Navidad Musical
Un recorrido musical por la Navidad latinoamericana nos sitúa en el rico mundo de villancicos tradicionales dedicados a recrear el nacimiento del Niño Dios, ambientando el singular suceso en diferentes contextos geográficos y aires folklóricos. Llámense las solitarias estribaciones serpenteantes de Los Andes con sus quejidos de quenas y resonar de bombos y charangos, donde la voz antigua de los pueblos originarios vuela junto al cóndor y los vientos. Ora los vastos llanos venezolanos o los pagos pamperos argentinos musicalizados con rasgueo de cuatros y guitarreo gauchesco. O sencillamente el cálido terruño antillano poblado de cocoteros con el sonar alegre del tun tun de cuero e’ chivo (“Trópico mira a tu chivo,/después de muerto cantando”, sentenció ingenioso el poeta Manuel del Cabral ante el prodigio de la tambora).
Los temas (la anunciación, la búsqueda de posada por María y José, la adoración de los pastores, los reyes magos guiados por la estrella de Belén), tratados con ternura reverencial por anónimos o autores reconocidos. Reflejo de la cultura cristiana que llegó con la conquista y plantó raíces en estas tierras, reciclada por el crisol de etnias concurrentes.
Otra cosa es la música festejante, bailable y popular, salpicada de chicha, tequila y ron, rellena de lechón asado en puya, pasteles en hoja y lerenes, con la cual la gente suelta tensiones, libera la alegría contenida. En formación de parrandas y aguinaldos mañaneros, en trullas juveniles que recorren barrios con el mensaje vivo de la Navidad, engarzado en la garganta y enredado en los pies danzantes. La distinción que ya hiciera, juicioso y observador como era, Julio Alberto Hernández en su obra Música tradicional dominicana, al afirmar que “cuando el villancico abarca temas profanos se llama aguinaldo”. El incienso cede su paso al romo, diría yo. El ángel al demonio que todos llevamos dentro.
El pianista Ariel Ramírez y el poeta Félix Luna conjugaron talentos en Argentina para fraguar en 1964 la Misa Criolla, una pieza pionera en el nuevo catolicismo regional que asumía los colores locales propios para enriquecer el rito religioso. En La Peregrinación se retrata la búsqueda de José y María, tras un refugio que diese amparo al nacimiento. “A la huella, a la huella/ José y María/ por las pampas heladas,/ cardos y ortigas/ A la huella, a la huella/ cortando campo/ No hay cobijo ni fonda,/ sigan andando.” Entonces el poeta se derrama en versos tiernos: “Florecita del campo,/ clavel del aire,/ si ninguno te aloja,/¿adónde naces?/¿Dónde naces, florcita,/ que estás creciendo/ Palomita asustada,/ grillo sin sueño.”
La belleza poética se explaya descriptiva sobre el Niño Jesús: “Bos ojitos de almendra/ piel de aceituna”. El humilde hábitat queda sellado: “!Ay burrito del campo!/ ¡Ay buey barcino!/ Que mi Niño ya viene/ háganle sitio/ Un ranchito de quincha/ sólo me ampara/ dos alientos amigos/ la luna clara/ A la huella, a la huella/ José y María/ con un Dios escondido/ nadie sabía...” Otra de las piezas de esta Misa –interpretada por Ariel Ramírez, Los Fronterizos, Mercedes Sosa, Los Huayra- es Los Reyes Magos: “Llegaron ya, los reyes y eran tres/ Melchor, Gaspar y el negro Baltasar/ Arrope y miel le llevarán/ y un poncho blanco de alpaca real”.
El veterano Simón Díaz –autor del celebérrimo Caballo Viejo, quien tanta gloria prodigó desde su Venezuela folklórica- nos dejó El Niño Jesús Llanero, pura miel sobre sabrosa hojuela. “En mi conuquito/ las flores de los campos/ adornan su belleza/ y brilla su esplendor/ Niñito llanero/ indio soberano/ dámele ternura/ dámele cariño/ al venezolano/ Lindo pajarito/ que vive en el llano/ desde tu piquito/ dale un pedacito/ al venezolano/ Alpargatas de oro/ cogollito blanco/ no lo desampares/ vuelve tu mirada/ al venezolano/ Trompo serenito/ que baila en la mano/ bríndale la calma/ que tanto le falta/ al venezolano”. De una simpleza sin par, este villancico visionario se ajusta pleno al momento dramático que vive nuestra hermana Venezuela. Una versión de Laura Guevara, registrada en Youtube, agrega valor a la de Simón.
Serenata Guayanesa interpreta un Aguinaldo Criollo de la autoría de Luis Morales Bance e Isabel Herrera que decreta venezolano al Niño Dios, tal como lo hiciera Neruda al declarar chileno a Joaquín Murieta en su cantata Fulgor y Muerte de JM. “Si la Virgen fuera andina/ y San José de Los Llanos/ el Niño Jesús sería/ un niño venezolano”. Vistiéndolo a la manera llanera: “Sería un niño de alpargatas/liquiliqui planchado/un sombrero de cogollo/y el calzón arremangado/ Tendría los ojos negritos/ quién sabe si aguarapados/ y la cara tostadita/ del sol de por estos lados/ Por cuna tendría un chinchorro/ chiquito muy bien tejido/ y la Virgen mecería al Niño Jesús dormido/ Él crecería en la montaña/ cabalgaría por el llano/ cantándole a las estrellas/ con su cuatrico en la mano”.
En noviembre del 64 visité Caracas por vez primera, junto a mis parientes Arístides y Cuchito Álvarez, acompañando un equipo de la Liga Dominicana de Beisbol. Las parrandas, gaitas y aguinaldos, ya animaban el ambiente festivo de la Navidad. Jóvenes encima de las camas de las camionetas cruceteaban las calles y entonaban Fuego al cañón (“para que respeten nuestro parrandón”), El Perico (“yo no me explico/ cómo el perico/ teniendo un hueco debajo del pico/ puede comer”). Conocí entonces la música del quinteto vocal Contrapunto, del arpista Juan Vicente Torrealba y su Concierto en la Llanura, a Los Antaños del Stadium y el género cañonero, a Aldemaro Romero y el vals Dama Antañona. Así como más de Billo. Luego sabría de Cecilia Todd, La Rondallita, Simón, Soledad Bravo.
Desde la Isla del Encanto, Danny Rivera nos pregona (Voy buscando al Niño), con fondo animado por cuatro jíbaro: “Voy buscando al Niño/ Voy buscando al Rey/lo hallaré en la casa/ de cualquier batey”. Resaltando así la historia del nacimiento humilde de Jesús. Ya antes Bobby Capó había anunciado que: “De la montaña venimos/ para invitarlo a comer/ un lechoncito en su vara/ y ron pitorro a beber”. Enfático, el Bardo de Piel Canela proclamaba, que “sin arroz con dulce/ pasteles y ron/ estas Navidades/ no las paso yo”.
Celia Cruz, la inmensa guarachera de Cuba que nos llenó el alma de alegría, consagró junto a la Sonora Matancera el tema Eterna Navidad que escuchaba por La Voz del Trópico: “Esta es la parranda/de los antillanos/viene saludando/ a nuestros hermanos/ deseando a todos/ mil felicidades/ en los días alegres/ de las Navidades”. Inician este desfile caribeño los “hijos de Quisqueya/ hermanos del corazón”. Con invocación a la “Virgencita de Altagracia”, a quien se le pide: “líbralos de todo mal”. Para resaltar que “a la tierra del merengue/queremos felicitar”. Luego toca a “la tierra del Encanto/esa isla tan bendita/que todos queremos tanto/ que siempre brille una estrella/ en ese cielo antillano”. Y desde luego, una “felicitación a Cuba/esta parranda le brinda/ tierra del son y la rumba/ y de las mujeres lindas”.
Ya en nuestro terruño, el maestro Julio Alberto Hernández se ocupó desde la década del 20 del siglo pasado de legarnos un meritorio esfuerzo recopilatorio, extrayendo material musical y literario del folklore y del decimero mayor Juan Antonio Alix. Aguinaldo es una pieza robusta que ha pasado con éxito la prueba del tiempo y figura en el álbum Canciones Dominicanas de Navidad (Fermata, 1983) en las voces estupendas de Arístides Incháustegui y Maridalia Hernández. “Ábreme la puerta/ que estoy en la calle/y dirá la gente/ que esto es un desaire/ Allá dentro veo/ un bulto tapao/ no sé si será/ un lechón asao/ Alabemos todos/ al Niño Jesús/ que nació en Belén/ y murió en la cruz/ También alabemos/ con mucha alegría/ a sus santos padres/ San José y María”.
Para proseguir: “Así pues señores/los dueños de casa/ abran ya su puerta/ que el tiempo se pasa/ y al entrar señores/ mucha precaución/ con los que se meten/ sin invitación/ A las arandelas/ a las arandelas/ de mi corazón/ A las arandelas/ a las arandelas chinita/ de mi corazón”. Anunciando al cierre de esta versión cantada a dueto que: “Ya llegó la Navidad”.
Nuestro Eduardo Brito interpreta una variante de este tema, con otras estrofas incluidas que lo detallan. La orquesta de Luis Alberti, en la voz de Pipí Franco, tiene la suya, así como otras agrupaciones musicales.
Salvador Sturla es el feliz autor de Navidad, canción grabada en 1950 por el Trío Ensueño bajo el sello Alberti. Este último compuso Merengue de Navidad, interpretado por Rafael Colón, quien también puso su sello melódico a Jaleo Pascual. Los Solmeños (Horacio y Rafael Pichardo, Tito Saldaña y Nandy Rivas) grabaron Navidad de Babín Echavarría. Arístides Incháustegui integra en el álbum recopilatorio aludido, Navidad, luz del mundo y Ha nacido el Salvador, de Manuel Rueda, Pesebre de Alberti, y Ya se acercan los Reyes de Manuel Troncoso, entre otras piezas navideñas que incluyen varias del folklore.
El veterano Luis Kalaff dedicó a su madre Salve de Navidad, mientras que Anthony Ríos se inspiró en la infancia desvalida callejera para dar vida a Niño Jesús. Mundito Espinal puso a sonar Salsa pa’ tu lechón, un merengue sabrosísimo grabado en 1972 por Johnny Ventura, de corte gastronómico. En el mismo se sirve lechoncito asao, pasteles en hoja, lerenes, pan de fruta, manicongo, pavo asao, apurados con aguardiente y un buen anisao. Exquisiteces que suplen nuestra golosa culinaria, debidamente musicalizadas. Para disfrute festivo de la Navidad dominicana.
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