Más allá de la marcha verde
La Marcha Verde está provocando y debe provocar la Marcha Política hacia una reforma institucional que debe estar dirigida a desmontar estructuras de corrupción en el sector público y su relación con el sector privado.
La diferencia entre los que viven en Macondo, resalta Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad, puede ser difícil de ver porque tienen rasgos similares, facciones y hábitos parecidos. No defienden ideales, sino provechos personales, no colaboran con las mentes más lúcidas ni las mejores causas sino con los depredadores y los mezquinos, y por supuesto no combaten la corrupción porque se valen de ella.
Esa es la visión que está teniendo una parte de los sectores que se sienten agredidos respecto al momento político que vive el país. No es que no lo entienden, es que, para ellos, todos vivimos en Macondo. Están esclavizados en paradigmas obsoletos. Perciben la estabilidad como lo máximo a que podemos aspirar, apologistas del pasado.
En vez de aprovechar y aprender de la movilización ciudadana, se burlan de ella. En vez de asimilarla como retroalimentación valiosa, la acusan. Porque todos en Macondo nos parecemos y sobre todo debemos parecernos.
Pero eso no es nuevo, más bien se repite en el tiempo.
“Luego de tantos años de servir al Jefe, habías perdido los escrúpulos, la sensibilidad, el menor asomo de rectitud. Igual que tus colegas. Igual que el país entero, tal vez”. Le reclama Urania a su padre en La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa.
Pues que nos quede claro, hay una movilización ciudadana que no debe ser ignorada. Sus raíces están en la clase media urbana. Los barrios marginales sufren las consecuencias, pero aún no han comprendido las causas. ¡Ay, si comprendieran el vínculo causa-efecto!
El justo reclamo es contra un sistema y una clase política que ha contribuido a institucionalizar la impunidad. Se verbaliza contra el PLD, pero no se limita a este. Más aun, pensar que es sólo contra el PLD seria pensar cómo se piensa en Macondo, pero desde la acera de enfrente.
El sistema político y de partidos actual tuvo su origen después de la Revolución de Abril, con la elección de Joaquín Balaguer en 1966, cumplió 50 años de existencia y está en crisis. La impronta de los tres grandes líderes de la posguerra Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez nos legó la democracia representativa que tenemos, con sus luces y sombras, con sus virtudes y sus vicios. Sencillamente ya no da más.
Comprendiendo esto, hay otros, más lúcidos, que ven este momento político como la oportunidad para producir cambios trascendentales en el sistema. Empezando por una profunda Reforma a la Ley Electoral y al Proyecto de Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas.
Es el recién creado Foro Permanente de Partidos Políticos que de manera formal le han solicitado a la Junta Central Electoral una discusión profunda que incluya fórmulas más justas y transparentes sobre la reglamentación del uso de las contribución económica del Estado a los partidos, así como del límite y uso de recursos de campañas, la rendición de cuentas de los partidos, la creación institucional del Ministerio Público para Asuntos Electorales, la Servidumbre electoral sobre el espectro radioeléctrico en las campañas, la reglamentación del espacio público para publicidad y toda una distribución equitativa de las oportunidades y los recursos.
La Marcha Verde está provocando y debe provocar la Marcha Política hacia una reforma institucional que debe estar dirigida a desmontar estructuras de corrupción en el sector público y su relación con el sector privado. Hay una corriente dentro de la clase política que lo está planteando. Afirmando con responsabilidad que mientras la política sea una actividad de altísimos costos económicos será cada vez menos democrática y más excluyente. Será un campo de inversión altamente rentable para los que buscan negocios fraudulentos de la mano del Estado, dirigidos a capturar rentas y no a crear riquezas.
Aprovechemos el momento político.
Nelson Espinal Báez / Associate MIT-Harvard Pubic Disputes Program, Universidad de Harvard.