Zayda Ginebra de Lovatón
Doña Zayda Ginebra de Lovatón, quien hoy hubiese cumplido cien años, se recuerda todavía, sobre todo, por las personas decentes.
Su impronta de Madre-coraje tuvo su acento más nítido en el enfrentamiento diario a Balaguer en la nefasta época de los 12 años. Cuentan que en su programa radial de cocina, de lo que menos se hablaba era de comida. Y se cuenta también que salvó en varias ocasiones a Peña Gómez; así como de su activa participación en la primera línea de combate en la llamada Revolución del 65. Dicen de ella, que evitó la dispersión de las fuerzas constitucionalistas cuando el desembarco de los marines.
Hay muchas anécdotas sobre esta mujer que vale la pena recordar hoy, más allá del merengue que le compuso Johnny Ventura.
Muchos dicen que la única persona que hizo funcionar esa entelequia que lleva por nombre Comisión Nacional de Espectáculos, hace falta. Y, que de estar viva y activa, las cosas serían de otro modo. Parece que es verdad.
Realmente, según parece, Zayda Ginebra viuda Lovatón fue el otro extremo de lo que vivimos hoy. Porque hemos ido "del azafrán al lirio" como diría el poeta Emilio Ballagas.
Y aunque quizás para ella hoy día no cabrían ni la bachata; ante tanto exceso en el mal gusto en los medios, ante tanta indecencia, su recuerdo al cumplirse cien años de su natalicio, es evidencia de cuánto falta. Zaida Ginebra viuda Lovatón nació en Puerto Plata, el 27 de enero de 1914, y su esposo fue Máximo Lovatón Pittaluga. Fue presidenta de la Comisión de Espectáculos Públicos durante ocho años, a partir del 1978. Desde 1986 se dice: "¡Qué falta hace Doña Zaida!".