cárcel si cada uno de los otros huyó. Y encogiéndose de hombros, concluyó diciendo:

"Estaba asustado".
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