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Reglas claras

A mí me enseñaron que se predica con el ejemplo y que la Ley entra por la casa

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Reglas claras
Hemos presenciado escenas vergonzosas y actuaciones que dejan muy mal paradas a las fuerzas del orden y al poder que representan. (ILUSTRACIÓN: LUIGGY MORALES)

Dice en el libro de Génesis que cuando Dios creó al hombre y lo vio solo, le buscó compañía y a ambos les ordenó multiplicarse. La necesidad de aparearnos está impresa en nuestro ADN y en la parte más primitiva de nuestros instintos. De forma legal o no, la gente busca acompañarse. Pero ese acto humano, tan visceral o tan social como pueda pagarse, resulta casi imposible de realizar gracias a las medidas que ha tomado nuestro gobierno para protegernos del coronavirus.

No soy abogada, pero no creo que sea posible prohibir por decreto el derecho a realizar uniones civiles o contraer matrimonio. El poder ejecutivo sí puede, con justas razones, normar el protocolo, limitar la cantidad de asistentes y los horarios, como de hecho lo hizo.

Por muchos años, y a mucha honra, trabajé hotelería. Es mi primera carrera, la que ejercí con vocación y alegría por más de 15 años. Dentro de la profesión me especialicé en operaciones de alimentos y bebidas teniendo el privilegio de laborar varios años en uno de los hoteles más emblemáticos de Santo Domingo como directora de banquetes.

En esa función ayudé a organizar cumbres presidenciales y ministeriales, visitas de Estado, conferencias, lanzamientos, talleres, reuniones de todo tipo, al mismo tiempo que cientos de eventos sociales. De hecho, tengo esbozado un libro de mi experiencia organizando más de 500 bodas de todos los presupuestos que no he lanzado por pura haraganería.

De esa experiencia acumulé historias, me relacioné con mucha gente y compartí con cientos de parejas sus sueños para el futuro y el inicio de sus familias. También conocí y trabajé con profesionales que se dedican a la planificación de bodas, que son la cara visible que coordina todo lo que converge en un evento de estas características: músicos, fotógrafos, videógrafos, floristas, camareros, bartenders, Djs, técnicos en sonido, iluminación, montaje, alquileres, jardinerías, bailarines, empresas de catering, de invitaciones, maquillistas, estilistas, modistas y un infinito etcétera.

El sector de la organización de eventos aglutina docenas de negocios y cientos de empleados que tienen meses sin poder trabajar a causa de la pandemia. Mueven la economía local y contratan productos y servicios que la gente común no sabe que existen. ¡Contribuyen hasta con el turismo! Han sido tan severamente golpeados como otros negocios, sin la posibilidad de hacer delivery o take out para compensar algunos gastos, pagar préstamos, renta, impuestos o sus nóminas.

Me consta que este grupo aprovechó el parón de los primeros meses para certificarse en temas de bioseguridad para garantizar, no solo la experiencia memorable del evento, sino también la salud de los invitados y sus empleados. A ellos les compete y les importa que las cosas salgan bien y que existan reglas claras para poder trabajar.

Esas reglas claras que como ciudadanos también exigimos, porque hemos presenciado escenas vergonzosas y actuaciones que dejan muy mal paradas a las fuerzas del orden y al poder que representan. Cuando en plena pandemia unos pueden casarse por cientos en un exclusivo Club, a otros se les tira la policía con armas largas, llevándose presos a los invitados y hasta la novia, cual si fueran delincuentes.

A mí me enseñaron que se predica con el ejemplo y que la Ley entra por la casa. En este periodo de “extenuación” es cuando más deben cuidarse las formas para evitar perder toda credibilidad y acumular rencores. Para poder exigir sin que te saquen cuentas.

Un verdadero líder no pide a otros que hagan lo que ellos mismos no están dispuestos a hacer. ¿Así, o más claro?

TEMAS -

Comunicación corporativa y relaciones internacionales. Amo la vida, mi familia y contar historias.